Capítulo 22: En la boca del lobo

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El periódico me había llevado hasta Ellijay, Georgia, debido a una serie de muertes siempre una vez al mes, desde hacía más de un año. Turistas, pueblerinos, no había distinción. La policía había investigado pero no tenían ninguna pista, o por lo menos no se había filtrado demasiada información a la prensa, tan solo lo único que me llamó la atención a mí y a toda la gente que se hubiera informado sobre ello, y tal vez lo único que nunca se tendría que haber filtrado: les faltaban los corazones.

Era un caso sencillo. Muertos una vez al mes, corazón arrancado... Hombres lobos. Y por el número de muertos parecía que había una manada. Lo complicado estaba en saber quiénes eran los culpables, porque si en más de un año la policía no había sido capaz de dar con ellos... aunque tampoco ayudaba que muchos de los muertos fueran los propios policías.

Había decidido ir al pueblo con unos cuantos días de adelanto a la nueva luna llena. Investigaría, hablaría con los habitantes... aunque no estaba muy segura de poder averiguar su paradero antes de que la luna llena saliese dentro de tres días. Tal vez había alguien que había visto algo pero que no se atrevía a contárselo a la policía...

De nuevo me presenté en la pequeña comisaria, que estaba repleta de gente. Me acerqué a la señora de recepción y le pregunté por el jefe. Siempre que llegaba a una nueva comisaria me hacia la misma pregunta: ¿Por qué siempre los encargados de la recepción eran mujeres? ¿No es un poco machista? Me presenté y pedí todos los informes que hubiese, y no eran pocos, la mesa que me dejaron se llenó de papeles y fotografías de cuerpos muertos... un no muy bonito espectáculo. Tomé notas de todo lo que pude, aunque no conseguiría terminar de leer tanto informe ni en cuatrocientos años. Pero lo malo es que a parte de lo que ya sabía, que les habían sacado el corazón del pecho llevándoselo con ellos, y que alguno tenía lo que parecían marcas de animales, no había nada más. Ningún sospechoso, ninguna fibra, huella, pelo. Nada. Más que un lobo parecía un asesino de los que salían en las películas que se embutían en trajes de plástico y se tapaban hasta el mínimo trazo de cuerpo para que nada dejase rastro de ellos. Lo que por otra parte indicaba que era muy probable que los causantes de todas las muertes siguieran en el pueblo, que viviesen entre esta gente, y que fueran importantes dentro de la sociedad. Razón importante para no querer ser descubiertos. Así que por esa misma lógica alguien ajeno a ellos tenía que saber su secreto, ayudarles a esconderse, ayudar a que nadie sospechara de ellos. Esa era la persona a la que tenía que encontrar. Si daba con ella me llevaría directa a la manada.

- Gracias por su amabilidad - ante todo me gustaba ser respetuosa y amable con la gente que me ayudaba.

- No es nada. Es mi trabajo ¿no? Además, es la primera autoridad ajena a este pueblo que se interesa por nuestros muertos.

- Lo siento. Todas esas muertes...

- No es fácil, pero parece que cada año que pasa la gente se va acostumbrando a que cada mañana después de luna llena aparezcan muertos. Al principio impusimos el toque de queda, vigilábamos cada rincón, pero supongo que las cosas se han ido relajando un poco. Y tampoco es muy bueno que los encargados de velar por la seguridad de los demás fueran los que antes morían. Así que ahora hay quienes nos encerramos en casa esperando que termine cuanto antes todo, y otros que les da igual y prefieren arriesgarse.

- ¿La policía ya no patrulla?

- No como antes. Ahora salen un par de coches. Pero nada más. El jefe se debió de hartar de que mataran a sus chicos. Así que ahora hay patrullas vecinales, pero siempre con un coche de apoyo cerca por si hay problemas. - me miró con cara de tristeza. Era difícil de asimilar. Esa gente sabía que cada mes había por lo menos un muerto, asesinado por alguien. Llevaban años viviendo con el miedo de ser los próximos, no me extrañaba que cada uno intentase no ser el siguiente. ¿Pero la policía? Se supone que su trabajo es garantizar la seguridad de los ciudadanos, ellos tendrían que ser los primeros en salir a la calle a dar caza a lo que fuera que mata a la gente, a sus vecinos, amigos, familia... De repente cambió de tema radicalmente. - Hoy también ha venido un joven, muy guapo, por cierto, preguntando sobre esto mismo. Está haciendo un reportaje de investigación sobre el tema. - le puse cara de extraño. ¿Había algún cazador que se me había adelantado? Porque me extrañaba que un periodista que no fuese del pueblo, o de cerca, se interesase por el tema. Aunque interesante era. - Creo recordar que me dijo que era de Virginia. Me dio una tarjeta con su número y el hotel en el que se hospeda por si podía darle información. - no hizo falta que le dijese nada. Con una gran sonrisa me la tendió y esperó a que la cogiese. - Ojala tenga suerte y atrape a...

Una chica Sobrenatural (#wattys2017) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora