C37 | Verdades amargas

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ALISS:

—Yo... —murmullo sintiendo la mirada de todos sobre mí, ya no estoy en el hospital, que al final resultó ser una clínica privada a la que Rean Doop ordeno ir para descartar lecciones graves, también sospecho de que el pelinegro tomo esa decisión porque no estaba seguro de llevarnos al hospital en que labora mi madre fuera una buena idea dada nuestra circunstancias, y debo decir que fue algo muy inteligente de su parte—. De verdad, lamento mucho haberlos engañando todo este tiempo, pero una de las cosas de las que más me arrepiento es que los demás paguen por mis errores y de no ser la hija que mis padres se merecen.

Según las gemelas Benedetto pase 8 horas inconsciente. La falta de sangre hizo que iniciarán una transfusión que duró la mitad de ese tiempo. A la rubia también debieron pasarle sangre de otro y en su caso, los chicos se vieron en la necesidad de hacerse unas pruebas de compatibilidad, ya que de su tipo no había en el lugar, pero gracias al cielo, X logro llenar cada parámetro y fue quien le donó.

Ya no debería de decirle X.

Después de que volvieran a hacerme las puntadas y de que Harry entrará a la habitación con noticias de nuestros padres, estaban en casa y desesperados por nuestra ausencia, le pedí que solicitará mi salida y sorprendentemente, cabeceó un “Sí” y regreso sobre sus pasos. Media hora luego estaba detallando como me ponía de pie con la ayuda de un par de muletas. Trate de no verme tan mal, no quería que notará que estaba incómoda con ellas y que me sentía una completa inútil.

Solamente logre llegar a la puerta de la habitación dando pasos tan lentos como los de una tortuga y luchando con el temblor en mis antebrazos, sabiendo que él venía detrás de mí —por si en algún momento me iba a pique—, hice la segunda petición de lo que quedaba de ese día, le dije: "Llévame, por favor".

Si mi tono le causo pena o siquiera irritación Harry no lo demostró, simplemente me quito las muletas con delicadeza y antes de que apoyará mi pie derecho para no caer, me tomo entre sus brazos, cargándome al estilo princesa. No voy a negar que no me sonroje, porque si lo hice, ya que al estar tan cerca de su rostro mi cabeza trajo a colación el beso, ese beso que aunque no había pasado demasiado tiempo, ninguno de los dos lo había mencionado.

En silencio llegamos hasta su auto y fue ahí donde realice mi última petición, y como las anteriores él la aceptó.

Con el teléfono en mano llamé a mi madre, el llanto de está al otro lado casi me hace volver a llorar, pero me aguante, porque para hacer eso tendría mucho tiempo después, le avise que estaba camino a casa y que está vez le contaría todo lo que no le debí haberle contado hace tiempo.

Quizás mi tono fue lo suficientemente serio como para que mi mamá le pasará el celular a papá, quien me pregunto por mí estado y que quería, por primera vez no le metí y masculle: "Papá, no sé cómo estoy, pero quiero que los Carrier estén en casa cuando llegué".

—Julietta no debió quedarse conmigo, pero lo hizo —le hago saber a mis tíos, la cara de Louis y Judy Carrier es de estupefacción, porque ya les he dicho todo y aún están debatiéndose entre creer o no. No veo hacia Luke, porque no quiero observar el tipo de miradas que debe estarme dando ahora que sabe en qué metí a su hermana—. La Agencia me obligó a entrar y aprender cosas que no debería... He visto, oído y realizado acciones riesgosas, y también sin querer arrastre a mi amiga para que las aprendiera y protagonizará a mi lado.

» Les mentimos sobre cada salida, fingimos dormir todas las veces que revisaban nuestro cuarto para luego levantarnos y salir de casa a horas altas, mentimos acerca de nuestras misteriosas desapariciones y comportamientos con el hecho de estar siendo lo que se supone que debíamos ser: Adolescentes.

La voz se me pierde en la última palabra, porque no es divertido darte cuenta que no has vivido una etapa tan desastrosa y primordial con normalidad por estar sometida a reglas que te hacen actuar de una forma determinada. Me permito tomar una respiración profunda al tiempo que pasó la mirada por el resto de personas en la habitación, esas que de ninguna manera podrán verme de la misma forma que lo hacían antes.

Mi progenitora tiene una mano sobre sus labios y los ojos llorosos, a su lado papá tiene un gesto desolado y vacío, los ojos azules claros de la primera reflejan dolor, pero son los del segundo de un tono oscuro los que me hacen clavarme las uñas en las palmas, porque leo y entiendo perfectamente esa capa de frustración.

No soy la niña que se merecen.

La Tía Valentina y el Tío Zack observan con incertidumbre hacia su hijo como si esperarán que en cualquier momento se levante y diga que él ya lo sabía o qué es parte de esto, pero Dante los ignora, ya que desde que llegó no me ha despejado la vista y empiezo a hacerme sentir aún más estúpida por caer en las manos de una organización secreta que puede ser de todo menos justa, solo por el hecho de que confié un chico sin saber de su procedencia y que siendo tan obstinada e inteligente como se supone que soy, no pude distinguir sus mentiras.

¡Ya basta, maldita sea!

Al mismo tiempo me convenzo de que está bien que lo recuerde, porque es algo de lo que no me voy a olvidar y es el inicio de cada uno de los secretos que acabo de confesarle a los presentes. Probablemente de ahora en adelante no tendré confianza por parte de mis padres o de algún miembro de la familia, pero aunque me duela, sé que no podía seguir acarreando más mentiras porque estas siempre salen a la luz, y los últimos momentos que viví dentro de las paredes de la Agencia siguen estando tan vivos que es inevitable las reacciones en mi cuerpo, trato el desastre en mi cabeza y decidiendo continuar:

—Comprendo que un simple Lo siento no va a remediar lo que he roto. No hay una disculpa que pueda considerarse suficiente para todo lo que nos han dado y he tirado a la basura, pero... Si antes no quise decir la verdad, no fue para regocijarme por poder engañarnos tan bien, sino porque tenía miedo de lo que podría pasarles si habría la boca, puesto que si lo hacía no habría manera de evadir las consecuencias... —se me quiebra la voz y aunque no lo desee una lágrima logra bajar de mi ojo derecho—. Lo siento, mamá. Lo siento, papá. De verdad, lo siento por fallarles tanto.

• 3 •

Nadie dijo nada después de que termine de hablar, pero el sonido de mis sollozos y los de mi madre y los de la mamá de mi mejor amiga hicieron eco por la habitación.

Cuando logre controlarme, no voltee a ver a nadie al decidir comenzar a alejarme de ahí, con ayuda de las muletas todo fue más lento de lo que me habría gustado. Una vez que pase el umbral me di cuenta de que aún lado de este, estaba el hijo de los Potter, no fue difícil darme cuenta de que estuvo oyendo todo lo que dije, incluso la parte donde lo menciono a él ayudándome a salir de ese sitio del que no creí que podría irme.

—¿Quieres que te lleve? —murmulla, señalando las escaleras.

—Sí... —contesto de la misma forma, disponiéndome a levantar una de mis axilas cuando un leve y delicado llanto de bebé me detiene.

Oh, mierda.

¿Cómo me olvidé de los gemelos?

Mi corazón late con fuerza ante la idea de observar esos pequeños seres que nacieron un día que estuvo lleno de caos para mí y mis amigas, esos que en este momento me hacen pensar que son lo único bueno para sonreír con tanto dolor que se mantiene dentro de mí.

Los gemelos Potter.

Y no elevar mis labios por justamente eso es impensable, por lo que lo hago, bajo la mirada cautelosa de su hermano mayor, sonrió por unos niños que con solo saber que existen me hacen sentir feliz.

—Qué bonita te vez sonriendo, Aliss —dice bajísimo esté y al estar tan cerca, sus palabras consiguen calentarme la cara, y sé, gracias a la luz que hay en el pasillo y a la forma en que se humedece los labios tratando de ocultar su propia sonrisa, que él nota mis mejillas sonrojadas.

No sé qué se supone que debería decirle sobre el comentario o si Harry diría algo más, sin embargo, no hay manera de que lo sepa porque una voz femenina resuena desde la puerta principal:

—¡¡Aliss Helman!! —ladeo un poco la cabeza confirmando de quien se trata, sus mechones dorados ahora le llegan a los hombros, varias vendas están sobre su cabeza como si de un gorro se tratase, porta una bata blanca y está descalza—. ¡¿Cómo se te ocurre dejarme fuera de esto?!

Julietta siempre ha estado loca.

Por eso me llevo tan bien con ella.

Porque los locos se entienden.

Mi pensamiento me hace soltar una carcajada que hunde sus cejas y a la vez la del chico que se posa detrás de ella.

La risa que toma es tan fuerte e incontrolable que me dobló sobre mi misma y el movimiento me causa dolor debió a las heridas y los golpes que tengo por el cuerpo, mi pierna derecha siendo la más grande me obliga a tratar de controlarme, y cuando lo hago me pierdo en los ojos verdes de mi mejor amiga.

—Estás loca —pronuncia, mirando a nuestro alrededor y sé por la manera en que vuelve a verme que nuestros padres están observándonos—. No debiste venir sola, porque aun si me hubiera muerto no dejaría que te lleves todo el crédito.

—¿Crédito? —la incredulidad en mi voz, la hace reír.

—Nunca me obligaste a nada. No pediste, ni rogaste que me quedará, sino todo lo contrario —por segundos deja mira a sus padres —. Sí, la pasamos mal. Sí, hicimos cosas mal. Sí, le mentimos mucho a la familia. Sí, mantuvimos secretos importantes, pero todo fue porque hasta ahora no había una mejor opción, y no, no es justificación.

» Los amamos, y estoy segura que si recuerdan algunas situaciones en concreto entenderán que la expresión que teníamos en la cara, también presentaba indicios de dolor, porque no es nada fácil mentirle a quien de verdad se le ama —la rubia mira sobre su hombro a Rean, antes de empezar a caminar hacia mí y envolverme en sus brazos—. Ya deja de culparte, maldita sea... Sí, te has equivocado muchas veces, pero deberías de dejar de ser tan dura contigo misma, porque en cada una de tus faltas has aprendido algo. No te mientas ni sabotees —esto lo dice en un tono bajo, del cual estoy segura que nadie aparte de mí la escucha, se aparta de mí y decide ir hacia sus padres—. Yo lo siento mucho mamá y papá, lamento cada cosa, pero deben saber que aunque siempre tuve oportunidad, no quise dejarla sola.

Nuevamente las lágrimas se acumulan en mis ojos y aunque estoy segura que mi mirada le grita a mis padres que muero porque me abracen como lo hacen los Carrier con la rubia, ninguno de los dos se mueven y yo tampoco hago el intento de acercarme porque no estoy segura si soy o no bienvenida.

¿Me perdonarán?

—Claro que sí.

Mi mirada se mueve a la de Harry y tal parece que hice la pregunta de forma verbal, ya que el susurró es hijo mayor de los Potter, quien apartar las muletas de mis manos, para después levantarme en sus brazos y comenzar a subir hacia la planta superior.

También conocía la respuesta.

Pero sé que tiene un proceso.

Mientras subimos, me atrevo a ver sobre el hombro del castaño, encontrando que los ojos de todos se están sobre nosotros, algunos con confusión, otros con intriga y solo dos parajes de ojos con complicidad.

Locos.

Perfecta Mentirosa © [Completa ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora