011. Celos y rendición

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Celos y rendición

BELIAL

Para él no tenía ningún sentido organizar una fiesta con los adolescentes de Heldel. Heller insistía en que era el primer pequeño paso para atraer seguidores; la idea del rey del infierno era distraer a los humanos, mostrarles lo que la vida en libertinaje les ofrecía, que podían disfrutar mucho más si se dejaban llevar por sus más profundos y oscuros deseos.

Actualmente él únicamente estaba interesado en los profundos y oscuros secretos de un adolescente en concreto; Nyx.

Él y Heller regresaron a la iglesia, Nyx, ese chico de metro setenta, con ojos verdes y cabello castaño lo miraba como una esposa molesta cuando atravesó el umbral de la entrada. A él no le interesaba escuchar a Aster quejarse y haciendo preguntas a Heller, el amigo de Nyx era una completa molestia.

«Ya estaría muerto si Heller hubiera aceptado mi propuesta sobre cambiar de chico»

Nyx era débil e ingenuo física y mentalmente, pero era lindo y él prefería a los humanos cuando éstos no hablaban, y Nyx rara vez se quejaba de él.

—Sígueme —le dijo antes de dirigirse a la oficina del sacerdote. Estar en esa iglesia lo comenzaba a poner nervioso, el olor del incienso lo tenía mareado.

Se cercioró de que Nyx caminara detrás de él y avanzó hacia el pasillo lateral de la iglesia. La oficina del sacerdote no era nada fuera de lo común, al menos no había ajo o hiervas para alejar a los espíritus. Más allá de las cruces y una vitrina de vidrio con frascos llenos de óleo y otros aceites, todo era un escritorio de madera en el centro, una alfombra que abarcaba todo el suelo y las sillas alrededor de la mesa. Era más como un comedor.

—Creí que no regresarías, en primer lugar no querías venir —fue la criatura que traía a su cabeza dando vueltas desde hacía un par de días quien rompió el silencio.

Cerró la puerta después de entrar, tomó una copa de una estantería y descorchó una botella de vino. Nyx no lo miró hasta que él se interpuso en su campo de visión, ese gesto le agradaba, que no lo desafiara ni con los ojos.

—Podría ser divertido —dio un sorbo al vino para dar énfasis a sus palabras, restándole importancia a lo que decía.

En realidad, regresó a la iglesia solo por Nyx, no quería dejarlo demasiado tiempo junto a Aster. El chico al que Heller protegía tanto era un acaparador, le robaba la atención de Nyx.

—Entonces quédate, yo me iré. Debo trabajar —dijo la otra persona y se puso de pie. Él movió una de sus manos y el seguro de la puerta se cerró, Nyx volvió a sentarse y él dejó la copa sobre la mesa—. ¿Por qué haces esto?

— ¿Hacer qué? —preguntó con ingenuidad.

Nyx suspiró, y a él le pareció un sonido excitante. Pasó la punta de la lengua por su labio inferior.

Una ofrenda temerosa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora