022. Drogas y una alucinación muy hermosa

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Prepárense para sufrir un poquito. 

Pero no se alarmen, aquí dejo un parchecito antes del golpe➡️

Ahora sí, les dejo sufrir... Digo, leer en paz...

 Digo, leer en paz

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꒷🕯️꒷

Drogas y una alucinación muy hermosa

NYX

Esa casa nunca fue suya, tampoco sintió que algo en ella le perteneciera. Y su padre no se interesó en ayudarlo a integrarse en la nueva familia que formó.

Nyx no tenía muchos recuerdos con su madre, solo sabía que él se parecía mucho a ella, tanto en físico como en personalidad. Algo que su padre le repetía siempre, y una de las principales razones por las que no toleraba mirarlo.

Tenía seis años cuando su madre murió y se quedó solo en casa todos los días esperando a que ella regresara. Se sentaba al pie de las escaleras y miraba la puerta hasta que se quedaba dormido. Su padre trabajaba en la comisaría desde ese entonces, y se sumergió aún más en esas responsabilidades cuando enviudó.

Él no tenía la culpa de lo que había pasado, y no lo entendió hasta que conoció a Aster tres o cuatro años antes. Vio a ese chico castaño cuya madre no le permitía salir a jugar. Iban a escuelas diferentes, y mientras él adoptaba como amigo a todo aquel que le hablaba, Aster siempre estaba serio y se apresuraba a caminar por la acera del otro lado de la cerca de la escuela de Nyx.

Lo habló por primera vez y el castaño de ojos azules lo ignoró. Pero siguió intentando y unas semanas más tarde no podían dejar de compartir lo que les pasaba.

Incluso a esa edad le costó trabajo contarle a alguien más lo que le pasaba, sobre todo porque no sabía que los castigos que su padre le daba, y la furia que en él descargaba, también podía estar pasándole a otra persona.

Del padre de Aster no sabían nada, su madre no se desquitaba con él porque su esposo había muerto. Sin embargo, ambos recibían el mismo trato de sus padres. Se comprendieron y acompañaron desde entonces.

No podía imaginarse dejando atrás el pasado sin Aster. Ambos tenían que alejarse de quienes les hacían daño, y no lo harían sin el otro.

Regresar a casa de su padre por la caja con los libros y papeles que Aster encontró en el sótano de su casa, era algo que él necesitaba hacer. Confiaba en que Belial sabría qué hacer, y el demonio nunca permitiría que Heller o cualquier otra criatura le hiciera daño.

La puerta principal estaba entreabierta. No vio la camioneta de su padre en la calle, donde solía dejarla cuando era de día y pasaba por la casa. Era mejor si no se lo encontraba. Tenía que enfrentarse a él, lo sabía, pero la idea lo aterraba, y quizá era mejor si no lo hacía. Incluso Belial se negó al principio. Él insistió y comenzó a arrepentirse en cuanto pisó el primer escalón.

Una ofrenda temerosa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora