Capítulo 24:La reine des glaces

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Por algún lado va a estallar,

por algún lado se va a romper,

pero yo lo único que hago es dar

y lo único que tú haces es tomar,

Algo tiene que cambiar.




Paris/Francia  02:34 am. 


Las lágrimas de frustración caían por su rostro, Ava se sentía como si una fuerza ajena a su ser la empujaba cada vez más cerca del acantilado, se sentía encerrada y sin fuerzas para seguir. Pero una voz chillando en su cerebro giraba "tienes que, por una niña de 3 años que te necesita, por un compañero que depende de ti y por otro pequeño ser dentro de tu barriga que te necesita viva y saludable." 

Toda su vida pensó que jamás tendría algo por lo que realmente luchar, alguien que esperara por ella y ahora mismo tenía 3 razones por las que mantenerse viva y cuerda pero todo le estaba resultando demasiado agotador. Girando el volante del auto aparco a un costado de la autopista que la llevaría a la residencia de su hermana vomito  todo lo que su estómago resguardada mientras que lágrimas saladas seguían su curso por sus mejillas. 

Por otro lado, para Aiden su voz mental no era tan fuerte como la de su compañera. Tirado contra alguna pared de la enorme casa se reprochaba todo lo que había pasado 3hs antes. Los recuerdos abrumaban cuando ella no estaba para sostenerlo logrando el caos de muebles rotos en respuesta de su crisis. Él lloraba sin un altísimo de vergüenza, sin nada o con todo el peso en su espalda esperando dejarlo en algún momento, esperando dejar de sufrir y seguir adelante pero no era tan fácil como parecía. 

Quizá en estos momentos no veían la luz, quizá todo era tedioso y repetitivo en su vida un círculo vicioso de dolor, toxicidad y penumbra. Pero la única manera de salir era juntos y eso, ellos lo sabían. 

Muy en el fondo sabían.



Lyon/Francia 03:12 am.



 —Quiero creer que en todos mis años en este negocio no he sido tan buena como para escuchar lo que está... —sus orbes color azules fríos como el mismo hielo se posaron en la persona que estaba sangrando en la silla — Rata inmunda... está diciendo, quiero creer que mis acciones hablan por mí, entonces ¿cómo alguien como tú puede permitirse siquiera dirigirme la palabra?. 

El hombre de aproximadamente 35 años sonrió con ironía mientras que sus manos agarraban fuertemente el cabello castaño oscuro de la víctima. En todos sus años trabajando para esta mujer, jamás dejaba de sorprenderse como ella siempre actuaba con tanta tranquilidad , jamás la había escuchado siquiera levantar la voz...no, ella con solo una palabra podría hacerte mojar tus pantalones.

 —Se-señora... nad-nadie me ha man-mandado —sus labios fueron abiertos en una tos llena de sangre—Esa chica...

La mujer rubia soltó una carcajada que podía helar hasta el piso donde estaban parados  —Liam dime una cosa ¿ tengo cara de idiota?— el hombre negó con una risa sabiendo lo que venía.

—No señora— respondió honestamente. 

—Gracias por aclararme esta duda— sus piernas caminaron alrededor del hombre que estaba en la silla, sus tacones rojos sumaban en cada pisada—Haremos esto rápido ya que mi presencia se requiere en otra parte— sus dedos chasqueron y rápidamente aparecieron 3 hombres completamente de negro—Quiero que lo dejen donde lo encontraron, denle algunos golpes para que no sepa donde estamos.

L'ange De La Mort ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora