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La joven salió de la tina torpemente, sintiendo el gélido viento que entraba por la ventana ocasionando que sus vellos se ericen. 

Se había calmado un poco, su respiración ya no estaba tan entrecortada y ya no tosía. Se apresuró en buscar su pijama y vestirse, le daba un asco tremendo verse desnuda.

Al terminar de ponerse su pijama se metió entre sus cobijas para abrazarse a sí misma, horrorizada por lo que había pasado. Lo peor de todo es que esperaba algo así, pues no era la primera vez que ocurría.

Era triste pensar que si el maltrato no venía de su padre, venía de sus "madres". Estaba bastante afligida aún por lo que decidió desahogarse escribiendo en su diario. Aquel libro había sido testigo de todos los maltratos que sufrió nuestra protagonista, pues en aquellas páginas se encontraba redactado todo lo que había pasado a detalle sin omitir nada.

Empezó a escribir todo lo que había ocurrido esa tarde; desde el incidente de la piscina hasta lo último. Algunas lágrimas cayeron sobre las hojas, debilitándolas. Las secó suavemente y se quedó observando como la tinta se había difuminado por el agua.

Al culminar cerró el libro y lo escondió debajo del colchón, así dudaba que sus padres lo encontrarían.

El sueño y cansancio la mareaban hasta que por fin cayó en los brazos de Morfeo. Como siempre, tuvo desagradables pesadillas sobre sus distintos traumas y pasado. Ya se había acostumbrado a levantarse continuamente a mitad de la noche por aquellos sueños impidiéndole dormir tranquila, esa era la razón de sus ojeras.

Soñaba distintas cosas cada noche, y esta no fue la excepción. Soñó cuando vio a su padre abusar de su madre estando bajo los efectos del alcohol, algo que había presenciado cuando tan solo tenía 5 años.

Lo que no lograba comprender era por qué su madre biológica seguía con ese horrendo hombre, callando cada abuso y maltrato proveniente de esa escoria.

"Quizá lo disfrutaba también" llegó a pensar nuestra protagonista, lo que la deprimió aún más.

No podía retomar el sueño así que decidió seguir escribiendo el libro en el que estaba trabajando. También se trataba de romance, pero esta vez era algo más oscuro y con un trasfondo más turbio que lo acostumbrado.

Normalmente odiaba todo lo que tenía que ver con lo cliché, es decir, ¿acaso los escritores se habían quedado sin ideas para redactar siempre las mismas escenas? Quizá sí, pero ella no entraba en ese grupo, es por eso que era reconocida como la mejor escritora de Japón.

Odiaba aquellas historias en las que la protagonista se encaprichaba sin razón alguna y rechazaba al pretendiente porque sí. O sea, sería aceptable que tenga un fundamento válido pero en casi todas las "novelas" de romance que había leído en los tiempos más recientes, la protagonista rechazaba al joven porque "quería saber su reacción" o "no quería estar con él por el qué dirán".

No decía que eran motivos inválidos, sino que sentía que le quitaban drama a la historia y quedaba todo resumido en una historia cliché. O por ejemplo, cuando la protagonista es hija de padres o muy adinerados, o muy pobres. O es muy popular, o es la rechazada social de la clase. O es la guapa, o es la fea. O es la inteligente, o es la estúpida. No habían puntos medios, no existía el "depende" en sus características, lo que se le hacía aburrido.

Después de pensar en todo lo que le desagradaba terminó de escribir el penúltimo capítulo de su nuevo libro. Estaba satisfecha por como estaba quedando pero temía que nada superase a su último éxito.

Le volvió a dar sueño y se durmió nuevamente, esta vez teniendo un agradable sueño que no tenía hace bastante tiempo.

Soñó con el apuesto chico millonario que había conocido el día anterior.

Mi Eterna Inspiración (TOGAFUKA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora