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- No lo hagas, por favor. - La detuvo el ojiazul agarrándola de la muñeca con una mirada gélida.

- ¿Eh...? ¡Mi príncipe! ¡No se interponga en esto! - Intentó ordenar la ojirubi sin éxito.

- Syo... No lo hagas. - Repitió en un susurro, apretando el agarre.

- ¡Pero...! - La asesina miró de reojo a su futura víctima, la cual fruncía el ceño con furia.

- ¡Cállate maldito! ¡¿Qué más quieres?! ¡Ya te dejé a Toko! ¡Sólo debes dejar que me maten y todo acabará! - Vociferó el castaño acercando su cuello a las afiladas tijeras.

- ¡No! ¡Toko prometió no matar nuevamente! - Con un movimiento rápido, el rubio le arranchó las tijeras a Genocider y con sus últimas fuerzas las tiró a una esquina. Se tambaleó un poco y cayó al suelo siendo sujetado por Kirigiri, pues aún se encontraba muy débil.

- ¡Ja! Syo, no perdamos más tiempo, estoy seguro que deseas con todas tus fuerzas ya poder estar con Byakuya, ¿Por qué hacerlo tan duradero? Sólo hace falta que rajes mi cuello, y todo culminará. - Intentó convencerla.

La genocida estaba inmóvil mientras miraba el suelo. Desde que su existencia apareció, se autoconvenció de que no era ninguna enfermedad y era simplemente otra persona dentro del mismo cuerpo que Fukawa, pero... ¿Ella había prometido eso? ¿Prometió no matar aún sabiendo que eso la eliminaría por completo? ¿Byakuya estaba de acuerdo? Era consciente de que a Toko le aterrorizaban los asesinatos que cometía, pero, ¿Qué más daba? Tenía el mismo derecho de hacer lo que desee que ella.
No obstante, ahora era diferente.
¿Realmente debería matar a Naodai? ¿Matar a ese primer amor que sintió? ¿Matar al supuesto mejor amigo de Toko? No lo hubiese dudado si fuese un desconocido, pero sabía lo importante que fue para su compañera, y simplemente... Le costaba.
Se sentía extraña teniendo aquellos pensamientos tan "maduros" y "conscientes" sobre lo que hacía, tanto que le daban asco y vergüenza.

- Vamos Syo, no hacen falta tijeras, deseo que me ahorques hasta romper mi garganta... Por favor, hazme un último favor.... - Suplicó.

Por otro lado, la ojirubí estaba cuestionándose también en si esto podría ser una trampa del ojiavellana, es decir, no le sorprendería que con su muerte ocurriese algo peor.
Por primera vez en toda su existencia, decidió respetar a Toko, y no matar... Por lo menos por esta vez.

Agarró las tijeras, dispuesta a herir a Naodai para incapacitarlo y poder huir. Se acercó a él, y con un rápido movimiento se las clavó en el muslo, haciendo que este suelte un grito de dolor.

- ¡¿Q-Qué haces?! - Gritó el castaño mientras veía como la genocida se alejaba para ayudar a sus compañeros. - ¡Mátame! ¡¿Qué esperas?!

- No. No lo haré, prefiero que te pudras aquí. - Respondió con un tono tétrico y frío mientras que con ayuda de Kirigiri cargaban el cuerpo medio inconsciente del menor de los Togami. Parecía que la herida de la cabeza se había vuelto a abrir.

- Oh... Bien, lo supuse. - Dijo el persuasivo volviendo a su tono normal. - No quería tomar la vida de alguien ajeno, pero aquí estamos, solo para que Byakuya se lleve un recuerdito mío.

Sacó su celular, presionó un botón y murmuró algo, lo que hizo que Aloysius apareciese con una gran cantidad de explosivos por todo su cuerpo. El anciano estaba enmudecido por una cinta, tenía un auricular en el oído izquierdo, al parecer para recibir órdenes del secuestrador.

- Todo gracias a ustedes. Por Kirigiri pude pinchar el teléfono y ubicarlo, por Toko pude hacer que se involucre, y por Syo... Morirá. Escúchenme, soy alguien egoísta y desinteresado, salga de aquí o no, es muy probable que me sentencien a muerte por la famita que tiene este engreído, y no estoy dispuesto a usar mi habilidad, ¡Es aburrido!. Así que, si mi amor, Syo, no me mata, ¡Moriremos todos! - Exclamó con una gran sonrisa. - Señor, debió buscar otro empleo, estar de niñero con ese inservible es muuuuy peligroso, pero bueno, ya es muy tarde, me temo que volará en pedazos con todos dentro. - Dijo dirigiéndose a Aloysius, el cual portaba un rostro serio y un semblante decaído.

El heredero podía ver y escuchar todo lo que ocurría, más por su estado no tenía fuerzas de pararse si quiera. Kirigiri intentó inmovilizar al castaño pero este le hizo la señal que, con un solo botón, todo explotaría. La detective no podía arriesgarse.

La genocida estaba atónita, no tenía idea de qué hacer, pero tenía algo en claro. Prefería fallarle a Byakuya que quitarle a su ser querido. Con sus genotijeras se acercó a Naodai pero este la detuvo.

- ¿Mhm? ¿Qué haces? - Preguntó con un tono inocente.

- Voy a matarte, escoria.

- ¡Oh no! Ya es muy tarde, la oferta ya acabó. Por eso chicos, aprovechen las oportunidades que les presenta la vida, pueden ser muy efímeras. - Se burló nuevamente. - Bueno, hagan lo que hagan, igual todo explotará. Me ataquen, protesten, griten, intenten matarme, el resultado será el mismo. Byakuya, se un buen niño y despídete de tu mayordomo. ¡Oh! Bueno, debería decir prácticamente padre porque... Ustedes saben, problemas familiares haha... Que incómodo...

El rubio sentía una gran impotencia, no podía siquiera moverse por lo mal que se encontraba, su cabeza ardía y sentía como poco a poco se drenaba la sangre que Kirigiri intentaba contener con un pañuelo. Lágrimas empezaron a salir rogándole al cielo que todo fuese un sueño, y que todo vuelva a la normalidad.

¿Todos morirían? No podía acabar así, Aloysius no podía morir, ni Kyoko, ni Toko, ni él. ¿Por qué sucedió todo esto? ¿Qué probabilidad había? ¿Por qué justo ellos se encontraron con un psicópata? Todo le parecía tan ridículo, fantasioso, cómo si fuese una historia barata para leer y eliminar por lo mal escrita que estaba.

Intercambió miradas por última vez con quién había sido un padre para él, quizá la primera y única persona a la que había amado tanto y con quién se había sentido seguro. Todo se volvía borroso, el dolor aumentaba y sentía que se desmayaría en cualquier momento. Si no despertaba, esperaría encontrarse con su padre en algún lugar.

Naodai estaba algo decepcionado, pues su plan ya no parecía una obra de arte indescifrable, sino un simple atentado, pues sin más elección mataría a tres estudiantes y un anciano. Pero, ¿Qué más da? En realidad ya no le importaba nada, había experimentado todo y le daba igual si moría, aunque en su cabeza seguía la idea romántica de fallecer con su nuevo amor.

Todos se encontraban en un profundo silencio mirándose mutuamente mientras eran víctimas de lo que inició siendo alguien peligroso y temido, a ser un simple loco más.

Después de un breve suspiro, se escuchó el "click" del botón, y el estallido inundó la habitación.


Hola. Estoy de vacaciones. Eh... No me gusta en absoluto como va transcurriendo el final, ni el desarrollo de todo, porque perdí el rollo de la historia por la escuela. He re leído varias veces los capítulos anteriores para intentar darle un buen final, pero estoy segura de que este no era el original, olvidé escribirlo.

Aún quedan un par de capítulos, pero es posible que en un futuro reescriba todo desde el cap 32.

Gracias a todas las personitas que empezaron a apoyar la historia!

Mi Eterna Inspiración (TOGAFUKA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora