Capítulo 54: ¿De verdad eres tú?

272 29 6
                                    

- ¿Renacuaja, eres tú? – ¡Pues claro que era yo! Justo cuando fue a abrir la boca de nuevo se escuchó un fuerte portazo.

Dean siguió parado, sin moverse del sitio y con la boca abierta. Tenía los ojos rojos y llorosos. Pocas veces le había visto así, y siempre se me encogía el corazón, como en ese momento. Fui yo quien se acercó, estrechándole entre mis brazos. Y por supuesto yo también lloré. Él no dejaba de agarrarme con fuerza, tocándome como para cerciorarse de que era real. Pero yo no me quedé corta. Era libre, y mi primo, el mismo al que vi desaparecer delante de mis ojos, y del que no sabía nada de lo que le había ocurrido en todo ese tiempo, estaba allí, abrazándome.

 Era libre, y mi primo, el mismo al que vi desaparecer delante de mis ojos, y del que no sabía nada de lo que le había ocurrido en todo ese tiempo, estaba allí, abrazándome

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

- ¿Cómo es posible? Sam me dijo...

- No quiero hablar de Sam – se separó lentamente de mi para mirarme a los ojos.

- Estás muerta Lexi. Sam...

- ¡¿Qué?! – no me creí nada de lo que escuché salir de su boca. Menuda estupidez de excusa se había inventado Sam para justificar mi no búsqueda. Me acerqué a la bolsa que estaba encima de la cama y saqué un par de cosas. – Prueba.

Dean no dudó, nunca lo hacía. Me roció con agua bendita, me hizo un corte en la mano que sanó en segundos, y por último me atizó con una pequeña barra de hierro que siempre llevaba por si acaso, aunque nunca pensé que la usaría contra mí. Dolió.

- Eso va a dejar moratón – dije sonriendo.

Empezó a moverse por la habitación, signo de que estaba nervioso. Hasta que me volvió a abrazar con más fuerza que nunca. Noté como su pecho subía y bajaba debido a la llantina. Le llevé hasta la cama, donde nos sentamos, aún abrazados. Mi mano se enredó en su suave melena.

- No es posible. No eres real – no dejaba de repetirlo.

- Lo mismo podría decirte yo. ¿Qué te pasó? ¿Dónde habéis estado?

- En el purgatorio – su respuesta me dejó helada – Una larga historia, y un infierno.

- No te atribuyas meritos, que allí he estado yo y no te he visto. – quise que sonara como una broma, pero la voz me salió algo entrecortada. Y su cara me indicó que no lo había conseguido.

Llevaba tan solo unas horas libres y todavía no me lo creía. No estaba segura de que todo no fuera otra de las bromitas-torturas de Crowley.

- ¿Cómo? – preguntó alterado.

Le conté toda la historia, omitiendo algún pequeñísimo detalle como lo que estábamos haciendo Sam y yo cuando atacaron, o cómo se me rompió el corazón en pedazos al ver como se besaba con otra.

- Pero... Sam me dijo que pidió ayuda a Crowley. Estaba desesperado porque no despertabas.

- Imposible. Me ha tenido retenida desde que me salvó, si es que se puede decir que lo hizo, de los ángeles.

Una chica Sobrenatural (#wattys2017) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora