024. La pasión de Belial

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La pasión de Belial

BELIAL

«Si duermes con la ropa al revés, aparecerás en los sueños de la persona que te gusta»

Él no usaba ropa en su forma de demonio, y desde que regresó al infierno dejó en el olvido su aspecto humano.

Era consciente de lo que implicaba volver al infierno, pero si no lo hacía perdería su posición, las legiones lo tomarían como un desertor y debería renunciar a su cargo.

Desde que la cabeza castaña de Nyx salió por la puerta de la casa que él compartía con Heller, supo que algo saldría mal. No podía esperar nada bueno si Nyx regresaba a la casa de su padre.

La primera noche mantuvo su promesa. No tiró del lazo que los unía y no intentó seguirle el rastro.

Mala decisión.

A la mañana siguiente ya sabía que Nyx había dejado la ciudad. Si no por voluntad propia, por deseo de su padre. El jefe de policía de Heldel debió llevar a su hijo lejos de la ciudad en la que lo estaban volviendo loco.

En los últimos meses, el pobre y pequeño Nyx había ido y regresado del infierno, fue secuestrado por demonios, casi exorcizado e hizo un pacto con él, un demonio de alto rango, el príncipe del infierno.

Su error no fue nada más permitir que Nyx visitara al jefe Mane sin su compañía o resguardo, sino olvidarse de que éste aún era un humano.

Los humanos eran vulnerables, débiles y más propensos a perder la cordura que cualquier criatura. Nyx especialmente era sensible, lo comprobó desde la primera noche, cuando bastó que él hablara dentro de su cabeza para provocarle una hemorragia nasal.

Y así fue todas las veces que lo atormentó.

A pesar del vínculo, ahora no podía encontrarlo. Y vaya que lo buscó.

Pero ni sus asuntos en el infierno pudieron detenerlo, estaba de regreso en la tierra y esta vez no dudaría en hacer lo que sea con tal de recuperar a Nyx.

Los troncos de los arboles lo recibieron, y no resistió la tentación de dejar un recuerdo de su presencia en el lugar, una llamarada dirigida a una de las ramas y el color naranja se apoderó del bosque.

Estaba de vuelta, y todo era por Nyx.

Que recordara al humano aun después de haber adoptado su forma de demonio para ocuparse de su cargo en el infierno, era una muestra de que su verdadero poder estaba ligado a lo que sentía por Nyx.

O creía sentir.

Ni si quiera él, un demonio sin alma, corazón, y con las más bajas concepciones de la moral, sabría explicar lo que eran los sentimientos románticos.

Una ofrenda temerosa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora