019. Pacto de sangre

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Pacto de sangre

BELIAL

Pasar veinticuatro horas encerrado en el sótano de una iglesia pondría de mal humor a cualquiera, especialmente a Belial. Un demonio como él, despiadado y llamado indomable, desobediente y egoísta, no era posible que un grupo de inútiles humanos fuera suficientes para retenerlo.

La culpa de todo la tenía el grandísimo idiota, endemoniado pedazo de intento de ángel caído, Heller.

Pero el idiota más grande había sido él, por caer una vez más en una maldita trampa del sucio Lucifer.

El patrón a su alrededor lo mantenía cautivo, no podía sobrepasar un patético círculo de sal y sangre. Lo más denigrante eran las velas rojas y negras, igualmente encerradas en círculos, y los crucifijos.

Para él, el colmo de los colmos de un demonio, era estar a unos metros de figuras religiosas y no poder hacerlas pedazos. Lo dejaron en el sótano y usaban crucifijos y retratos para burlarse de él.

Desde el primer minuto que permaneció en la oscuridad del sótano, rodeado de polvo y ruinas, lo único en lo que podía pensar, además de en los mil maleficios que lanzaría a Heller, era Nyx.

El chico tenía su marca, por lo que no sería dañado por ninguna criatura que apreciara lo suficiente su vida como para no atreverse a tocarlo. Imaginó que Heller tendría un numerito sorpresa, letras pequeñas en la petición que le hizo a Belial.

Olió a Nyx desde que éste se escabulló al jardín que rodeaba la iglesia. La esencia de todos los humanos era igual de nauseabunda para él, pero, la de Nyx era como gotas del jugo más dulce y fresco.

Si él no podía abandonar el círculo que lo mantenía encerrado, Nyx tenía que entrar.

Lo único que veía al mirar a ese adolescente de ojos verdes, era devoción total hacia él, aunque el propio Nyx se negara a aceptarlo.

Lo cierto era que, Nyx lo adoraba casi tanto como él lo hacía.

—Me parece que tienes que darme más detallitos —instó Belial al chico sentado sobre su regazo.

El castaño hizo ademán de levantarse, pero el gruñido del demonio lo detuvo. No le daría oportunidad de alejarse de él y salir del círculo.

Sus sospechas sobre quién realmente había invocado a Heller desde la noche de la fiesta. Específicamente, desde que Nyx estuviera nervioso por entrar a la iglesia, y que no quisiera alejarse de Aster una vez dentro.

Lo confirmó la noche anterior, Heller no se había molestado en decirle nada, pero lo dedujo por la manera en la que le habló a Nyx, y cómo Nyx había desafiado a Heller.

Una ofrenda temerosa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora