Capítulo 67: La mejor bienvenida posible

137 11 2
                                    

Su voz continuaba a mi lado. Llamándome una y otra vez. Incesante. Incansable. Atrayente.

Había tomado una decisión. Pero no tenía ni idea de cómo llevarla a cabo. En el momento de idear el plan para entrar en el Cielo, no pensé en lo que pasaría después. No pensé en mi salida. Y me di cuenta de que estaba atrapada. Mi madre se había esfumado, al igual que el dibujo por el que atravesó para desaparecer de mi vista para siempre, de nuevo. Jessica tampoco podía ayudarme. Mis padres, mis tíos, mis primos... ninguno de ellos allí presentes eran reales, así que tampoco podrían ayudar. Pero tenía que salir. Volver a mi vida real. Con los míos. Con él.

Me concentré en su voz. En como decía mi nombre. Tal vez fuera tan sencillo como eso, imaginármelo en mi mente y así aparecer a su lado. Como había hecho en muchas otras ocasiones. Pero no funcionó. Las cosas, en mi vida, nunca eran tan sencillas como querer que algo ocurra y que sea así. Fui hacia la puerta. No sé por qué estúpida razón pensé que al abrirla regresaría. Cuando tenía la mano sobre el pomo, una pequeña manita me agarró del brazo.

- ¿A dónde vas? – Sam estaba ante mí. Tan pequeño. Tan real. Tuve que apartar esa idea de mi mente. El Sam de verdad tenía casi treinta años, no unos siete, y era el triple o más alto que el renacuajo que tenía ante mis ojos.

- Tengo que salir de aquí – todavía no me acostumbraba a escuchar mi voz. En mi cabeza sonaba normal, pero en mis oídos era muy infantil. Casi ni sabía pronunciar bien del todo. – Debo volver a mi casa.

- Esta es tu casa Lexi. – dijo riéndose. ¿Sabía él lo que estaba ocurriendo? – Aquí está tu familia. Yo – se me quedó mirando intensamente.

¡No! Mi decisión era firme. Me había costado, pero estaba convencida de lo que tenía que hacer. Allí no podía quedarme. Por mucho que quisiera olvidar todo y ponerme a jugar con mi primo, quien seguía taladrándome con su mirada inocente, vacía de muerte, vacía de experiencia, vacía de vida.

- Este no eres tú. Sam está llamándome. Tienes que dejar que vuelva con él... contigo. – era raro hablarle de él como si fuera otra persona - ¿No lo escuchas?

- Solo escucho tus tonterías. ¿Cómo vas a querer volver? Aquí somos felices. ¿No lo ves? – miró hacia el comedor, en el que continuaba mi familia alrededor de la mesa. Riendo.

Su mano continuaba en mi brazo, agarrándome cada vez con más fuerza. Una fuerza increíble para un niño pequeño. Aunque lo que acababa de decirme no era en absoluto cosa de mocosos. Definitivamente sabía lo que pasaba. Sabía dónde estábamos. Tal vez mi subconsciente me jugaba una mala pasada. No quería que volviera a la vida real. Y lo manifestaba a través de Sam, quien probablemente podría convencerme, si no hubiera estado escuchando cómo me llamaba para que volviese con él. Me zafé de su agarre y abrí de golpe la puerta mientras escuchaba como de su boca salía un grito.



La negrura desapareció. El silencio se convirtió en un leve murmuro. ¿Había funcionado? No me atrevía a abrir los ojos. No quería ver que continuaba en mi casa, rodeada de mi familia. Aunque suene bastante bien. No quería darme cuenta de que no había funcionado. De que la había cagado. Que todos tenían razón cuando me dijeron que debía esperar... Pero debía hacerme cargo de mis decisiones y de sus consecuencias. Así que lentamente comencé a abrir los ojos.

Él estaba allí. Nadie más. Los dos solos. Aunque escuchaba voces que venían de alguna parte alejada.

Estaba tumbada en la misma cama en la que me había despedido de Mason. ¿Cuántas horas habían pasado? No se había dado cuenta de que estaba despierta, así que me dediqué a mirarle. Estaba cansado, asustado y enfermo, pero guapísimo.

Una chica Sobrenatural (#wattys2017) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora