♱ Prefacio ♱

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Un movimiento con la mano y las cadenas alrededor de las muñecas del chico desaparecieron

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Un movimiento con la mano y las cadenas alrededor de las muñecas del chico desaparecieron. La imagen que ofrecía era desastrosa, estando vulnerable y semidesnudo con una audiencia de esa magnitud. Al menos todos en esa asquerosa ciudad estaban presentes, ni si quiera un alma faltaba.

Y él sabía mucho sobre almas.

En especial sabía sobre el alma de la persona de pie en el centro de la iglesia. Iluminado por la única luz exterior procedente del ventanal con grabados que a él le parecían grotescos.

Los ojos oceánicos, con la profundidad suficiente como para ahogar a cualquiera, estaban apagados. Al menos a él lo estaban evitando.

¿Por qué querría volver a verlo?

La ruina de esa ciudad había sido él.

La destrucción del mundo sería obra suya en el futuro también. Solo que no pensó que ese futuro en el que resurgiera de entre las sombras estaría tan cercano.

Tampoco creyó que estaría dispuesto a perderlo todo con tal de que ese estúpido e inútil humano pagara por lo que él había hecho; si él literalmente estaba ardiendo en el infierno, entonces se llevaría a todos los presentes con él.

Nunca tuvo nada que perder. Abandonó cosas peores antes. Él no tenía un corazón.

No conocía de lamentaciones y no sentía ni el mínimo remordimiento por lo que hizo.

— ¿Ya estás contento? Mira en lo que convertiste a mi hijo, monstruo maldito —su rostro se giró debido al impacto de esa vela en la mejilla. La cera le quemó la piel y el fuego se unió al que él ya llevaba por dentro.

Las comisuras de sus labios se elevaron mientras se recomponía y avanzaba en dirección a la mujer que con tanta valentía —o extrema estupidez— defendía a la carne de su carne.

—Nuestra ciudad ha sufrido por tus juegos, Lucifer, es momento de que te vayas —a su paso, los fieles creyentes que intentaban purificar su territorio con inútiles oraciones levantaban crucifijos que no hacían más que ensanchar la sonrisa que llevaba impresa.

—No me iré sin lo que es mío.

A nadie, salvo a su madre, le importaba realmente lo que a ese chico le pasaba. Porque si hubieran puesto más atención en él, habrían notado lo mismo que él; estaba impaciente, anhelante y esperanzado en el monstruo que iba a rescatarlo.

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Sigan leyendo, yo sé que quieren

El primer capítulo lo estaré subiendo mañana, espérenlo con ansias que de verdad sé que no les vas a decepcionar. 

Escríbanme que aquí andan, un saludito, un voto o cualquier comentario, que con eso sé si les está gustando✨

Una ofrenda temerosa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora