꒷🕯️꒷
En las cadenas de Lucifer
ASTER
Tenía pocos recuerdos de su vida antes de mudarse a Heldel con su madre. Ojos amarillos, puertas de una iglesia y la voz de un hombre mayor. Hasta hacía un par de años sus sueños estaban llenos de imágenes sin sentido que lo hacían despertar asustado, y lo perseguían aun cuando estaba despierto.
Nunca le encontró ningún sentido, tampoco compartió con su madre lo que soñaba. Ella no tenía tiempo para escuchar tales cosas, estaba más ocupada trabajando y comportándose como una mujer respetable.
Su madre decía que era viuda si alguien le preguntaba por el padre de Aster. A él no se le permitió responder ninguna vez. La plática sobre su inexistente padre ocurrió un año después de mudarse a esa ciudad.
—Si nos mudamos, papá nunca podrá encontrarnos —dijo el niño de ocho años que era a esa edad obligado a estudiar y hacer todo en casa. Su madre lo mantuvo oculto hasta que la llegada de una madre soltera con su hijo dejó de ser tendencia.
Asistió a la escuela religiosa desde entonces, pero no tenía permitido hablar con nadie, ir ahí era estrictamente para estudiar.
Algunas veces intentó comprender a su madre, debía ser difícil mudarse con un hijo y alejarse de su familia. Él no comprendía por qué tuvieron que alejarse de ellos, pero no creía que su madre se fuera sin una buena razón.
Tocar la puerta de su casa fue como estar de regreso en uno de sus sueños. Solo que, los ojos que lo recibieron no eran los amarillos misteriosos, sino los de su madre. Jane Hayes atrapó en sus brazos el cuerpo inconsciente de su hijo.
La idea de desmayarse para evitar las preguntas iniciales fue suya, pero fingir que no recordaba nada de su desaparición había sido propuesta de Heller. Lo que más le convenía si no quería alejarse de su madre y perder a lo único que tenía en el mundo, era mentir.
Lo que no esperó, y de lo que su mente lo mantuvo ausente todo ese tiempo, fue que existiera la posibilidad de abrir los ojos y estar atado en el sótano.
En algún momento perdió de verdad el conocimiento, y despertó con las muñecas rodeadas por una cuerda, y cada tobillo atado a una pata de la silla sobre la que estaba sentado.
¿El verdadero secuestro era el que vivió con Heller, o ese en el que su madre lo despertó con un golpe en la mejilla?
Estaba acostumbrado a no emitir sonidos, a tragarse los gritos de sorpresa y a que los golpes lo tuvieran sin cuidado.
— ¿Por qué tenías que desobedecer? —preguntó su madre
Ella nunca lo hablaba en el sótano, se dedicaba a expiar los pecados de su hijo y nada más.
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Una ofrenda temerosa ©
Teen Fiction«Si un demonio te dice que eres el único que puede controlarlo; ordénale que regrese al infierno y deje de atormentar tu ciudad» ꒷🕯️꒷ No hay vergüenza más grande para un demonio que ser invocado por desconocidos que lo abandonan encadenado en una i...