Luca
Desde que Merida me dejo comencé a ir a terapia, fue un mes bastante largo para mí, era difícil seguir con mi día a día sin tener esos ojos con una explosión de colores en ellos, sin tener esas sonrisas que iluminaban mis días más oscuros y su voz que susurraba mi nombre cuando nos quedábamos dormidos.
Pero con el paso del tiempo ese dolor se fue haciendo un poco más pequeño, claro, aún me hacia falta mi luz, pero ahora que estaba mejor, podía ir tras ella de nuevo, podía recuperarla.
Lo supe cuando la vi entre tanta gente y me devolvió la sonrisa y sin decir ni una palabra, entendí que estaba lista para recibirme de nuevo en su vida.
Y vaya que me emocionaba volver a tocarla, volver a sentir sus suaves labios contra los míos, a volver a vivir una locura como aquella vez en el parque.
Lo supe cuando vi en sus ojos el anhelo de querer correr hacia mí, lo entendí porque yo también quería lo mismo.
- ¡Por fin te has graduado!- dice Theo sacándome de mis pensamientos mientras llegamos a casa.
- ¡Lo sé!- digo eufórico.
- Estoy muy orgulloso de ti hermanito.- habla mientras nos bajamos del auto.
- Gracias.- sonrío.
- ¡Ahí esta!- grita Dina mientras avienta confeti una vez que abrimos la puerta.- ¡Mi niño se graduó!
- Así es.- mi sonrisa se engancha.- ¿Y mamá?
- No pudo venir.- dice mientras su alegría se va.- ¡Pero prepare una comida deliciosa!
Trata de animarme.
- Gracias Dina.
- Vayamos a comer.- habla mi hermano.- Me muero de hambre.
Nos acercamos al comedor y comenzamos a degustar la ensalada de quinoa que la mujer preparo.
- ¿Qué se siente que por fin eres un adulto?- pregunta mi hermano mientras comemos.
- Pues no siento nada.- me rio.- ¿Es normal?
- Bueno, creo que nada es normal en este mundo.
- Tal vez.
- ¿Qué harás después?
- La verdad.- suspiro.- Me gustaría estudiar en Chicago, hay buenas universidades allá.
- Así es, tú dime a cuál y yo conseguiré que entres.- me guiña el ojo.
- Gracias, pero puedo solo.
- Okay hombrecito.- se ríen de mí.
- ¿Cómo estuvo la graduación?- pregunta la mujer.- ¿Hubo muchos gritos?
- Demasiados.
- ¿Y viste a Merida?
- Sí.- sonrío con nostalgia.- Se veía hermosa.
- ¿Por qué no le hablaste?
- Porque mañana lo haré.
- ¿Por qué mañana y no hoy?- pregunta Theo con la boca llena.
- Porque mañana debo de arreglar todo y enfrentar mis miedos.
- ¿Hablas de...?
- Sí, hablo de que por fin le diré a mi madre cómo me siento, el psicólogo dijo que ya era hora.
- Bueno, si necesitas algo me dices, lo que sea.- sonríe de lado.
- Gracias hermano.- le regreso el gesto.
- Ay, me alegra mucho que ustedes dos se lleven bien después de años.- sus ojos se llenan de lágrimas.
- Pero no llores Dina.- me rio.
- Es que...- llora.- Me dolía... verlos enojados.
- Pero ya no estamos enojados.- dice él.
- Sí, ahora nos amamos mucho.
- Dios, que vergonzoso sono eso.- nos reímos.
- Bueno, no quiero que vuelvan a estar enfadados.- nos regaña mientras seca su cara.
- No, lo prometemos.
Después de hablar sobre el futuro y de lo bien que se siente no tener más responsabilidades por el momento, finalmente llega el momento de ir a dormir.
Subo las escaleras hasta que llego a mi habitación, a mi izquierda veo el cuadro que ella pinto, con esos muñecos chuecos y los colores revueltos.
Sonrío porque a pesar del tiempo, sigue brillando e iluminando mi espacio que antes era oscuro y vacío.
Me quito la ropa y me aviento a la cama con los audífonos puestos que me regaló a pesar de que le dije que no.
Coloco una canción mientras se curva una sonrisa en mi rostro y veo las estrellas pegadas en mi techo.
Y a los pocos minutos, me quedo dormido, pensando en la chica hecha un remolino.

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Eclipse
Teen FictionMerida, una chica hecha un desastre total, hecha un remolino y llena de energía. Luca, un chico cuyo pasado es doloroso y su vida no es de color de rosa como la de ella. Son dos personas completamente distintas, con personalidades muy diferentes y...