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El rubio se había quedado solo en la habitación después de ser testigo de todo aquel drama. La cabeza le punzaba, los ojos le ardían, tenía náuseas y su corazón dolía.

Estaba confuso y asustado, se sentía un infeliz con el corazón roto, pero sabía que todo era culpa de Valentine.

Tenía que encontrar la manera de culparlo para acabar con él de una vez, pues ya había saboteado su relación con Toko varias veces y la paciencia se le había agotado.

Salió del cuarto para darse cuenta que su amada y el castaño se habían ido ya, por lo que no tenía más motivo para quedarse. Sin más, recogió lo que había llevado y caminó torpemente entre los cuerpos dormidos de sus compañeros, le avergonzaba haber sido parte de esta noche tan vulgar.

Condujo hacia la mansión encontrándose con Aloysius esperándolo en la entrada, con una mirada de preocupación. Entró y el mayordomo lo sostuvo del brazo mientras le ofrecía una taza de té.

- La señorita Fukawa... - Inició el viejo.

- Ya lo sé, se ha ido, ¿verdad? - Preguntó el ojiazul mirando al suelo.

- Así es, imagino que sucedió algo no tan agradable...

- ¿Para qué me diste este té, Aloysius?

- Para que le ayude a recordar, debe tener resaca. - Sonrió paternalmente acompañando al menor hacia su pieza, ayudándolo a subir pues arrastraba los pies torpemente por los mareos. - Recuéstese y descanse, quizá aparezcan más síntomas.

- No, debo buscar a Toko... - Refutó el rubio apartando la mano del mayor y dispuesto a levantarse. 

- Por favor, no haga nada impulsivo, descanse y piénselo bien. - Detuvo el viejo volviéndolo a recostar en la cama pero eso sólo enojó más al heredero.

- ¡No! ¡No permitiré que sufra de nuevo! ¡Ese idiota no puede salirse con la suya! - Forcejeó un Byakuya claramente mareado y fuera de sus cabales, por lo que terminó desplomándose en el suelo mientras su mayordomo lo sostenía.

El peliblanco no culpó a su niño, sabía que estaba desesperado y tenía algunos efectos del alcohol aún. De alguna manera le preocupaba que demuestre de manera explosiva sus emociones, pues jamás había lidiado con alguien tan difícil como el menor, y mucho menos en su estado emocional. 

Se limitó a acariciar sus cabellos dorados mientras que el ojiazul lloraba desconsoladamente en su regazo, ya luego le regañaría por conducir algo ebrio.

Cuando le recomendó abrirse con la escritora, no pensó que se enamoraría de esa manera. Deseaba cuidarlo y evitar que salga dañado, pero sabía que tenía que experimentar las situaciones por sí mismo, de lo contrario jamás sería un hombre fuerte.

Con tan solo ver las lágrimas de su retoño, en su cara también rodaban estas, pues era consciente que aún le aguardaba mucho sufrimiento. De por sí, Byakuya era alguien insensible y objetivo, pero jamás imaginó verlo en este estado por alguien, y le aterrorizaba el hecho de que vuelva a cerrarse como a un inicio.

Lo abrazó fuertemente para calmarlo, dejándolo dormido. Lo recostó en su cama nuevamente y arropó con varias frazadas. 

Al salir de la habitación pensó en lo que había dicho la señorita Fukawa, y el joven que vino con ella era de quien hablaba Byakuya. 

"Así que un triángulo amoroso, ¿eh?" Sonrió con nostalgia mientras recordaba su juventud, y decidió no darle más vueltas al asunto. A veces no había que cuestionar tanto a los adolescentes, pues a su edad las emociones se sienten cual montaña rusa.

Sin embargo, algo le daba mala espina. Ese chico con el que entró la escritora se veía... sospechoso. Deseaba ser objetivo y dejar de lado un momento a Byakuya, pero de por sí sentía que el castaño ocultaba algo, y no precisamente bueno.

Quizá los años vividos le estaban jugando en contra y tal vez no era como pensaba, pero debería tener cuidado con él pues no permitiría algún atentado contra su niño o.. 

Dejó su paranoia paternal de lado y volvió a sus quehaceres de mayordomo.

.

.

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Despertó con un poco de dolor de cabeza, miró por su ventana y se dio cuenta que ya estaba anocheciendo. Se colocó los lentes cuidadosamente mientras notaba la hinchazón en sus ojos. Con bastante esfuerzo, recordaba todo lo que había pasado la noche anterior.

Los recuerdos vinieron a su cabeza cual flashes rápidos, los juegos, el primer beso, Valentine, Fukawa gritándole... Todo, y terminó en la conclusión más obvia; todo era culpa del ojiavellana. 

Se supone que había acabado la noche bastante bien con Toko, y de la nada en la mañana siguiente se veía hecha una fiera... Estaba claro que ese amiguito suyo había vuelto a hacer algo en su contra, ¿Pero qué?.

Intentó recordar detalladamente todo lo que le dijo Toko.

- Flashback - 

 - No lo recuerdas, ¿verdad? Él tiene razón... Usas la misma técnica... Siempre.

- ¿De que hablas? - Preguntó extrañado, pues tenía recuerdos borrosos de la noche anterior.

- ¿Por que no intentas recordarlo? ¿Acaso quieres todo masticado? Piensa un poco, decepcionas. - Contestó venenosamente la pelimorada.

- Deja de hablar con acertijos. ¿Por qué estás molesta? - El ojiazul se acercó hacia su amiga intentando tocar su brazo.

- ¡No me toques, asqueroso! - Gritó la ojigris alarmando al contrario. Byakuya se sentía herido, y no podía recordar si la había cagado la noche anterior. Su corazón ardía al ver como la chica de la que estaba enamorado lo rechazaba de esa manera.

- ¿Qué te pasa? - Preguntó tragando la saliva fuerte.

- No, ¡Yo soy la que debería preguntarte eso! ¿Planeabas aprovecharte de mi vulnerabilidad? ¿Cómo lo haces con todas? Claro, ¿Cómo es que el gran Byakuya Togami me dejaría estar en su casa así de gratis? - Gritó la escritora despertando al poeta, quien ingresó corriendo.

- Aléjate de ella, enfermo. - Amenazó, llevándose a Toko y dejándolo a solas.

- Fin del flashback -

Oh. Lo más probable es que haya inventado algo como "Byakuya es un mujeriego". - Pensó, lo cual no le sorprendía en absoluto pues siempre le decían que tenía pintas de serlo, aunque cuando lo conocían claramente no era así.

¿Pero sólo con decirlo sería suficiente para convencer a Fukawa? - Se preguntó, pero sabía que debió haber falsificado algo, o haber inventado una situación que lo incriminase. Sabía como era el poeta, le asqueaba lo manipulador que podría llegar a ser pues de alguna manera... Le recordaba a sí mismo. 

No. ¿En que estaba pensando? Byakuya Togami no es como tal escoria, y debía demostrarlo. No caería tan bajo como incriminar a Valentine de algo mucho peor, pues Toko pensaría que los dos son unos idiotas y se alejaría de los dos. Simplemente empezaría a investigarlo a fondo, algo debería encontrar que sea verídico y que demostraría su culpabilidad.

Le frustraba demasiado que su amiga tenga más confianza en el castaño, pero en parte lo entendía pues lo conocía mucho más tiempo. 

No hacía falta decir que su orgullo estaba pisoteado, pero no dejaría que el poeta se salga con la suya de una manera tan vil. 

Automáticamente recordó la ficha que encontró en su biblioteca aquel día, y un foco se encendió encima de su cabeza.

Debo demostrar si realmente tiene relación con el asesinato de Natsumi Kuzuryuu. - Pensó, decidido en llevar a cabo el plan que acababa de armar.


Mi Eterna Inspiración (TOGAFUKA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora