Capítulo 16

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Luca

La vez que estábamos en mi habitación, ella con los audífonos puestos y yo maquinado mil escenarios en los que la besaba y le confesaba mis sentimos, hizo que me pusiera demasiado nervioso como para hacerlo.

Fue por eso que lo primero que hice fue quitarle los cascos y seguir como si nada hubiera pasado.

Me sentí como un verdadero idiota por no haberla besado, pero creo que fue lo mejor porque estar aquí, con las manos en sus mejillas, sus labios en los míos mientras nos grabamos nuestro gusto, es la mejor sensación que pude haber experimentado en toda mi vida.

Los de ella eran finos, delgados y delicados que me daba miedo siquiera seguir probándolos.

Cuando creo que necesito un momento para respirar, me separo un poco y junto nuestras frentes.

- Luca...- susurra.

- Merida...

- Tú...

- Lo hice porque me gustas...- digo al fin.

Noto como sus mejillas toman un color carmesí, haciéndome reír.

- Ya te habías tardado tomatito.- se ríe.- ¿Te incomode?

- Claro que no.- se queda callada un momento.- Tú también me gustas...

Sonrío como si me acabaran de dar la mejor noticia de mi vida.

- Entonces...- dice.

- ¿Qué?

- ¿Qué sigue ahora?- nos separamos.

- Déjamelo a mí.

- De acuerdo.- sonríe animadamente.- Tus brownies de perdón sí sirvieron.

- Me alegro.- me rio un poco.

Desde que mi hermano llegó, todo fue un completo desastre, nuevamente me sumergí en mi dolor, nuevamente me cerré al mundo y me refugié en mi lugar seguro que era la música y me aleje un tiempo de ella.

Ya que desde que mi padre se fue comenzaron los gritos, los desacuerdos entre mi madre y yo.
Era por eso que siempre tenía mis audífonos puestos con el volumen alto para al menos amortiguar sus palabras hirientes.

Merida y yo nos ponemos a recoger el desastre que habíamos hecho, una vez que terminamos nos sentamos en su sofá a descansar.

- ¿Quieres ver algo?- me pregunta.

- Sí, pon lo que sea.- la miro.

- Bien.

Mientras busca algo en la televisan yo no puedo apartar la vista de ella porque simplemente me parece encantadora su nariz pequeña, sus labios delgados, sus manos diminutas y su cabello alocado que tanto la caracteriza.

- Deja de mirarme así.- me mira con la cara roja.

- ¿Cómo así?

- Como si fuera lo más bello.- se ríe.

- Es que lo eres, para mí eres una de las bellezas más espectaculares que han visto mis ojos señorita Lennox.

- Ah.- se queda sin habla.- ¿Cómo sabes mi apellido?

- Te lo diré si tú me lo dices primero.- sonrío de lado.

- Bien.- pone los ojos en blanco.- Puede que me haya metido a todas tus redes sociales como una loca acosadora a buscar fotos de ti.- su rostro esta a punto de explotar de lo roja que esta.

- ¿Hiciste eso?- me rio.

- ¡Sé que es de locos! Pero sí, lo hice, no sabía nada de ti así que decidí buscar, encontré tu perfil en Instagram, después me metí al de tus amigos y en una publicación decía "feliz cumpleaños Harrison"

- Es mi amigo Jonathan.- deduzco.

- Honestamente no creí que tuvieras amigos...- susurra.

- ¿Por qué no?

- Bueno, siempre estas solo y nunca hablas de nadie más que de Dina.

- Si tengo amigos, pero son de Londres.

- ¿Vivías en Londres?- abre los ojos como platos.

- Un tiempo viví allá.

- Wow, cosas de ricos.- me rio.

- Algún día te llevaré.

- ¿Sí?- me mira con sus ojos brillantes.

- Sí.- asiento una vez.

- Listo, te toca.

- Bien, una vez me contaste que tu materia favorita era historia.- ella siente.- Pues un día fui al baño en hora de clase, pero en eso vi como a un profesor se le cayeron algunas cosas así que fui a ayudarlo, después me di cuenta de que era tu maestro porque tenía los ensayos que les había pedido, supongo, y el primero era el tuyo con un cien enorme y una carita feliz.

Ella se ríe.

- Y así supe que tu nombre completo, Merida Lennox Moore.

- Y yo creí que habías hecho lo mismo.- sonrío mostrando los dientes.- ¿Cuál es tu nombre completo?

- Luca Kane Harrison.

- Me gusta.

- Gracias.

Nos quedamos hablando por horas sobre anécdotas, ella me contó que cuando tenía diez años tuvo un perro llamado Hero que lo perdió y lloro como nunca.

Yo me reí porque me imagine a una pequeña Merida mocuda mientras lloraba.

Después de un rato, decido que es hora de irme porque no me había percatado de que ya había anochecido.

Le desee buenas noches y me marche, claro, no sin antes robarle un beso.

Me fui alegre, mientras iba en el taxi iba recordando la sensación de sus labios con los míos, fue tan increíble que de solo ir rememorando ese instante se me acelero el corazón.

Después de un rato de viaje, por fin llego a mi casa, le pago al señor y me adentro en ella.

Para mi desgracia, Theo esta en la sala viendo el fútbol.

- ¡Luca!- grita mientras me ve.

- Hola.

- ¿Dónde estuviste todo este tiempo?- se pone de pie y camina hacia mí.

- ¿Te interesa?

- Oye.- lo interrumpo.

- ¿Por qué no vas con mamá y le cuentas que hoy descubriste la cura para el cáncer eh?- la rabia comienza a crecer en mí.

- No me veas como el malo Luca, yo sólo quiero llevarme bien contigo.

- Claro.- suelto un bufido.- ¿Por qué no vuelves a tu estúpido partido y me dejas en paz? Hoy fue un día perfecto, no lo arruines.

Se queda callado y yo me alejo a mi habitación.

Una vez en ella el corazón se me rompe un poco más por ver la mirada triste de mi hermano, sé que los cumplidos por parte de mi madre no son culpa de él.

Pero no puedo evitar acusarlo, no puedo evitar tachar a mi padre también por habernos dejado y dejar que esta oscuridad me consumiera.

Eclipse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora