Otro día más de escuela donde ni ella misma quería levantarse de la cama, sería otro día más sufriendo en la vida, otro día más sobreviviendo. Era aburrido, tenía ganas de ya no amanecer, de estar en coma y descansar temporalmente, ya que no quería morir; ella sentía que aún no era tiempo. Se levantó a fuerzas tratando de no pensar en la pesadilla que había tenido. En la pesadilla, todas las personas que iban en un auto junto a ella recibían disparos desde afuera. Había frío y nada más, los vidrios estaban cubiertos del sereno de la mañana y había sangre en sus manos. Ella trataba de cubrir a una de las personas, pero un par de personas entraban y la sacaban, disparándole a la persona que trataba de salvar. Ella comenzaba a llorar mientras la golpeaban, y todo acababa en un mal sabor de boca cuando despertaba. Ella comenzaba a considerarse psicópata por tener esas pesadillas. Se levantó al baño a duras penas y levantó a su hermana menor.
—Emeli —la llamó—. Levántate, ya es tarde.
Emeli apenas se removió para después levantarse del golpe. Merlí se burló de ella mientras entraba de vuelta al baño a cambiarse.
—Buenos días —dijo en cuanto salió. Miró a su hermana media dormida, parada, esperando entrar al baño.
—Hola —su hermana entró al baño con prisa.
—Buenos días, mamá —saludó.
Su madre daba vueltas en la cocina buscando algo, provocando que apenas y dijera buenos días. Merlí se acercó a su madre dispuesta a ayudarle.
—¿Qué buscas? —preguntó ella.
—La sartén, donde hago la sopa —Merlí recordó donde la había dejado de inmediato.
—Aquí, mami —dijo, sacándola de la alacena.
—Gracias, Merlí —la madre comenzó a cocinar a toda prisa.
Merlí caminó a la sala. Vio el estante lleno de libros; había un libro color azul, con franjas rojas y doradas que adornaban la portada, amaba eso.
—Bueno, un diccionario no está nada mal —dijo, sentándose en el sillón.
La chica pasó ahí un rato buscando palabras raras. Casi después de unos 10 o 20 minutos, su mamá la llamó a comer. Merlí arregló con cuidado su ropa y fue a dónde su madre.
—Aquí —la chica tomó con cuidado la comida que su madre le entregaba.
—Gracias —besó la mejilla de su madre.
Después del desayuno, Merlí despertó a su padre. La historia de siempre: su padre se levantaba de mal humor, ofendiendo por aquí y allá, regañando a la par. La chica, con dolor y cansancio de su vida, se tapó los oídos e intentó no llorar en la cara de su padre. Bajó con sus cosas, apenas despidiéndose de su madre. En cuanto encendió el carro su padre, ella se quedó dormida. El dormir para ella era como hacer que sus problemas desaparecieran en un dos por tres; su mente descansaba y no pensaba en lo mala que podía llegar a ser su vida. Ella siempre pensaba en el futuro, sabía que pronto vendrían cosas mejores, pero su padre siempre la bajaba de esa nube.
—Merlí —Emeli la llamó.
La chica se levantó y miró a su alrededor; se dio cuenta de que ya estaba en la escuela. Del susto, se levantó de golpe.
—Tranquila, baja con cuidado —la chica bajó con cuidado y se despidió.
Entró a la escuela suspirando. Ya adentro, recibió un golpe en la cabeza con un balón. Enojada, volteó a ver quién la había golpeado. Era el chico que en su sueño era amigo de Ethan, el que exactamente la había golpeado, en aquel sueño y ahora también en su realidad.
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You're Enough
Teen FictionDespués de aquel sueño, Merlí despierta confundida, pero todo da vueltas cuando aquel chico aparece frente a ella, en su mente cruza un pensamiento ¿podría ser feliz? - Eres más que suficiente para este mundo... - Saga: Look Here - Historia hetero...