El rubio estaba algo dudoso y ya no porque no le importase lo que sentía la pelimorada, sino por la vergüenza de llegar una hora tarde.
"No, debo admitir mi error" pensó. Irónicamente siempre creía que jamás se equivocaba, y era bastante reacio a admitir sus errores pero quería ser una mejor persona... Sabía que era inmaduro de su parte culpar a su pasado y a sus triunfos por ser como es, por lo que no podía permitirse esa mala reputación de niñato engreído.
Decidió que conduciría él mismo hacia la casa de Toko, pues quería algo de privacidad.
Entró al auto y se dirigió por la ruta que recordaba. Sabía que estaba algo lejos por lo que calculaba que en una media hora llegaría.
Después de aquel tiempo transcurrido llegó a la maltrecha vivienda. Respiró profundamente y tocó la puerta.
Después de unos segundos la ojerosa (la cual había estado llorando por pensar que la habían plantado) abrió la puerta.
Los dos se miraron fijamente, examinando los vestuarios del contrario.
Byakuya por su parte portaba una camisa y pantalón negro con una corbata roja, un saco bastante elegante y zapatos color abedul.
Toko portaba un vestido estilo oriental color lila, el cual combinaba con su cabello. Estaba maquillada, portaba distintas joyas que eran notoriamente falsas pero lucían increíbles, y unos zapatos altos color plateado. Llevaba el cabello amarrado en una coleta con un collet de flor adornando su cabeza.
Ambos estaban terriblemente hermosos, por lo que sus ojos no se despegaban del contrario.
El rubio notó los ojos hinchados de la escritora y su primer pensamiento fue "no me importa" pero luego recordó lo que había hablado con Aloysius y procedió a hablar.
- Toko... Lamento haber llegado tarde. - Se disculpó haciendo una reverencia. Sentía que era humillante, pero sinceramente se lo merecía por ser tan insensible. - ¿Aún podemos salir? - Preguntó tragándose el ego lo mejor que pudo.
- ¡C-Claro! - Exclamó la joven bastante animada sorprendiendo al contrario.
Byakuya sabía que otro lo hubiese mandado a la m, pero ella era diferente, de todas maneras no quería abusar de su confianza y por eso esta sería la última vez que llegase tarde.
- Vamos entonces. - Respondió el rubio con una sonrisa.
Se adentraron al auto y el mayor condujo hacia su destino. No se dijeron absolutamente nada, pero no fue un silencio incómodo, al contrario, fue reconfortante.
Después de algunos minutos llegaron a su destino, y Byakuya vio a algunos paparazzi por ahí. Sabía que sería una noche difícil
Se encaminaron hacia la entrada y les guiaron hacia una mesa. La pelimorada estaba asombrada por el gigantesco lugar tan lujoso en el que se encontraba; mientras que el rubio estaba vigilando a los paparazzi para que no le tomasen fotos.
Les entregaron la carta para pedir y Byakuya ordenó un platillo francés, a lo que Fukawa no se decidía porque no tenía idea de lo que eran la mitad de las cosas porque estaban en otro idioma.
- ¿Que pedirás, Fukawa? - Preguntó el rubio.
- N-No entiendo n-nada... - Se avergonzó la pelimorada mientras el contrario le dedicó una sonrisa.
- Está en francés, es importante que aprendas. - Dijo amablemente mientras traducía cada plato.
Básicamente la escritora ordenó Makis, lo cual era lo más barato en todo el restaurante. Byakuya se fijó en eso y quiso intervenir.
- Puedes pedir algo más caro si así lo deseas, sabes que el dinero no es un problema para mí. - Sugirió.
- N-No hace falta... N-No quiero hacerte g-gastar tanto... A-Aparte se me a-antojan Makis... - Respondió bastante nerviosa, tartamudeando audiblemente.
El ojiazul se incomodó un poco por la manera de hablar de la joven, pero sabía que no lo hacía a propósito y que era cuestión de tiempo que lo dejase de hacer.
- Gracias por tu consideración. - Sonrió el heredero. No estaba acostumbrado a pagar algo tan barato en un restaurante caro, pues cada que iba a comer con patrocinadores o su familia, la cuenta salía carísima.
Comieron en silencio, el rubio delicadamente mientras la pelimorada toscamente. El menor de los Togami se preguntó si esa había sido su única comida en el día, pues la cantidad de hambre que poseía no era normal.
Decidió no hablar de ese tema pues podría incomodar a la escritora, por lo que cuando acabaron fue directo al punto.
- Quiero disculparme por hacer eso el sábado. - Dijo de un momento a otro cuando acabaron sus platos.
La ojerosa sabía a lo que se refería, sabía que no estuvo bien que su compañero sacase a Genocider sin su consentimiento, y le sorprendía que se estuviese disculpando.
- N-No te preocupes... E-es normal en una s-situación así... S-Supongo... - Agachó la mirada.
- De todas maneras estuvo pésimo de mi parte, fui desconsiderado. - Repitió el heredero, ganándose una sonrisa de la ojigris.
- B-Bueno... D-Disculpas aceptadas e-entonces... - Sonrió.
Pidieron la cuenta y salieron del restaurante, había sido una experiencia agradable para los dos.
Se subieron al auto (el rubio abriéndole la puerta a la pelimorada) y se dirigieron a la casa de la escritora.
Byakuya mencionó que había estado leyendo el libro de Toko, y que hasta el momento le parecía bastante bueno a pesar de ser de romance.
Después hablaron de libros, autores, géneros, inversiones, y demás temas hasta que llegaron a la maltrecha vivienda de la ojerosa.
Ninguno de los dos quería acabar con la velada, pero ya era hora de separarse. Además, al día siguiente tenían escuela por lo que no podrían quedarse hasta tan tarde.
El ojiazul la acompañó hasta la puerta y se detuvo.
- Espero que la hayas pasado bien.
- S-Sí, la pasé increíble... - Fukawa hizo una pausa y respiró profundamente, llamando la atención del contrario.
- ¿Pasa algo? - Preguntó curioso.
- Yo... Quería decirte que sospeché que vendrías a mi casa en cualquier momento... Sabía que investigarías porque aquel día ví en tu libro la presencia de ella y cuando me desmayé aquella vez que empezaron los rumores, sabía que me tendrías bajo sospecha... Yo oculté las tijeras de Genocider por precaución, temía que te hiciese algo... Normalmente cuando hago eso es más insistente en salir hasta encontrarlas, así que no me sirve de mucho.. pero sentí un inmenso alivio cuando estabas vivo... N-No quiero que dejemos de hablar solo porque sea Genocider... P-Por favor... Trataré de controlarla y ni te hará nada... Solo... No liberes mi secreto... - Se desahogó la escritora mirando hacia abajo.
El heredero se había quedado algo sorprendido por la fluidez con la que dijo todo eso, así que no dudo en responder.
- Sinceramente soy un fiel seguidor de Genocider Syo, así que no te acusaré... Sobretodo... Porque eres mi amiga. Quiero que sepas que disfruto pasar el tiempo contigo. - Confesó lo que realmente sentía el rubio, ya no le importaba su ego ni orgullo, solo quería expresar lo que sentía.
Esos casi 6 meses que había estado en contacto con ella habían sido más llevaderos, se sentía él mismo cuando hablaban... Era algo inexplicable.
La escritora estaba sonrojada por las palabras del más alto, así que decidió despedirse para no molestarla más.
- Nos vemos mañana, Toko. - Dijo, y se dirigió a su auto.
La pelimorada cerró la puerta detrás suyo con una gran sonrisa.
Aloysius hace magia.
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Mi Eterna Inspiración (TOGAFUKA)
FanfictionIntentaré actualizar lo más seguido posible. Togafuka, si no te gusta el ship puedes ignorar esta historia.