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Llegó el lunes y como era de esperarse, Byakuya estaba nervioso. Tenía claro que Toko no le dirigiría la palabra hoy, así que ni siquiera lo intentaría, sin embargo, el día de hoy planeaba ejecutar su "plan".

Se alistó rápidamente y le comunicó a Aloysius que no lo espere ni lo recoja, pues llegaría más tarde de lo usual. El viejo intentó cuestionar pero antes de poder responder, el menor ya había salido de la residencia. 

Le preocupaba bastante, pues sabía que no estaba del todo sensato aún y eso era una gran señal de peligro, pero no estaba dispuesto a seguirlo y espiarlo, pues eso enfurecería al heredero.

El rubio fue llevado a la Academia por otro sirviente suyo, y al llegar quince minutos antes aprovechó en revisar el casillero de Valentine.

Había investigado el cómo abrir una cerradura sin la llave, así que se quitó un gancho del cabello y cuidadosamente la introdujo en la chapa. Su mano temblaba pues tenía antecedentes con el castaño, y no deseaba pasar por dirección nuevamente, así que procuró hacerlo lo más rápido posible.

Con bastante esfuerzo logró abrirlo, pero para su sorpresa no encontró nada, el casillero estaba totalmente vacío.

Llegó a pensar que se había confundido de lugar pero al revisar la guía de números en la que indicaban los dueños, teóricamente estaba en lo correcto.

Lo cerró y al darse vuelta se encontró con Peko Pekoyama, una estudiante un grado mayor que él. La vio junto a Fuyuhiko, compañero suyo, mientras que este la abrazaba por la cintura.

Ambos estaban charlando animadamente en el casillero de la peligris, y recordó que el caso de Natsumi tenía que ver con ellos, así que disimuladamente intentó escuchar. 

- ¡Anda dame un beso! - Dijo entre carcajadas el más bajo, mientras la contraria se sonrojaba.

- Maestro, lo haría con gusto pero...

- ¿Pero?

- Mhm... - La ojirubí dudó en responder pues le avergonzaba aquello.

- Dime, Peko, ¿que sucede? ¿te incomoda? - Insistió el rubio.

- ¡No..! Sólo que.... No encuentro mi cepillo dental... - Dijo bajando un poco el tono de voz.

- ¿Recuerdas donde lo puedes haber dejado?

- No... Ayer no lo encontré y pensé que estaría en casa pero no se encontraba ahí...

- No importa, cuando salgamos te compraré uno nuevo, ¿bien? - Respondió el más bajo con una sonrisa, mientras ambos se dirigían a su salón.

Pensó que lo que acababa de escuchar no era más que una conversación melosa de un par de tortolitos así que decidió no darle tanta importancia, mas no olvidarlo.

Se preguntó si tendría que estar espiándolos continuamente para ver si sacaban el tema de Natsumi y digan algo que le interese.

El timbre estaba por sonar por lo que se dirigió a su aula, encontrándose con el ojiavellana conversando con la escritora.

Decidió no molestarse en intervenir, pues sabía que solo empeoraría las cosas, así que sin más decidió apartarse y sentarse en su pupitre solitariamente.

Se percató que distintas miradas se posaban en él, y varias de ellas eran de Toko. Al verla de reojo podía observar su estado deprimente y más descuidado que de costumbre, le dolía que Valentine la haga sufrir así.

Aunque casi todos se encontraban cansados, ya que el sábado habían tenido la primera borrachera de su vida y vaya que se habían excedido, por lo que nadie se dignó a preguntar por los demás y así comenzó la clase.

Mi Eterna Inspiración (TOGAFUKA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora