Ava.
¿Qué podemos decir?
Sueño con el amor, aunque me duela cada vez más.
Aún herida y destrozada,
No se que es lo que me hace soportar todo esto.
Los sentidos desorientados, oídos zumbantes, latidos rápidos junto a la desesperación. Vista nublada, brazos atados tras mi espalda y miedo.
Un dolor punzante en mi nuca despejó mi cabeza, cabeceo buscando, analizando dónde me encuentro pero nada me resulta familiar, es una habitación vacía, las paredes son de material y tienen manchas de humedad, la luz es tenue y amarilla jodiendo mis ojos. La desesperación llega en el momento que veo el cuerpo de Aiden inconsciente en la silla de mi lado, mis pensamientos no son claros como quisiera y eso me fastidia dejándome en blanco por segundos.
—Aiden... Aiden—pateó su pierna repetidamente y cada vez con más fuerza—¡Aiden! ¡maldita sea!
La necesidad de que despierte es agobiante, mejorando mi postura en la silla de metal tomo fuerzas logrando darle una patada en su estómago que lo despierta rápidamente tosiendo por aire. acomodo mi culo nuevamente respirando con tranquilidad y pidiendo porque mis neuronas vuelvan a funcionar con rapidez. Aiden sin embargo, actúa rápidamente tratando de desatar sus manos, romper la silla o alguna maniobra para poder estar en libertad, pero es imposible. Los que hicieron esto sabían contra quienes jugaban y no dejaron ninguna posibilidad de error, sus ojos buscan los míos pero no hablamos, sabemos lo que estamos pensando, el único pensamiento importante aquí; Alma.
Segundos, minutos u horas pasan y seguimos en la misma de no saber como carajos salir de las malditas sillas, tampoco sabemos qué está pasando afuera, si fueron contra Angele o contra mis padres, ellos solo están a una habitación de diferencia. Pensar en eso solo me enloquece peor y la idea de tener un ataque de pánico no es tan buena ahora mismo con mi extremidades atadas, Aiden está misteriosamente calmado, me perturba ser la única que literalmente está a punto de romperse las muñecas de tanto tironeo. Aiden susurra mi nombre bajo, tan bajo que casi no logro escucharlo y lo miró atenta cuando muestra sus manos sin nada en ellas, están totalmente sueltas. Un largo respiro de tranquilidad llena mis pulmones, mi ser parece reaparecer en mi acomodando mis ideas y grita que tenemos que salir de aquí o seremos carne fresca. Siento los dedos suaves de él tirando de las ataduras, queman y arden, cuando una de mis manos es libre el sonido chillante de la gran puerta de metal nos alerta que es el momento, un gran hombre con facciones realmente terroríficas atraviesa la puerta con un M16¹.
Vestido de negro, totalmente de negro, chaqueta, remera, pantalón, botas, todo. Una cicatriz de gran tamaño cruzaba desde su frente en diagonal hasta su pómulo izquierdo, sus ojos eran marrones oscuros y él era grande y fuerte, tenía grandes músculos que se podían apreciar por encima de la ropa. No me asustaba, no completamente, mis manos ya no estaban atadas y el fin era, sin dudas, mantener la calma y lograr salir de aquí.
¿Pero cuánto costaría salir de aquí?
5 años antes.
Quizá la paciencia no era algo que inundara mi sistema, quizá mi madre tenía razón cuando decía que pedir ayuda no era algo que me resultara fácil y sin dudas, tenía razón cuando decía que las cosas salen mejor cuando era uno la que las hacía y operaba en ellas.
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L'ange De La Mort ©
Romance"Toda su vida habían vivido entre la maldad y el dolor de un mundo injusto, y eso fue hasta el momento que sus mentes tuvieron un poco de conciencia, desde ese momento fueron el pilar del otro, la fuerza y la valentía, el dolor y el amor, la humild...