Épilogue

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París/Francia.



La vista era la soñada, en un país lleno de belleza y para coronar la ciudad del amor. Ava Boixe estaba cumpliendo su sueño, uno que jamás, ni en sus más locos anhelos, pensó conseguir. Su primer libro fue publicado y no solo eso, fue furor por todo el mundo, ahora se encontraba en unas de las librerías más famosas de Francia Shakespeare and company haciendo la presentación y firma de su primer libro.

La vida daba muchas vueltas, esas horas en la madrugada dieron frutos, esas locas historias que ella imaginaba con locura eran, ahora, su mejor trabajo. Siempre había sido una persona de libros, la gran biblioteca en su salón era prueba suficiente, pero pasar de ser una simple lectora a escritora era un paso que Ava nunca se había animado a dar hasta que su mejor amiga le dio ese empujón que ella necesitaba, y agradecia cada día por eso. Había dejado su trabajo de lado por un tiempo mientras se enfocaba en terminar su primer manuscrito, estaba cumpliendo su sueño, era algo increíble.

Las diferentes facciones faciales pasaban sin parar frente a la mujer, su sonrisa radiante no se borraba, estaba feliz. Las horas pasaron en un santiamén para ella, tanto que no se había dado cuenta que la última persona había pasado hacía ya unos cuantos minutos, su celular sonó como si supiera que tenía que sacarla de su gran ensoñación.

—¡Chiquita!— el chillido de su mejor amiga la hizo reír y alejar un poco el celular de su oreja —¿Cómo se encuentra la mejor escritora del mundo?

—No exageres Angéle que si me sigues diciendo así me lo creeré— su mejor amiga río de buena gana del otro lado del aparato—¿Como estas tu?

—Bien ya sabes, la oficina me tiene loca...—asintió escuchando el fatal día de su amiga mientras terminaba de guardar sus cosas en su cartera.

El extenso llamado que hacían día a día con Angéle duró más de lo que ella creía que al pasar por una cafetería optó por entrar para así podía seguir escuchándola sin el bullicio de las calles de París, con él celular todavía sobre su oreja pidió un macchiato y un croissant, ya que estaba en París le pareció bien irse con todas las experiencias cumplidas aunque era entrada la noche no le pareció un mal momento para sentarse afuera del la cafeteria y descansar viendo la iluminada noche parisina por última vez.

La morena reposo tranquilamente en soledad dejando el café y su croissant sobre la mesa, tras despedirse con cariño de su mejor amiga busco en su celular proximos vuelos a Estados Unidos donde se alojaría por un tiempo indeterminado, estaba tan concentrada en su celular que su visión no capto al chico frente a ella hasta que él carraspeó suavemente.

Sus ojos lo escanearon tranquilamente de arriba hacia abajo, sus cabello castaño claro era rizado, su cara tenia una belleza unica al igual que sus ojos, se sorprendio al verlos con antencion, perdiendose en esa mirada de color verde y azul. Vestía simple, un par de jeans y una remera blanca manga corta. Una suave y tímida sonrisa se posó en la boca de él y ella lo imitó.

—Lamento la interrupción, pero no pude llegar a tiempo a tu firma y me preguntaba si no es mucha molestia firmarlo — su vista cayó al libro que tenía en su mano que ni siquiera lo había visto tras su escaneo.

—Oh, si claro, por favor siéntate mientras lo firmó —las mejillas de ella se sonrojaron notablemente, todavía no se acostumbra a que la reconocieran.—¿Me dirías tu nombre?

L'ange De La Mort ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora