Capítulo 31: Caída

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Salí corriendo de allí. No aguantaba ni un solo segundo más. Sentía como si ese lugar me atrapase, dejando atrás a Louis y Allan con cara de asombro. Y sintiendo como Dean me pisaba los pies. Pero lo único que quería hacer era chillar, o pegar a alguien.

Cuando salí del edificio el aire me dio con fuerza en la cara. Aunque hacia bastante calor, la ráfaga era fría. Lo que hizo que se me erizara la piel y un escalofrío me recorriera el cuerpo. Una vez escuche que los escalofríos se deben a que alguien ha pisado tu tumba. Pues en este caso era cierto, no literalmente, claro. Pero ver en el video a mi padre, oírle hablar de nuevo... y hablar de mi madre... Se había abierto su tumba. Y eso era algo que no quería. Me había costado demasiado tiempo el reponerme tras sus muertes. Aun ahora no era capaz de recordar nada de ellos sin no dejar de llorar durante una semana. Y probablemente era lo que me iba a suceder ahora. Si ya es difícil recordar, verle en imágenes había abierto en mi un vacio, un agujero negro que me succionaría poco a poco.

Vi como Aiden salía del coche, el cual estaba aparcado en el mismo lugar en el que lo había dejado. Me resultó extraño que continuase allí. Me había bajado y le había abandonado sin darle ninguna explicación. Si eso me lo hubieran hecho a mi yo me habría largado de allí en cuanto hubiese cruzado la puerta. Pero él continuaba allí. Y ahora venia hacia mí.

- ¿Qué pasa? - no le contesté. Era una manía mía. Cada vez que me enfadaba, o bien estallaba o no hablaba con nadie. - ¿Lexi, estás bien?

Aiden me perseguía mientras cruzaba la calle y me adentraba en un parque. Buscaba un lugar donde refugiarme. Un lugar donde sentarme a llorar y no parar en cien años. Un lugar donde estar sola, aunque no quisiera.

El parque estaba lleno de niños felices correteando con sus grandes y brillantes sonrisas. Sus madres sentadas en grupitos hablando de cualquier tontería intrascendente. Los perros corriendo detrás de las pelotitas que les tiraban sus dueños. Para ellos el día era perfecto. Pero para mí no. Y quería pegarles por ello.

- Lexi. Para por favor.

Aiden. Seguía detrás de mí. Intentando alcanzarme. Pero no quería que lo hiciese.

- Lárgate. Déjame en paz.

- Por qué no me dices lo que pasa. - opté por ignorarlo de nuevo. Pude parecer algo cruel visto desde fuera. Pero es que si no hacia eso estallaría y diría cosas de las que luego me arrepentiría. Le haría daño. Y eso no lo quería. No podía permitirme el lujo de perder a otra persona. Ya habían sido suficientes para toda mi vida.

Llegué al sitio. Era un templete viejo y solitario. Estaba lleno de hojas muertas y pintadas, pero lo bastante limpio para sentarme en él. Encerré la cabeza entre las piernas y me rodeé con los brazos.

- Lexi... Por favor mírame...

Ya no podía seguir conteniendo por más tiempo las lágrimas. Así que dejé que cayeran. Resbalando por mi cara hasta mojarme las rodillas.

- ¿Qué es lo que ha pasado ahí dentro?, ¿y cómo es que estabas esperando?

- Una larga historia que te contará cuando quiera. Pero creo que lo mejor ahora mismo es que te vayas a dar una vuelta por la ciudad o algo.

- No la voy a dejar sola.

- No lo harás. Yo me quedo.

- Soy su novio.

- Lo sé. No hace falta que me lo recuerdes. Pero lo que tú no sabes y yo si, es tratarla cuando se pone así. Y acaso que quieras salir de aquí en trocitos pequeños, te recomiendo que te vayas a dar una vuelta. Yo me ocupo.

Una chica Sobrenatural (#wattys2017) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora