Cuando una puerta se abre

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Los días que siguieron a la gran revelación de mi madre fueron normales, en parte, ya que en clase hacia como si nada hubiese pasado, seguí con el trabajo de historia, con los exámenes de matemáticas, y con los torneos de deporte. Pero en casa todo era diferente, tal vez mejor, ya que ya no me sentía extraña, ya no tenía la impresión de que había algo que no sabía, de que mi madre me ocultaba las cosas. Y por supuesto, de mi cabeza se borraron todas esas ideas que había tenido durante años sobre que mi padre no me quería. Me quería, y según mi madre, mucho. Lo que pasaba es que no estaba allí para demostrármelo, pero no porque no quisiese, sino porque no podía, probablemente. O eso era lo que quería pensar.

Alex no me presionó para que le contase nada, cuando estuve preparada lo hice. Le conté todo lo que mi madre me había dicho, e incluso terminamos llorando las dos. Ella había conocido a mi padre, muestra de ello eran las fotografías que teníamos de cuando éramos pequeñas, pero no se acordaba, tal vez porque, a diferencia de lo que yo había hecho, ella no intentaba recordar cada detalle de él en todo momento.

Según mi opinión, y la de la profesora también, nuestro trabajo había sido el mejor. Al final, después de mucho investigar y buscar entre periódicos polvorientos habíamos encontrado una serie de artículos sobre asesinatos. Todos a lo largo de un mes, con dos o tres días de diferencia entre ellos. Y de los que no se sabía nada sobre el asesino. La policía no había conseguido relacionar los crímenes, así que no tenían nada. Y de repente los crímenes cesaron, y no se supo nada más. Gracias a la gran imaginación de Dan los terminamos relacionando con el Crack del Veintinueve de Wall Stret. Dijimos que el asesino era un banquero que se había arruinado por la crisis y que enloqueció. Algo del tipo que le encantaba a la profesora Look. Así que conseguimos una buena nota. Lo más probable, y seguramente la verdad, es que el asesino fuera alguien totalmente diferente al sujeto que describimos, pero encontramos otro artículo sobre la quiebra de un pequeño banco en el pueblo, y como el dueño termino suicidándose, justo el último día de ese terrible mes, y a partir de los crímenes cesaron. Pero a Elle, el trabajo le causo gran impresión, y tuvo pesadillas durante algunas noches. Pero eso se debía a su gran impresionabilidad.

Desde que mi madre me dio la razón, por mi mente rondaba una idea. Nunca habíamos abierto la puerta del despacho de papá, no desde que había desaparecido. Tal vez dentro encontrásemos algo útil, algún número de teléfono o una dirección. Algo que indicase lo que podía haber pasado. Le plantee la idea a mi madre un par de veces, pero siempre se negaba. Decía que si abría esa puerta se derrumbaría, que no quería ver el lugar donde mi padre pasaba tanto tiempo, en el que se sentaba a leer viejos libros durante horas. Pero yo no tenía esa misma opinión, quería ver lo que podía encontrar allí. Y a lo mejor, así, podría conocer mejor a mi padre.

-         Venga dormilona, que vas a llegar tarde a clase.

-         No puedo, no me encuentro demasiado bien. Me duele mucho la cabeza.

-         Vale. ¿quieres que me quede?

-         No hace falta, de verdad. Creo que me voy a quedar en la cama todo el día. Además, ¿hoy no tenías una reunión?

-         Cierto. Pero no creas que te voy a llamar para ver como estás, y si te encuentras peor me llamas y vengo.

-         Que si pesada. Vete ya que tú sí que vas a llegar tarde.

-         Ok. Vuelvo para comer.

-         Venga vete.

Cuando escuché como se cerraba la puerta, supe que mi plan estaba bien encaminado. Me levanté de un salto de la cama y fui hasta el despacho de mi padre. En los últimos días había estado practicando, y se me podría considerar ya casi una profesional de la apertura de puertas con horquillas. Así que me puse manos a la obra. No tarde demasiado en conseguirlo, y con un leve chirrido la puerta se abrió ante mis ojos, dejando al descubierto una gran habitación llena de estanterías que cubrían todas las paredes, excepto la que ocupaba una gran ventana, por la que entraba la luz clara de la mañana. Delante de ella había una gran mesa de madera. Supuse que de pequeña habría estado allí millones de veces, o tal vez ninguna, pero no lo recordaba. En cuanto puse un pie dentro, me di cuenta del agradable olor que impregnaba todo el aire, y como por arte de magia me transporto a otra época.

Una chica Sobrenatural (#wattys2017) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora