009. Cambios de humor

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Cambios de humor

NYX

Casi la una de la mañana cuando el último cliente salió del bar y todos pudieron comenzar a limpiar para por fin irse a casa. Le gustaba quejarse, pero el ajetreo y estar despierto era preferible a estar cerca de su padre. Al menos en el bar podía distraerse y no había nadie que le dijera cómo se suponía que debía actuar.

Estaba resignado a que volvería caminando a casa, siempre iba en su auto, pero Belial lo llevó de un lado a otro el día anterior.

Aun no sabía qué pensar exactamente sobre la situación que él y Aster estaban enfrentando con los demonios; extraño. No había otra palabra para describir que dos criaturas del infierno estuvieran con ellos todo el día, y que encima éstas lucieran como supermodelos, era injusto. Belial y Heller elegían cómo querían lucir, qué tipo de cuerpo tenían y el color de ojos que deseaban. Él no era superficial, y no hacía mucho caso a la apariencia de las personas, y aun así no podía evitar que su mente se perdiera en pensamiento sobre lo bien que se veía ese par con todo lo que hicieran o se pusieran.

¿Para qué tenerles envidia si podía tenerles ganas?

Tal vez estaba siendo demasiado egoísta o su mente sucia necesitaba un escarmiento, porque la nariz comenzó a sangrarle y una imagen de Heller con dos cuernos y patas de cabra en lugar de piernas apareció en su cabeza.

¿Castigo divino? Definitivamente no. Solo era Belial, cuya presencia estaba recargada en uno de los muros del estacionamiento. No sabía si era real o producto de su imaginación, echó a andar hacia él, fue consciente de la cara de pocos amigos que tenía, y seguramente porque no estaba de buen humor era que lo estaba castigando con otro sangrado de nariz. A ese paso, moriría ahogado en su sangre como tanto lo había amenazado el demonio.

—No estoy enojado —le dijo a través del vínculo, con sus poderes psíquicos de demonio o como sea que se llamara esa habilidad. Se alejó del muro y se dirigió al auto rojo en el que anduvieron ese día—. Sube, es tarde y tengo sueño.

Durante su descanso había investigado un poco en internet, según fuentes confiables de Wikipedia, los demonios no dormían a menos que les apeteciera o que su energía estuviera agotada, que no era el caso de Belial, dado que ese mentiroso y Heller tomaban a Aster y a él como un cargador andante. Al parecer, en lugar de poseerlos —que era la otra única manera de permanecer con sus habilidades en la tierra—, optaban por mantenerse vinculados a ellos, lo que de alguna manera debían agradecerles; leyó también que había personas que eran poseídas que se perdían dentro de sus mentes y, una vez que el demonio dejaba sus cuerpos, éstos morían.

—Así que hiciste tu tarea, bien por ti —casi ladró Belial en su cabeza.

« ¿No planea dirigirme la palabra?»

Una ofrenda temerosa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora