Capítulo 47: Empiezan las sospechas

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Nos turnamos para conducir, lo que hizo el viaje mucho más cómodo. Y a Ryan se le ocurrió jugar a algo: cada uno iba preguntando al otro, quien tenía que contestar la primera palabra que le viniese a la cabeza. No me pareció mal. Era una forma entretenida de irnos conociendo, y también ayudaba a llevar mejor las horas sentados sin movernos. Como se le había ocurrido a él la idea, insistí en que empezara. Así me daba tiempo a pensar la primera pregunta. Aunque no nos habíamos puesto límite, así que íbamos a estar hasta que nos aburriéramos.

- ¿Color favorito?

- Azul – había sido fácil, ni la pensé antes de contestar. Ahora era mi turno.

- Espera. No vale copiar la misma pregunta que el otro acaba de hacer. – asentí sin apartar la vista de la carretera.

- ¿Familia? – era algo que me intrigaba. No sabría explicar por qué.

- Padre – le miré esperando ver algo. Pero no hubo nada. Sus ojos no reflejaron tristeza, rabia o cualquier otro sentimiento que me ayudara a comprender. Sabía que cuando me preguntara por ese tema mi cara cambiaría y los ojos se me inundarían en lágrimas. Pero él nada de nada. - ¿Grupo de música? – siguió con el juego.

¿Qué aprendí de Ryan durante el tiempo que estuvimos jugando? Su comida favorita era la pizza. Le gustaba el rock, pero cantaba fatal. Odiaba los días viento. Era de Seattle, Washington. Tenía veintiséis años. No terminó la universidad. Su familia tenía mucho dinero. Prefería la televisión a los libros. Su color favorito era el negro. Películas de acción, por supuesto. No le gustaban las fiestas ni las reuniones familiares. Vivía solo con su padre. Su madre les abandonó al nacer él y no la ha vuelto a ver, pero no está seguro de si querría hacerlo. Ayudaba a su padre en el trabajo. Nunca ha tenido novia formal. Le gustaban las chicas rubias, aunque esto lo dijo en forma de indirecta para mí, para hacerme enrojecer, como tanto le gustaba. No le gustaban las chicas pesadas que no te dejan en paz cuando les has dicho que pasas de ellas, pero reconoce que muchas veces se ha aprovechado de ello. Miente, sobre todo cuando se trata de chicas. Le gusté en cuanto me vio entrar en la tienda de electrónica, aunque se quedó en la puerta, esperando el momento para hacerse el encontradizo, y aprovechó el choque para darme la invitación a la fiesta, como ya me suponía que había sucedido. Estuvo nervioso por si no aparecía. Le encantó mi vestido, pero me prefería envuelta en una sábana, o mejor, sin ella. Mintió sobre el coche y su destino, por mí. Quería conocerme porque nunca había sentido nada parecido por alguien desde el primer momento de verme.

- Y yo que pensaba que mi historia familiar era trágica – me miró y se dio cuenta de que ese tema me había afectado. Me acababa de preguntar por mi familia, al igual que yo había hecho anteriormente. Le conté que mi padre se fue, que mi madre murió hace unos años en un accidente de tráfico y que la única familia que me quedaba era mi tía Ginna. Pero él insistió. No dejaba de preguntarme por más posibles parientes, por si Ginna tenía hijos, por mis abuelos, tíos, primos. Y cada "no" que salía de mi boca me dolía un poco más. Me di cuenta de que estaba completamente sola en este mundo. – Lo siento, no quería que te pusieras triste.

- No pasa nada. Mi vida es así, no puedo cambiarla – dije resignada.

- Pero sigues adelante a pesar de no tener a nadie a tu lado, ningún compañero de viaje, ningún familiar que te haga la vida más fácil – me dio la impresión, por un momento, en que seguía indagando. Aunque no había nada de dónde tirar.

- Ahora estás tú – subí el volumen de la canción que estaba sonando y dejé que me transportara a otro lugar. El juego se había acabado.

Una chica Sobrenatural (#wattys2017) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora