Capítulo 36: Su último caso (Parte 2)

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Cuando abrí los ojos de nuevo, tan solo estábamos Aiden y yo. Nadie más.

Ya no tenía la espada clavada, y mis heridas se habían curado por completo. Nunca pensé que respirar sin dificultad de nuevo podía ser tan maravilloso. Recogí la espada, que hasta hacía... ¿Cuánto tiempo había pasado desde que me desmayé? Porque eso fue lo que pasó ¿no? Lo más probable. Pero también es verdad que vi a alguien antes de hacerlo. Y ese alguien nos había liberado de nuestros captores. O por lo menos me había quitado la espada que me impedía moverme. Así que cogí la espada del suelo, siempre estaba bien llevarla como precaución. Y me acerqué a Aiden. La posición de la cabeza me indicó que lo más seguro es que estuviera desmayado, y la sangre que le empapaba toda la ropa, también influía en mi idea.

- Aiden.

No hubo ninguna respuesta, ni tampoco cuando le zarandeé un poco para que recobrase el sentido.

No escuchaba ningún ruido. Todo estaba en absoluto silencio. Aún así, agarré la espada con fuerza, tanta que mis nudillos se tornaron de color blanco, y me encaminé hacia la puerta, la cual estaba cerrada. Despacio la entorné un poco, lo suficiente para poder pegar un ojo y mirar a través de una pequeña rendija. No había nadie.

Corrí de nuevo hacia Aiden, y le puse un dedo debajo de la nariz. Todavía respiraba, pero muy débilmente. Tendría que actuar con rapidez si quería salvarle la vida. Le puse las manos encima de una de las heridas de bala. Su brazo estaba frío. Y me concentré en curarle.

No sirvió de nada.

- ¡Joder!

No me lo podía creer. Estaba harta de no controlar del todo mis poderes. Para eso los tenía. Para ver como mi novio se moría y no poder ayudarlo. Puse de nuevo las manos en su cuerpo. Esta vez en la pierna. Y me concentré.

Nada.

Me estaba poniendo cada vez más histérica. Teníamos que salir de allí. No sabía lo que había pasado, ni quien nos había liberado. Tal vez seguíamos rodeados de ángeles que nos querían sacar información, o matar, lo que antes llegase. Y lo importante, tenía que salvar a Aiden. No quería que nadie más muriera ante mí sin poder hacer yo nada. Esa Lexi indefensa había muerto hacía tiempo. Ahora era fuerte y dura. Y por muchos problemas y distanciamiento que habíamos tenido últimamente, le quería aún. Y no iba a permitir que muriera en mis brazos.

- ¡Claro!

No entendía como no se me había ocurrido antes. Lo tenía delante de mis narices y ni me había dado cuenta. Los sentimientos de incapacidad que se habían filtrado por mi muro, no me habían dejado verlo.

Aiden tenía las balas dentro todavía. Y seguramente eran de plata. Por eso no se curaba por sí mismo. Así que lo único que tenía que hacer era sacárselas. No tenía ningún instrumental. Pero supongo que no le iba a importar demasiado. Sin pensármelo más, metí los dedos en la herida del muslo. Rebusqué hasta que mis dedos rozaron algo frío, metálico. Lo agarré y tire de ello hacia fuera. Cuando tenía tres balas de plata en la palma de mi mano y estaba llena de sangre, Aiden volvió en sí.

- ¿Qué ha pasado? - dijo mientras cogía una gran bocanada de aire, que inundó sus vacíos pulmones.

- Estamos bien.

- ¿Cómo lo has hecho? Estabas medio muerta.

- Gracias por recordármelo, y por tu tremenda confianza en mí. Pero te recuerdo que tú estabas medio muerto también hasta hace menos de dos segundos. - ambos nos empezamos a reír. Le abrazo. No sé lo que hubiera hecho de perderle.

Una chica Sobrenatural (#wattys2017) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora