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Era un viernes por la tarde y los alumnos como siempre se quedaban a limpiar los salones. Todos ayudaban, incluso Byakuya que era uno de los más reacios a realizar aquellas actividades de "plebeyos".

Últimamente había estado evitando a Toko, pues desde su extraño comportamiento al escuchar el rumor sobre la Genocida Syo, estaba siendo más escéptico en sus interacciones con ella.

No lo hacía porque no quisiese pasar tiempo a su lado, sino que mientras más avanzaba la investigación, dudaba más de ella. Es que era imposible no sospechar, no quería sentirse culpable pues sabía muy bien que para investigaciones las emociones deben estar de lado.

Por el momento estaba ayudando a borrar la gran pizarra cuando de pronto la pelimorada se le acercó.

- T-Ten las t-tizas - Entregó en una bandeja pequeña las diferentes tizas de colores. Byakuya las recibió sin dirigirle la mirada y siguió limpiando la pizarra.

Sentía que ella seguía detrás suyo, por lo que cada vez era más difícil ignorarla.

- ¿E-Estás enojado p-por algo? - Preguntó la ojerosa a lo que el rubio dudó en responder. ¿Qué se supone que le diría? ¿Que sospecha de ella? No podía decírselo, entorpecería su investigación.

- No Fukawa, no estoy enojado, estoy ocupado. - Afirmó haciendo énfasis en la última palabra para que la contraria se retirase de su vista.

La labor de Byakuya terminó y fue en busca de aquel albino con el que tenía una charla pendiente.

Salió del aula dirigiéndose a la clase 77, cruzándose justo con Komaeda.

- Oh.. Lo siento, mi culpa haber chocado contigo... - Se disculpó el peliblanco intentando huir pero el ojiazul lo sostuvo del brazo.

- Tenemos asuntos pendientes. - Dijo, arrastrándolo del antebrazo derecho hasta la entrada, siendo todo presenciado por una curiosa castaña.

Lo arrojó a su limosina y el conductor empezó la trayectoria, básicamente lo había secuestrado.

El albino estaba atontado procesando la situación, tosiendo de cuando en cuando por su enfermedad. El joven heredero no despegaba sus ojos de él, examinándolo intentado encontrar alguna señal de sospecha.

Después de varios minutos llegaron a la residencia Togami, lo que asombró al enfermo pues nunca había presenciado tal monumento, y sobretodo porque pensó que lo llevarían a una sala de tortura...

El albino se sobresaltó, pensando en que quizá habría una de esas habitaciones en la residencia Togami, lo que llamó la atención del rubio y lo miró fijamente.

- Te lo explicaré arriba. - Afirmó al bajar del coche, guiando a su "invitado" a la sala de conferencias. Se aseguró de que no haya nadie ahí, desactivó las cámaras y activó el sistema de máxima seguridad.

El pálido joven estaba sentado en un sofá algo atemorizado, su escuálido cuerpo temblaba ligeramente y no por el miedo, sino por lo debilitado que se sentía.

- Tú empezaste el rumor de la Genocida. Habla. - Ordenó el más joven de los Togami, atemorizando al contrario.

- No sé que quieres que diga... Todo lo que sé, están en los rumores. - Respondió desviando la mirada.

- No soy tan estúpido como para creerme eso, claramente sabes quién es la genocida. - Dijo duramente el rubio.

- ¿Para qué quieres saber todo esto? - Preguntó, desviando el tema.

- Eso no te incumbe, solo respóndeme. ¿Quién es la genocida? - Habló más fuerte el ojiazul.

- ... - El joven se lo pensó varias veces. ¿Debería decir que era Toko Fukawa? Sabía que era cercana de alguna manera a Byakuya porque siempre los veía juntos en los recesos, pero... ¿Era realmente necesario? Es decir, la diversión del misterio se acabaría si revelaba su identidad...

Admitía que no deseaba revelar la identidad de aquel asesino en serie, lo admiraba de alguna manera y le halagaba haber sido escogido víctima. Sin embargo, se encontraba en una situación que lo ponía en duda. ¿Qué era capaz de hacer Byakuya para tener esa información?

- No sé. - Respondió el albino haciendo que el contrario soltase un gruñido.

- Dime. - Exclamó el heredero cada vez más impaciente. - ¿Cuánto dinero quieres? - Ofreció intentado comprar su respuesta, a lo que el enfermo soltó una débil carcajada.

- Byakuya, ¿Crees que el dinero importa? Puedo ganar la lotería tantas veces quiera.. - Rio el mayor haciendo enojar aún más al de lentes, el cual lo soltó. - No puedo creer que el gran Byakuya Togami no sea capaz de resolver ese misterio. ¿Por qué no pones algo más de esfuerzo? - Preguntó en tono burlón. - Es decir, eres el heredero por tus dotes, ¿Verdad? Esto no debería ser tan difícil para ti si tienes acceso a información clasificada...

- ¿Tú por qué dices eso? ¿Por qué lo asumes? - Se acercó el menor sujetándolo del cuello. ¡¿Cómo demonios sabía eso?!

- Es increíble lo que puedes saber por tu suerte, pero piénsalo... Intenta que el apellido Togami no te quede tan grande. - Se burló el peliblanco haciendo que el contrario esté a punto de perder los cabales. Luego recordó que tenía modales de élite y no podía hacer nada obsceno como insultar. Pese a que se moría de ganas, no estaba dispuesto a realizar métodos poco convencionales para sacarle información, no lo torturaría.

- Tú no sabes nada, eres un inútil. Desaparece de mi vista. - Ordenó el ojiazul bastante ofendido, a lo que el mayor se zafó de la situación.

Claramente Nagito sabía lo que tuvo que pasar el rubio para llegar a ser heredero, sólo lo hizo para provocarle. Sabía que tenía clase y no le haría nada en este punto, sino que buscaría otra manera de sacarle provecho, por lo que tendría que tener cuidado.

El rubio se regañó mentalmente por pensar en pedir ayuda de tal inútil como Komaeda, maldecía su suerte. ¿Por qué tuvo que ser *él* el que sufriera el ataque? Todo complicaba las cosas.

Pese a todo, no se rindió y decidió seguir investigando por su cuenta, pero antes quería hablar un poco más con Toko. Tenía en cuenta que ella sabía algo, por más mínimo que sea, aparte de ser sospechosa tiene información. Su próxima parada sería ella, intentaría ir a su casa para recolectar la mayor cantidad de pistas posibles.

Togami sabía que se había distanciado de ella por ser sospechosa y lo que eso implicaba. Sabía que si ella era en realidad la genocida, por mucho que la admirarse tendría que tener cuidado y casi siempre estaba a solas con Toko, por lo que sería un riesgo potencial si resulta ser Syo.

Estaba decidido, al día siguiente iría a su casa sin avisar por supuesto, para sacarle información. Agradecía la amabilidad del Byakuya del pasado en ofrecerle llevarla a su hogar, pues ahora sabía dónde quedaba. De todas maneras, está desesperada por su atención. ¿Qué podría salir mal con ese plan?

Mi Eterna Inspiración (TOGAFUKA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora