La asesina despertó encontrándose sola en su casa, era algo tarde por lo que una sonrisa apareció en su rostro, tenía sed de sangre.
Fue al baño para alistarse y se encontró con sus ojos hinchados.
"¿Qué había pasado?" Se preguntaba, por lo que empezó a investigar.
Prendió su celular y se dirigió al buzón, encontrándose con aquel mensaje del rubio. No quería admitir que a ella también le dolía pero de alguna manera se lo esperaba, estaba segura que señorita depresiones la había cagado otra vez.
La escritora siempre le echa la culpa a ella de absolutamente todo, por eso es que el alter ego prefiere que los chicos mueran en vez que se alejen de esa manera de Toko.
A Syo le quemaba en el orgullo, ¿Qué había hecho la depresiva? Lo que sea que haya pasado, había sido grave.
Si fuese una persona cuerda intentaría arreglar las cosas con el heredero, pero en ese momento no estaba de humor.
Su parte inferior empezó a mojarse imaginando al rubio cubierto de sangre y heridas, clavado en la pared con sus genotijeras.
Decidió dirigirse a la residencia del mayor para tomar venganza, ¿Quién se creía como para hacerla llorar?
Sabía que era probable que la estúpida deprimida sintiese algo más que amistad por él, y es por eso que con mayor razón debería morir.
Sin pensarlo más se dirigió apresuradamente a la mansión de su compañero con intención de acabar con él.
En el camino no encontraba a nadie que le llamase la atención como para reemplazar la víctima, al parecer el destino si deseaba que el ojiazul muriese.
Después de una larga caminata llegó, por lo que decidió colarse por la ventana. Conocía la casa a medias, así que podría guiarse.
Trepó por las baldosas de la pared exterior, encarando con la ventana de la sala de estar del segundo piso.
Intentó abrirla con cuidado pero estaba con cerrojo, por lo que hizo un truco con sus genotijeras y logró abrirlas. Primero pensó en romperlas pero no deseaba hacer tanto ruido, no sabía si había alguien cerca.
Entró sigilosamente en el oscuro cuarto, mirando atentamente a su alrededor mientras se aseguraba que nadie esté por ahí. Todo estaba apagado, por lo que asumió que ya nadie estaba despierto exceptuando los guardias de la puerta delantera.
Exploró la lujosa mansión hasta llegar al marco dorado de la habitación del rubio. Para su sorpresa la puerta no estaba con llave, pensó que sería más precavido al ser un joven tan cotizado.
Lo encontró tirado en su cama durmiendo como un bebé, al lado suyo yacía un libro abierto de par en par y una lámpara de mesa a su costado, al parecer se había quedado dormido mientras leía pues aún llevaba sus gafas.
Se acercó con cuidado a la cama para verlo más de cerca, estaba muy hermoso. El dorado cabello le rozaba delicadamente el rostro, su pecho se alzaba levemente al son de su respiración, todo era perfecto.
Desvió su mirada hasta el libro que estaba al costado, una expresión de sorpresa se dibujó en su rostro al reconocer la portada. Era una de las obras de su alter ego.
Una sonrisa de ternura iluminó la cara de la genocida, pese a todo deseaba disfrutar los últimos momentos con él.
¿Por qué le importaba tanto? La que había pasado más tiempo con él era señorita depresiones, ¿por qué ella..?
Sacudió la cabeza espabilando en el acto, este chico guapo merecía morir esta noche.
Cuidadosamente le quitó las gafas para visualizar su rostro aún mejor. Sus ojos brillaron al presenciar tanta hermosura, Byakuya era aún más atractivo con su cara descubierta.
Los deseos carnales de la asesina empezaron a brotar por todos su cuerpo cual chispa que recorría su espina dorsal. Acercó su cara a la del contrario, sintiendo su respiración en los labios.
Con su larga lengua empezó a lamer la comisura de sus labios mientras desabrochaba la camisa de pijama que llevaba.
- ¡Ah!~ ¡Tan hermoso!~ - Chilló la pelimorada mientras bajaba a su cuello.
El heredero despertó de su sueño pesado al sentir todas esas caricias, empujando a la contraria como acto reflejo.
- ¡¿F-Fukawa?! - Alzó la voz el ojiazul bastante sorprendido. No contó con que su amiga no se encontraba ahí, sino la loca asesina.
La ojirubí se abalanzó hacia él haciéndolo caer de vuelta a la cama. Ambos cuerpos se juntaron mientras que la pelvis de la muchacha chocaba con la entrepierna del rubio.
- S-Syo.. D-Detente - Intentó ordenar el heredero definitivo pero fue en vano, la genocida lo besaba apasionadamente mientras mordía sus labios. Por enésima vez el contrario intentó apartarla, pero la fuerza sobrehumana de la pelimorada era imposible de detener.
- ¿Cómo osas pedir compasión, mi príncipe, si le has roto el corazón a la pobre depresiva? ¡No tienes piedad! ¡AJAJAJAJAJAJAJA! - Rió exageradamente mientras se arrimaba más a él.
- ¡¿De qué hablas?! S-Suéltame maldita sea - El joven no había dejado de pensar en la escritora durante toda la tarde y noche. A pesar de que sus planes de visitarla fueron frustrados, su mente yacía con ella mientras leía una de sus obras maestras. Sabía que era algo inusual que jamás le había ocurrido antes con ninguna persona, por lo que era impredecible su comportamiento. Lo que más le preocupaba es que *eso* reaccionase a los tocamientos de Syo, sería realmente degradante...
¿En qué estaba pensando? Ahora mismo su vida corría peligro, no era momento de preocuparse por aquellas estupideces hormonales.
- ¿Acaso no recuerdas lo que le dijiste? ¡Qué cruel! - Dijo burlona la asesina, confundiendo aún más al ojiazul.
- ¡No entiendo nada de lo que dices! ¡¿Qué haces aquí?! - Exclamó en busca de respuestas mientras caía en cuenta que si Syo se comportaba de esa manera, sólo significaba su muerte.
- Tu hora ha llegado, cariño. No quería ni planeaba matarte, pero es realmente molesto andar con los ojos hinchados y debes pagar por eso. - La asesina sacó su primera tijera intentándola clavar en el pecho del contrario pero él con todas sus fuerzas la detuvo.
Intentó emplear las artes marciales básicas a las que había asistido en su infancia, así que cruzó las piernas por las caderas de la contraria mientras giraba su torso, así quedando arriba de ella.
- Ah~ ¿Ahora vas a dominarme?~ - Gimió la ojirubí, sonrojando un poco al heredero.
- No digas tonterías, somos amigos, prometiste no matarme. Además, no tengo idea del mensaje del que hablas, me despedí bien de Toko hoy... - Confesó el rubio.
- ¿Ehhhh?~ ¿Entonces quién envió ese mensaje tan cruel?~ - Preguntó la genocida sin atacar a Byakuya, creyendo en su palabra.
- No lo sé. Perdí mi celular hoy, pero tengo sospechas de quién pudo haber sido el culpable.
- Oh.. ¿Quién? - Preguntó ya distraída la pelimorada.
- Valentine. Cuando me atacó hoy desapareció mi celular. - Recordó con molestia el joven.
- Ah. Se muere por la estúpida de Toko, ¿sabes? Ten cuidado~ ¡Aunque tu eres mío, mi príncipe! - Chilló la adolescente mientras se apegaba bruscamente al cuerpo del contrario.
Byakuya intentó ignorar ese último comentario, pero sospechaba que Valentine sea una especie de enfermo celoso con su amiga.
Ya con los términos aclarados con la asesina serial, no tuvo intenciones de atacarlo, incluso se disculpó por los inconvenientes.
La ojirubí planeaba irse antes que Toko volviese inesperadamente, pero el rubio la sostuvo del brazo.
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Mi Eterna Inspiración (TOGAFUKA)
FanfictionIntentaré actualizar lo más seguido posible. Togafuka, si no te gusta el ship puedes ignorar esta historia.