Capítulo 62: Canis infernum

252 13 2
                                    

Me quedé mirando a Dean desde el quicio de la puerta abierta, sin atreverme a entrar y romper el momento. En cuanto lo vi al pasar por delante, no pude evitar detenerme. Una estúpida sonrisa se formó en mi cara, pero es que hacía mucho tiempo que no lo veía así; feliz. Canturreaba e iba de aquí para allá poniendo cosas por la habitación. Parecía un niño pequeño decorando su "habitación de mayor". Había discos antiguos y una pared llena de armas, e incluso se había comprado unas sabanas nuevas.

- ¡Joder! – se dio la vuelta y se asustó al verme - ¿Te gusta? – preguntó contento.

- No está mal. Muchas armas para mi gusto – contesté sonriéndole.

Entré y me senté en la cama. Sabía lo que venía, así que me adelanté.

- Estoy bien. No he vuelto a brillar, y no tengo cicatrices. Todo está bien.

- ¿Qué hacéis? – Sam se asomó a la habitación.

- Punto de cruz Sammy, ¿te apuntas? ­– no pude evitar reírme ante el comentario. - ¿Qué te parece? – preguntó haciendo un gesto amplio abarcando toda la habitación, de la que parecía que se sentía muy orgulloso.

- Bien. Veo que te estás acomodando muy deprisa.

- Es la primera vez que pudo decorar mi habitación, lo tengo que aprovechar Sammy. – la felicidad de Dean contrastaba con la cara de Sam.

- Ya le he dicho que se ha pasado un poco – dije señalando la pared llena de armas.

- Yo no voy a tu habitación a criticarte, renacuaja.

- Porque no podrías – me defendí.

Con el rabillo del ojo vi como Sam se quedaba absorto mirando una fotografía que Dean tenía sobre la mesa. Dean continuaba hablando y no se dio cuenta de cómo su hermano se iba, dejándonos solos. Me acerqué y cogí la foto. Eran Dean, con no más de tres años, y Mary, su madre. Estaban abrazados y sonreían a la cámara. Dean apoyó la cabeza en mi hombro y miró la foto.

- Era guapa, ¿verdad?

- Mucho. No sé a quién habrás salido tú.

- Estúpida – me dio un empujón, aunque reía, por lo que mi misión estaba cumplida. – Sal de mi habitación ahora mismo.

Me enganché en el marco de la puerta, haciendo fuerza cada vez que me empujaba para echarme, aunque mis brazos comenzaron a fallarme de la risa. Parecíamos dos mocosos, pero por momentos como esos, merecía la pena vivir.

- Que sepas que me voy porque quiero, no porque me estés echando. – dije entre risas intentando poner cara seria.

Ver a Dean decorando me hizo entender que ese pensamiento que rondaba por mi cabeza desde que habíamos entrado en el bunker, podría hacerse realidad. El problema era Sam, su cara me había dado la pista. Yo no había decorado mi habitación, aunque no le venía mal una mano de pintura, pero sí que había sacado mis cosas de la mochila y las había colocado, por primera vez en mucho tiempo.

- Sammy – estaba en la biblioteca. Para variar.

- Hola – no levantó la cabeza del libro - ¿Qué pasa? – ahora si que levanto la vista y me miró. – Sabes que no tienes que preocuparte de mí, bastante tienes ya tú. - Yo presumía de conocerle y de saber descifrar sus sentimientos, pero a veces se me olvidaba que él también podía. - ¿Cómo estás?

- ¿Intentas cambiar de tema? ¿De verdad? Soy yo, puedes contarme lo que sea. Como el hecho de que no quieras sacar tu ropa de la bolsa, o de que odias que Dean esté tan contento con su cuarto.

Una chica Sobrenatural (#wattys2017) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora