El segundo día de clases comenzó de manera explosiva, una forma inusualmente complicada de empezar el año escolar. Aún resonaban en mi mente las palabras de mi madre, esas palabras capaces de destruirme en cuestión de segundos. Mi madre creía que yo era inútil, y yo me lo creía; si mi madre lo decía, entonces debía ser cierto, eso era lo que había aprendido a través de los años, mi hermana mayor era una buena persona, pero eso era solo si mi madre lo decía, al final de cuentas solo era una máscara que la protegía para poder hacer lo que quisiese.
—Eres una inútil, una tonta, no sirves para nada —cada palabra aumentaba mis ganas de llorar, que más daba, no era el ejemplo para nadie y mi vida ya era un desastre, a veces el único pensamiento era "estaré mejor muerta"— No puedes ser mejor, date cuenta, Merlí, no sirves para nada y decepcionas a todos.
Dejé caer mi cabeza sobre mis manos y comencé a hipar. Levanté la cabeza al recordar que pronto comenzarían a llegar más personas. Tomé mi brazo con mi mano y comencé a hacer lo único que lograba calmar mi dolor mental. Sentir las uñas adentrarse en la piel no se sentía bien, pero cuando tu mente está destruida, intentas calmar el dolor mental con el dolor físico. Después de todo, tu cuerpo no puede sentir dos dolores al mismo tiempo.
—Buenos días —aquella voz animada cruzó la puerta.
—B-buenos días —tartamudeé y me levanté de mi asiento apresuradamente, intentando irme de ahí.
Su brazo se interpuso en mi camino y podía sentir su mirada sobre mi intentando adivinar mi rostro que escondía.
—¿Pasa algo? —me detuve, sorprendida.
A veces, destruirte a ti mismo te ciega de tu alrededor, te impide ver lo que los demás ven. Y cuando alguien encaja perfectamente con lo que buscas, es más difícil de comprender. ¿Cómo él podía darse cuenta de mi estado de ánimo? Al final de cuentas, ni siquiera mis propios padres podían descifrarlo. Era difícil que alguien supiese en qué humor estaba; con lo introvertida que le parecía a todos, incluso mis padres creían que no tenía emociones.
—No, no —relajé mi rostro en cuanto lo vi agacharse para estar a mi altura.
Volteé a ver cualquier cosa para evitar su mirada.
—No mientas —suspiré, rendida.
—Nada que ver —aparté la mirada.
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—¿Nada que ver? —miró a un lado con una sonrisa dolida—. ¿De verdad crees que decir unas pocas palabras puede mejorar la vida? —La chica lo miró confundida por su reacción—. Puedes mentirte cuanto quieras y decir que todo está bien, pero si algo no está bien, no lo está, y no hay manera de engañarte. En una ocasión, creí que todo estaba bien. Me tomó poco darme cuenta de que no lo estaba. Me vi perdido y no hallé solución —sonrió, recordando aquel pequeño sueño que había cambiado su vida desde el momento en que la conoció—. Pero la solución estaba tan cerca y el destino tan lejos. A veces, solo debemos tener paciencia. Todo se acomoda en su lugar y las personas que sufren llegan a estar bien.
—No para todos —dijo ella con decepción.
—No todo es igual siempre, pero puede mejorar.
Alguien entró al salón, y el chico se alejó de ella, dejándola parada en medio del aula. Escuchó a aquella persona saludarla, pero su mente se hallaba en otro mundo, pensando que aquel chico era su perdición. Sintió sus ojos cargarse de lágrimas y salió del salón en busca del baño. Odiaba sentirse débil y que los demás la vieran así. Después de calmarse, salió del baño rumbo a su salón. Tomó la primera clase con tranquilidad, hasta que acabó la hora y sintió su corazón agitarse al ver al maestro entrar al aula.
—Les daré sus calificaciones del examen diagnóstico —anunció el profesor, haciendo que la chica se pusiera más nerviosa.
No todos pueden ser perfectos en la vida, y tampoco todo puede ser como esperas. Simplemente, hay cosas que ocurren con un significado. Ese significado puede parecer fuera de lugar, pero cada cosa que pasa en nuestra vida moldea el futuro, un futuro que desconocemos pero que existe.
—Merlí White —llamó el profesor, y la chica caminó hacia él.
Recibió el examen y regresó a su lugar sin mirarlo. Una vez en su asiento, vio que nadie la observaba y lo revisó. Su mundo se desplomó en ese instante; se sentía decepcionada de sí misma y de todo lo que era. Se dañaba a sí misma con miles de palabras hirientes, las mismas palabras hirientes que eran incapaces de salir de su mente.
—8 —susurró, impactada y su expresión en su rostro lo decía todo.
Dio la vuelta al examen para no verlo y trató de respirar. La clase comenzó y no pudo concentrarse bien; se sentía como basura. No podía ser perfecta para sus padres, y eso la hacía odiarse. Si no era perfecta, entonces no valía nada. Una vez acabada la clase, resistió hasta la siguiente. Pero cuando comenzó el receso, fue la primera en salir y correr al baño. Se encerró en un cubículo y comenzó a llorar en silencio, sin hacer ruido.
—Idiota, mil veces tonta. No sirves para nada. Mamá se va a decepcionar, papá también. Tu vida es un desastre. Tú eres un desastre. No deberías estar en la vida de nadie —intentó respirar—. Abuela, lo siento. Te volví a fallar.
Trató de calmarse, pero no podía. Lo único que la hizo tranquilizarse fue recordar que dentro de poco iniciaría la otra clase. Se lavó la cara, respiró un poco y salió del baño. Si alguien pasaba a su lado, sonreía como si no estuviera quebrada por dentro. Una vez en su salón, se sentó en su silla y comenzó a comer sin ánimos, mirando a la nada y pensando en todo.
—Hola —una voz llamó su atención—. ¿Cómo te llamabas? —La chica que en sus sueños era "mala" se acercaba a ella, tímida.
Merlí no sabía cómo reaccionar. Era bastante reservada y no estaba acostumbrada a hacer amigos. Lo único que se le ocurrió fue decir su nombre sin más.
—Merlí —siguió comiendo.
La chica se sentó a su lado y sacó su comida también. Comían en silencio. De vez en cuando, Merlí volteaba a ver a la otra un poco confundida, y la otra chica sonreía con timidez.
—Mi nombre es Kamil —dijo la otra chica para romper el hielo.
Merlí asintió y siguió comiendo. Kamil entendió que primero tenía que ganarse su confianza y que luego podrían ser amigas. Durante el resto del receso, Kamil mantuvo la conversación, sacando de vez en cuando una sonrisa a Merlí, quien pudo despejar su mente por un rato y dejar de preocuparse por todo. Una vez sonó la campana, Kamil dejó de hablar.
—Fue un gusto hablar contigo —dijo Kamil. Merlí no entendió si había sido un halago o sarcasmo.
Luego, ella misma se recordó que no todo el mundo era como ella; no todo el mundo contestaba con sarcasmo.
—Para mí también —respondió Merlí, y Kamil sonrió.
El chico entró al salón y no entendió nada. Puede que en sus sueños Kamil fuera insoportable, pero en realidad no era así. Jamás pensó que Merlí y ella se llevarían bien. Sabía que su prima y Merlí eran dos personas muy distintas.
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You're Enough
Ficção AdolescenteDespués de aquel sueño, Merlí despierta confundida, pero todo da vueltas cuando aquel chico aparece frente a ella, en su mente cruza un pensamiento ¿podría ser feliz? - Eres más que suficiente para este mundo... - Saga: Look Here - Historia hetero...