Capítulo 29

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Merida

Las cosas no fueron fáciles después de haber terminado con Luca, cada tarde sentía que me hacían falta sus ojos que echaban chispas cada vez que me veía, me hacia falta su carisma, sus risas, sus besos y caricias.

Dejamos de hablarnos, dejamos de mirarnos a la hora de comer, dejamos de enviarnos canciones que nos recordaban el uno al otro, deje de ir a su casa y él a la mía.

Las primeras semanas fueron un poco tristes, me sentía... vacía.

Pero con el tiempo ese dolor se fue haciendo un poco más pequeño, claro, aún me dolía cuando lo veía en los pasillos de casualidad y tenía que contenerme por salir corriendo hacia él como una loca.

Recuerdo que en uno de esos encuentros, nuestros ojos se cruzaron, nuestras almas volvieron a unirse convirtiéndose en una sola y nuestros corazones estaban completos.

Pero sólo fue por unos cuantos segundos antes de que los dos apartáramos la vista.

Me dolía, pero tenía que ser fuerte, tenía que esperarlo hasta que estuviera listo, pero... ¿cuánto tiempo tendría que esperar? ¿Hasta la graduación que estaba a unas semanas de ser cumplida o para toda mi vida?

- Buenos días solecito.- dice mi madre mientras me acerco a la cocina.

- Buenos días.- bostezo.

- ¿Qué tal la fiesta de ayer?- su cabello rojo esta desarreglado, su bata esta limpia y sus ojos están llenos de vida.

- Bien, Ethan terminó vomitando en el baño.- sonrío al recordar la fiesta que los chicos y yo tuvimos ayer por la noche.- Lo tapo.

- Ay ese Ethan.- se ríe mientras niega con la cabeza.- Al menos llegó bien a casa.

- Sí, un chico lo fue a dejar.- tomo asiento en el comedor.

- Bueno, al menos tú te contuviste y no tienes una resaca.- se acerca a mí con un tazón en las manos.

- Sí, lo hice porque sé que la cena es importante para ti mamá.

- Gracias.- sonríe.- ¿Ya sabes qué te pondrás?- toma asiento.

- No, pero ya pensaré en algo.- como del cereal.- ¿Y tú?

- Tampoco sé.

La primera cena con Daniel fue buena, no incómoda, sino simplemente buena. Me platico de su trabajo, de que ama a los animales, que odia a las personas que los lastiman y que le gusta el olor de la ropa limpia, sí, un poco innecesario ese último comentario, pero fue lo que él dijo para que el resto de la velada no fuera tan rara.

Y ahora, íbamos a ir a otra mi madre y yo, no quiso decirme por qué, sino que sólo me contestó que era para darme una noticia importante.

- ¿Quieres ir a comprar ropa?- dice con sus ojos brillantes.

- ¿Ahora?

- Obvio no.- se ríe.- En la tarde, tienes que bañarte, pareces una vagabunda.

- Mira quién lo dice.- sonrío.- Pero está bien, vayamos de compras.

Una vez que termino de desayunar me dirijo a mi habitación para tomar ropa limpia y meterme a bañar y arreglarme para ir de compras.

Al salir de la regadera, con una falda de cuadros rojos, unas medias negras y un suéter del mismo color, me concentro en maquillarme, lo hago bien ya que no quiero volver a arreglarme en la noche para la cena.

Cuando termino, dejo que mi cabello se seque solo y me coloco unas botas negras, algunos anillos y un collar de mariposa que me regalo mi madre a los once.

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