Una chica Sobrenatural (#wattys2017) [EDITANDO]

Capítulo 8: Si parpadeas tu mundo puede cambair

El verano pasó más rápido de lo que me hubiese gustado. Tras esperar a que mi madre terminase de trabajar, nos fuimos las tres, mi madre, la tía Ginna y yo de viaje. Todo un mes recorriendo California, de hotel en hotel, comiendo en miles de restaurantes, desde simples antros en la carretera hasta los mejores restaurantes de Los Ángeles. Un viaje que no quería que acabase nunca. Además, ¿qué mejor compañía podía tener? Bueno es cierto que para que fuese perfecto me faltaban algunas personas, pero no se podía tener todo en la vida. Aprovechamos al máximo cada segundo que pasamos juntas, porque aunque la universidad no estaba en la otra punta del mundo, y probablemente iba a ir cada vez que pudiese a verlas, no iba a ser como antes. No nos sentaríamos las tres en el sofá, delante de la televisión con un cubo, literalmente, lleno de palomitas. Ni prepararíamos comidas en las que sobraría incluso llamando a toda la ciudad. No, ahora estaría sola. En una habitación de una residencia de estudiantes. En una ciudad que no era la mía. Con una gente a la que no conocía. ¡Qué graciosa es la vida!, ahora que tenía la gran oportunidad de salir de un sitio que nunca me había gustado demasiado, ahora que mi sueño de irme se cumplía, no quería. Quería que todo siguiese como siempre.

Y sin más llegó Septiembre y con él las maletas, las cajas llenas de cosas, los nervios del viaje, las lágrimas cayendo por las mejillas de las tres. Despedidas. Alex alejándose, haciéndose cada vez más pequeña mientras el coche se perdía con el brillo del sol. Soledad.

El tiempo pasaba deprisa, sin darme cuanta estaba de nuevo en casa celebrando la Navidad, y de nuevo era verano. Y así, sin saber cómo, habían pasado dos años. Dos años en los cuales no había hecho demasiadas amistades, es cierto que conocía a mis compañeros de clase, que me relacionaba con algunos de aquí y de allá, pero no tenía nadie con quien me apeteciese quedar, charlar de algo importante, no tenía a nadie como Alex, que era irreemplazable. Cierto es que estaba Mason pululando por ahí, pero no teníamos las mismas clases y a él le gustaba apuntarse a cualquier deporte de equipo que encontrase. Yo sin embargo, me entretenía con mis clases de natación y judo que había encontrado en una academia cerca de la residencia.

Durante los dos años Mason y yo habíamos pasado nuestros momentos, altibajos que ahora mismo estaban más en bajos que en altos, pero supongo que eso es una cosa normal, algo que podría habernos pasado en cualquier lugar, incluso en casa. Tan sólo esperaba que el verano, que estaba a punto de comenzar, nos hiciera recapacitar y ver las cosas con perspectiva para poder solucionar todo.

No veía el momento en subirme al avión rumbo a casa, porque aunque llevase dos años en la misma habitación, ese no era mi hogar. Por mucho que me molestase, mi hogar estaba en Kansas, con mi familia, eso lo había averiguado al poco de irme. Aunque estaba triste ya que este año Alex no iba a volver a casa, le habían salido unas prácticas durante el verano y tenía que aprovechar la oportunidad, me alegraba por ella, pero por otro lado me daba pena. Es verdad que nos acabábamos de ver hacía apenas una semana, y que durante los dos años que habíamos estado lejos de casa y separadas nos llamábamos todos los días, mandábamos mensajes y por lo menos nos veíamos una vez al mes, pero me encantaba pasar el tiempo con ella, así que mi vuelta a casa estaría un poco empañada.

En un primer momento había pensado que las clases podrían conmigo, que no sería capaz de llevar el ritmo de la universidad, pero como siempre tan sólo eran miedos sin ningún fundamento. Las notas eran estupendas, y las asignaturas que había escogido me encantaban, lo cual hacia que todo fuese más fácil. Y me sentía más cerca de mi padre, como si por estudiar lo que él sabía, lo que él había estudiado de joven, me uniera de alguna forma especial.