A shoulder to lean on

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TREASURE - IT'S OKAY

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Era el día de la entrega de una actividad, y aunque Merlí no lideraba el equipo, otro de sus compañeros debía llevarla. Temprano, sus compañeros se alocaban en el chat del grupo, preguntando a qué hora debían ir a la biblioteca para entregarlo.

—Merlí —la madre llamó a la chica.

—Voy —salió de su cuarto mientras se arreglaba y se ponía el suéter.

—¿Vas a entregar una actividad en la biblioteca? Están preguntando a qué hora —la chica tomó el teléfono.

—Ay, no me acuerdo —respondió, algo despistada.

—¿No lo anotaste? —preguntó enojada la madre.

—No, se me olvidó —algunos recuerdos volvieron a ella. Lo había anotado en el examen, pero no tenía el examen con ella— Ah, qué tonta...

—Mira, Merlí, no quiero más problemas. Así que, a partir de ahora, aunque no te corresponda entregarlo, lo vas a anotar. No me interesa si quieres o no —la chica sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas.

Asintió como pudo y se alejó de ahí. Su padre anunció que era tarde, y ella se despidió de su madre tratando de no llorar. Todo el camino, como siempre, no habló. Al llegar a la escuela, se contuvo de hacer una escena que diera lástima. Corrió al baño, que estaba vacío, y soltó una que otra lágrima.

—Tranquila, no llores. Está bien —se daba ánimos a sí misma.

Una vez que se tranquilizó un poco, salió del baño respirando profundo. Llegó a su salón y se sentó. Ya había una persona que había llegado antes que ella, una chica que siempre se sentaba en el rincón. El salón se fue llenando poco a poco y, unos minutos antes de que sonara el timbre de entrada, llegó un Ethan exhausto.

—Ay, debí levantarme más temprano —el chico caminaba a su lugar, regañándose a sí mismo.

Vio a Merlí sentada con la mirada perdida, y supo que había sido un terrible error quedarse hasta tarde viendo películas junto a su hermana.

—Debí llegar más temprano —corrió a su lugar después de ver al profesor venir cerca.

—Buen día, chicos. ¿Listos para la clase? —la mayoría negó, y el profesor se rio.

La clase comenzó, y Ethan notó que Merlí estaba muy distraída. Aunque lo hacía bien, estaba un poco deficiente y sacada de la realidad. El profesor también se dio cuenta de esto; su mejor alumna estaba distraída, así que decidió hablar con ella.

—Pueden salir cinco minutos antes —dijo el profesor al terminar la clase, y llamó a Merlí—. Merlí, ¿me darías dos minutos de tu tiempo?

La chica volteó desconcertada y asintió.

—¿Sucede algo? —preguntó el profesor. La chica esquivó su mirada—. Estabas demasiado distraída.

La chica se disculpó de inmediato.

—Perdón, profesor. No se volverá a repetir, yo...

—Merlí, sabes que puedes contar conmigo. Soy amigo de cada uno de ustedes. Si me necesitas, te ayudaré. Te vi distraída, y eres mi mejor alumna. Necesito saber qué sucede —ella comenzó a tener los ojos llorosos.

—Profesor, puedo preguntar algo... ¿Lo estoy haciendo bien? ¿Es suficiente mi esfuerzo? ¿Debería esforzarme más? —el profesor entendió por dónde iba.

—Mira, si me preocupo por ti es porque eres la mejor alumna. No todos tratan de sobresalir tanto como tú. No sé por dónde va esto y no te incomodaré con eso, pero quiero decirte que es más que suficiente. Solo sigue así y trata de superarte a ti misma. Trata de mantenerte como ahora —el profesor le sonrió—. No siempre puedes avanzar a pasos grandes sin dar pasos chicos. Hay cosas grandes que no puedes alcanzar por mucho que intentes hacerlo rápido, el título de la universidad, por ejemplo, ese título siempre estará en tu futuro, para ello tienes que dar pasos pequeños, avanzar a pasos grandes no servirá de nada, todo tiene su tiempo.

Ella le devolvió la sonrisa, le agradeció y salió del salón. Notó que había alguien sentado en las gradas.

—¿Qué haces aún aquí? —preguntó la chica.

—Te esperaba —Merlí se señaló a sí misma—. Sí, a ti.

La cara de la chica se puso roja, y él sonrió.

—¿Quieres saber mi opinión de ti? —Merlí se sorprendió al saber que él había escuchado la conversación con el profesor—. Jamás conocí a alguien como tú. Eres más que suficiente para este mundo. Eres tierna sin querer, callada, te preocupas por los demás tanto que aquellos que te importan demasiado abusan de eso. Amas expresar lo que sientes, pero tienes miedo de arruinar todo. Eres un poco agresiva y un poco impulsiva. Te gusta ayudar, aunque casi no sea posible. Das lo mejor de ti. Eres incluso más que suficiente —sonrió—. Nunca cambies como eres. Quizá hay cosas que te hacen un poco vulnerable, pero en serio amo cómo ves el mundo. Confías en el valor de cada persona, aunque no la conozcas. Sin importar lo que pase... siempre intentas ser fuerte. Te callas tus problemas, pero quiero que sepas que puedes confiar en mí.

La chica soltó una lágrima y de inmediato se la limpió. No quería verse vulnerable.

—Eso me faltó —Ethan se acercó y limpió las lágrimas de Merlí—. No te gusta dar lástima ni verte vulnerable porque te consideras independiente y fuerte, aunque seas muy sentimental.

La chica se rio un poco entre lágrimas.

—¿Lo descifré? —Ethan le sonrió.

Ella asintió, con pocas palabras que decir.

—No eres perfecta y no necesitas serlo. Eres lo suficiente y más para este mundo, y por eso el mundo no sabe cómo tratarte, porque has superado sus límites —ella tenía miedo de enamorarse de él, pero sabía que él trataba de comprenderla, aunque no supiera todo— así que deja de preocuparte por si eres suficiente para los demás, el resto nunca sabrá qué tan mal la has pasado, ni lo mucho que te ha costado, eres tú y solo tú, el centro de tu vida eres solo tu.

—Gracias —la chica se limpió las lágrimas y sonrió un poco.

—Si te duele demasiado el corazón, aquí estoy yo para decirte lo que eres y no ves —Ethan se levantó, le sonrió una última vez y bajó las gradas.

La chica no quería seguir llorando, así que respiró y se tranquilizó. Él se acercó a ella y le extendió su brazo, ofreciéndole la manga de su suéter para que se limpiara.

- Tomalá, no soy la clase de chico que carga pañuelos consigo, pero esto es lo que hay - bromeo provocando en Merlí esa sonrisa inocente.

—Ya —una vez se dio cuenta de que estaba completamente como antes, aunque con los ojos un poco hinchados.

El chico avanzo, pero se detuvo al no verla a su lado.

—¿Vienes o no? —preguntó Ethan con las manos metidas en los bolsillos del pantalón, desde la última grada—. Está por sonar el timbre.

—Voy —ella caminó rápido hacia él sintiéndose más ligera.

You're EnoughDonde viven las historias. Descúbrelo ahora