꒷🕯️꒷
Un sagitario muy desdichado
ASTER
«Un 20 de diciembre más»
¿Debería decir mejor, un 20 de diciembre menos?
La idea de restarle años a esa existencia que llevaba fue lo que lo motivó una vez el salón comenzó a llenarse de personas a las que les veía la cara todos los días. ¿Y qué era peor que verlos todos los días?
Exacto. Verlos el día de su cumpleaños también.
Él no era un amargado, recordaba al menos cuatro años de su vida en los que incluso disfrutó recibir obsequios y comer pastel de queso. Pero esa época fue antes de que su madre decidiera que mudarse de nuevo era buena idea y lo llevara a esa ciudad en la que incluso el aire parecía rezar alguna letanía.
Y no es que le hubiera ido mal. Llegaron a Heldel cuando él tenía ocho años, aun jugaba con tierra y arrancaba las plantas del jardín porque las sombras que daban lo incomodaban.
Desde que llegaron no hizo más que llamar la atención. Como si esa gente nunca antes hubiera visto a una madre soltera acompañada de su bendición, saliendo adelante sin la ayuda de un hombre de la casa.
En Heldel todos conocían a todos, todos llegaban a la iglesia, y los que no lo hacían eran señalados y tachados de desviados, de tener pactos con el diablo, y de formar parte de una secta secreta de la que nunca ha existido evidencia, pero que el padre Ever mencionaba en cada oportunidad.
Cuidar el camino de nuestros hijos. Esos jóvenes deben conservar nuestras costumbres.
Y por culpa de esa frase que seguramente se había sacado de la manga antes de subir a la tarima, su madre —y todos los padres en Heldel— mantenían a sus hijos vigilados, bajo esa supervisión especial que fue sugerida por el mismo sacerdote.
Era su fiesta de cumpleaños y no pudo invitar a las únicas dos personas con las que le interesaba compartir su tiempo; ¿y todo por qué? Porque ellos no pertenecían a la unión de religiosos controladores a la que su madre insistió tanto en integrarse. Y lo había logrado. Nadie se atrevería a decir que Jane Hayes era una forastera, la madre soltera desgraciada.
Consideraba que su madre hizo lo que hizo, unirse a la iglesia, formar parte de una religión, para no ser juzgada, y para convertirse en quien juzga en su lugar.
No era él quien recibía a los invitados, sonreía a los recién llegados o recibía los presentes. Su posición al pie de la escalera era el de la cara bonita. El hijo perfecto de comportamiento intachable que no causa alboroto, no habla si un adulto no se ha acercado a él y le ha preguntado algo, y el que no tiene permitido evaluar a nadie. Ese trabajo era de su madre.
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Una ofrenda temerosa ©
Teen Fiction«Si un demonio te dice que eres el único que puede controlarlo; ordénale que regrese al infierno y deje de atormentar tu ciudad» ꒷🕯️꒷ No hay vergüenza más grande para un demonio que ser invocado por desconocidos que lo abandonan encadenado en una i...