33

183 25 4
                                    

Despertó, pero no vio nada más que un oscuro vacío. En los primeros instantes no recordó donde se encontraba, ni que había pasado, pero la voz del poeta le devolvió todos sus recuerdos.

- Muy bien, te pasaste la beta del juego, ¿ahora que harás? - Se burló el castaño. - No hay final aún, ¿sabes? Quizá te quedes atrapado en este nivel para sieeeeempre~ - Se carcajeó.

El heredero intentó moverse, pero estaba atado de pies y brazos en una silla, debía tener cuidado en no caerse, pues llevaba una venda en los ojos y sería mucho peor estar en una posición desventajosa. 

Su respiración se agitaba al sentir y escuchar como los pasos del contrario rondaban alrededor de él. La mayoría de sus pensamientos se basaban en Toko, no quería acabar de esta manera, mucho menos después de haber discutido con ella.

Decidió no decir nada por el momento, pero sentía un terror sincero hacia lo que podría ocurrir.

- ¿No responderás? No evité colocarte una mordaza por ser buena gente, ¿sabes? Quería conocerte mejor. - Dijo, mas no tuvo respuesta. - Me estás poniendo de mal humor, y eso que fui delicado al amarrarte... - Se quejó.

El ojiazul intentó no demostrar miedo ni debilidad, pero el temor lo consumía poco a poco. Sus pensamientos repetían que él era un Togami, y no debía verse doblegado ante esta situación, tenía que buscar alguna manera de escapar de este secuestro, después de todo, ya tenía las pruebas.

- ¿Oh? ¿Piensas en esto? - El castaño golpeó levemente la cabeza del heredero con el celular. - No te preocupes, nadie sabrá nuestro secreto. Aparte, lo que has visto es muy feo, ¿por que no lo reemplazamos con recuerdos bonitos? Tuviste suerte en ser lento y no haber sacado fotos... Sino sería más drástico contigo.

De un momento a otro sintió como le tomaban de la mejilla y como abusaban de sus labios. Volteó la cara para rehusarse pero la fuerza del contrario era mayor. La lengua del poeta se inmiscuyó junto con la suya, hasta que escuchó un "click".

- ¡¿Qué haces?! - Gritó el rubio bastante exasperado. 

- Oh.. Por fin hablas. Bueno, me quedaba con el beso que le diste a Toko, ahora es mío jiji~ - Respondió animadamente el castaño quitándole la venda de los ojos.

El ojiazul pudo observar la foto que acababa de tomar el ojiavellana, su rostro palideció. 

- ¿Q-Qué es lo que harás con eso? - Dijo intentando parecer lo más calmado posible, fallando estrepitosamente. 

- Owww... Byakuya tartamudeando, pareces una colegiala enamorada. - Se burló cínicamente. - ¡Ahhh! ¿Acaso mi historia de amor con uno de lo Togami está por iniciar? - Empezó a dar saltitos para enojar aún más al de lentes.

- ¡No digas tonterías! ¡Te ordeno que me sueltes, maldito! - Gritó el rubio ya con la paciencia colmada. 

- ¿Eh...? Bien... Con que así quieres las cosas... - La actitud del más alto cambió totalmente, dibujando un rostro serio. Se acercó a él y le dio una fuerte cachetada. - De aquí en adelante, yo hablo y tú escuchas.

El rubio enmudeció y se mantuvo cabizbajo.

- Creo que es obvio el por qué estás aquí, probablemente me espiaste y encontraste este cuchitril. - Dijo el castaño dando vueltas por la sala. - Ahh... Byakuya, Byakuya... - Se acercó al nombrado. - Yo quise evitar esto, ¿sabes? Por eso tomé rutas distintas cuando iba con Toko a mi casa, justamente porque no quería que esto sucediese. - Afirmó con una cara triste y decepcionada. Estás en esta situación porque trataste de adelantarme, y claramente fracasaste. 

- ... - El heredero no tenía más opción que escuchar.

- Además, creo que sabes más de lo que alguien normal debería saber. - Sonrió, juntando su rostro con el del contrario. - Tú sospechaste de mí apenas llegue a Kibogamine, ¡no sabes lo excluido que me sentí! - Hizo un puchero. - Recordando que eres el heredero de los Togami, no me sorprendería si posees información confidencial. - Se alejó y volvió a caminar por la habitación. - ¿Reconoces esto? - Le mostró la noticia de "Naodai Stonem". 

- Sí. - Respondió cortante.

- ¡Diiiing! Diste en el clavo, este chico soy yo. - Sonrió genuinamente. - ¡Sí! Y tus conclusiones fueron acertadas. Yo maté a Natsumi Kuzuryuu.

El ojiazul palideció, se lo esperaba pero al estar cara a cara con la verdad que tanto había pensado, era inimaginable. 

- ¡No me mires como un monstruo, que no lo soy! El villano aquí es mi padre, no yo. - Hizo un mohín deprimente. - Ya que me descubriste, déjame contarte todo el contexto.

"Había una vez, una familia muy muy muy pobre, que antes de tener hijos ya era bastante disfuncional. - Dijo sarcásticamente. - Un día, la mujer se embarazó y parió a una niña. Ella era Peko. 

El padre pasaba tanto tiempo fuera que ni siquiera se había dado cuenta que su esposa estaba embarazada y había dado a luz. Por fin entendió todo cuando encontró a una pequeña bebé durmiendo en su cama. - Prosiguió. - Al señor no le gustó la idea de tener un hijo, pues lo primero que pensó fue que había sido producto de un engaño. Además, no le entusiasmaba tener una primogénita, según él necesitaba un hombre para mantener a la familia. 

En contra de la voluntad de la madre, dejaron a esa pequeña e indefensa bebé en la calle, junto a una carta. La mujer había dejado el poco dinero que tenía en ese sobre, para que cualquier buena persona que desee llevarse a la criatura, no gaste los primeros días. Tal fue su suerte que aquella cesta llegó a las manos de la Sra Kuzuryuu, quien se apiadó de ella. 

Pensó en que sería bueno que su futuro heredero tenga a alguien como herramienta o guardaespaldas, así que se la llevó. Ahí nació Peko Pekoyama. 

La cuestión es que nací un par de años después aproximadamente, y al enterarme que tenía una hermana mayor perdida, puse todo mi empeño en buscarla, y gracias a mi talento mientras fui creciendo, pude localizarla, y darme con la sorpresa que entraría a Kibogamine.

Pero había un molesto estorbo, una piedra en el zapato. Natsumi, la hermana de su amo.

Esa perra me estaba hartando desde que di con el paradero de mi querida hermana. Muy aparte que sea la herramienta del enano ese, Peko tenía que lidiar con Natsumi y hacer de nana. Lo peor, era que por cada error que cometía la mimada esa, castigaban a mi pobre hermanita. Cada vez se hacían más severos los castigos, desde latigazos hasta días sin comer, y obviamente que el idiota de Fuyuhiko intentaba evitarlo, pero ese fanfarrón no tiene autoridad alguna. 

La cuestión es que por algunas artimañas mías, di con que Sato quería deshacerse de ella y pues me pareció una magnífica idea. Ideamos un plan pero la zorra esa me intentó culpar, por lo que terminaron matando a mis padres, y tuve que cambiar mi identidad y algo de mi aspecto. Claro que ella terminó muerta porque gracias a las investigaciones, dieron con que ella era la culpable.

Cuando todo parecía haber acabado, Peko se acercó a mí y me amenazó a muerte. ¡Pensó que era un acosador suyo! Por más que le mostré pruebas de que era su hermano, ella no me creyó y prefirió al imbécil de Fuyuhiko." - Al llegar a ese punto, su voz se quebró un poco.

- Pero ahora... Toko es mi salvación, ella me comprende perfectamente, estamos hechos el uno para el otro... Fui el primero en enterarme de su doble personalidad, ella confía en mí, tú no eres nadie a comparación mía, Byakuya. - Dijo con una sonrisa mientras algunas lágrimas resbalaban por sus mejillas. 

- No es cierto, ella-

- Ella es mi salvación... ¡Y NO ME LA VAS A ARREBATAR! - Corriendo, Naodai se abalanzó hacia el rubio, mientras que pegaba un táser a su pecho, electrocutándolo. 

Mi Eterna Inspiración (TOGAFUKA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora