Narra Jackie
Me muevo inquieta en la cama aun con los ojos cerrados. No siento el cuerpo de mi hija a mi lado. Anoche después de la charla decidió que quería dormir conmigo. Lo hace de vez en cuando. Abro mis ojos y la luz que se cuela a través de las cortinas. Me levanto para cerrarlas y entonces siento como Janisse entra con una bandeja en la mano.
—Déjame ayudarte, cariño. —Tomo la bandeja en mi mano y la coloco en una pequeña mesa que tengo en la habitación que la uso para dibujar cuando no tengo encargos pendientes.
—Gracias, mamá. Fue una labor titánica subir la bandeja sin acabar en el suelo. —Río con ganas. Mi hija es la persona que me saca una sonrisa con cualquier tontería.—Estoy segura que sí. —Ambas caemos en la cama a reírnos. Son pequeños momentos que compartimos juntas—Señorita, usted debería de estar vestida para ir a la escuela —la regaño. Janisse se encoje de hombros.
—Pues hoy, no hay escuela. —Esta niña con sus cosas.
—¿Ah sí? Se puede saber por qué.
—Porque hoy iremos de compras y he decidido que no voy a clases —plantea, seria.
—Hija, no puedes hacer eso.
—Madre, nunca falto, es solo un día y no tengo materias importantes hoy. —Con eso se refiere a las materias que más se le dificultan—. ¿Nunca faltaste a clase?
—Sí. Solo una vez. —Los recuerdos vienen a mi memoria.
—¿Cómo fue? ¿Se enteraron mis abuelos? —pregunta con curiosidad. Sonrío.
—Un compañero de clase tenía una casa en la playa y sus padres no estaban. Ese día faltamos como diez del aula. Pasamos un gran día. Le inventé a mis padres que dormiría en casa de Cloe.
—¿Quién es Cloe?
—Mi mejor amiga en aquel momento —afirmo.
—Quizás puedas recuperar el contacto. Hoy en día en internet, encuentras lo que sea —dice tomándome de las manos, dándome una esperanza —. Entonces, ¿puedo faltar a clase? —Con esta niña, no se puede.
—Solo por hoy —aclaro —. No te dejaré hacerlo de nuevo.
—¡Sí! —chilla de alegría —Primera batalla ganada. Janisse 1, Jackie 0 —A mi hija se le ocurren cada cosa, q es imposible no reírse con sus ocurrencias.
Tomamos el desayuno con mucha tranquilidad y mientras yo me voy a la cocina a lavar lo que se ha ensuciado, Janisse se fue a cambiar para ir de compras.
Cuando salgo del baño después de una relajante ducha, me encuentro a Janisse lista para irnos en mi cuarto.
—¿Necesitas algo, cielo?
—No, mamá. Solo quiero ver que te vas a poner para ir de compras.
—¿Ahora vas a vigilar lo que visto y lo que no?
—Pues sí. Quiero que uses un vestido —Vaya, eso si no me la esperaba. Tengo dos o tres en mi closet, pero no los uso a no ser una ocasión especial como el cumpleaños de Janisse o el de Triz.
—Hija, no vamos a una fiesta. Vamos de compras.
—Madre, un vestido es más práctico para cuando tengas que entrar a los probadores para ver cómo te queda la ropa. —En eso si tiene razón. El vestido es solo una pieza que quitar.
—Vale. En eso si tengo que darte la razón.
—Perfecto. ¿Cuál prefieres, el azul marino o el verde olivo? —dice mostrándome ambos vestidos en su mano. Aprovecho que estaba en el baño para fisgonear en mi closet —. Me inclino más por el azul marino. Se te verá hermoso.
—Sí, pienso lo mismo.
Una vez vestidas y maquilladas, salimos rumbo al centro comercial más cercano que es donde hacemos todas las compras que necesitamos para la casa. Por desgracia, no tenemos auto. Debo pensar en invertir en uno. En una ciudad tan grande como esta, es necesario.
—Madre, espérame aquí, iré a por unos batidos. Hace un calor de los mil demonios.
—Esa boca, niña. Cuida tu lenguaje.
—Sabes que detesto este clima tan caluroso. No puedo evitarlo.
—Anda, ve por esos batidos. —Le empujo camino a la cafetería.
Camino mirando a la multitud de personas que van de un lado por todos los locales del centro comercial. Veo mujeres con muchas bolsas. Eso nunca pude hacerlo ni siquiera cuando vivía con mis padres. Supongo que hoy, si saldremos con varias bolsas.
Salgo de mis pensamientos cuando escucho un grito de una mujer diciendo que un ladrón se llevó su bolso. Observo al hombre corriendo, posiblemente me pase por al lado. Llega en un lapso de dos minutos y le impido el paso.
—Muévete bonita, esto no es asunto tuyo —dice el hombre. Lo detallo bien por si se me escapa, cosa que no pienso permitir.
—Solo si sueltas el bolso de la señora.
—Ni en tus mejores sueños, hermosa.
Aprovecho que me da una rápida mirada por el cuerpo y le doy un golpe en el lugar sagrado lo que hace que suelte el bolso para agarrarse las partes magulladas que guarda entre las piernas. Ese es el golpe maestro, no falla.
Dejo al hombre maldiciendo del dolor y voy por el bolso de la mujer que viene casi corriendo hacia mí feliz de poder recuperar su pertenencia. Estoy caminando hacia ella, alejándome del hombre cuando escucho un
¡Cuidado!
Volteo rápido sin saber que pasa y lo primero que veo es la silueta de un hombre, un guapo trigueño que sostiene al ladrón que parecía tener intenciones de regresarme el golpe que le propiné. Lo observo por unos largos minutos hasta que el sonido de las botas de los policías me saca de mi ensoñación.
Muchas personas se han posicionado alrededor de nosotros para observar la escena. El hombre que me defendió se coloca a mi lado, no deja de mirarme. Es más alto que yo. Me llega al hombre. Intimida, pero no de mala manera.
—¿Te encuentras bien? —pregunta una vez la multitud se ha dispersado.
—Sí. No se preocupe. Muchas gracias por su ayuda.
—Estaba cerca de ti cuando los vi. Sabía que lo detendría a tiempo antes de que te hiciera daño. Solo que creo que exagere con el grito. —Se me escapa una sonrisa nerviosa.
—No se preocupe. No fue nada.
—Soy Debrain —extiende su mano a modo de saludo. Dudo si tomarla, pero tras mirarme unos segundos, extrañado, le correspondo el saludo.
—Jackeline, mucho gusto.
—Sabes defenderte muy bien —¡Qué observador me salió!
—El saber defenderte te resuelve muchos problemas. —Me observa en silencio.
—Tienes unos ojos azules muy bonitos —dice observándome a los ojos, fijamente—. Me resultan familiares.
—Gracias. No creo que nos conozcamos. De seguro me confunde con alguien más.
—Seguramente. No olvidaría una mirada tan pura y hermosa como la tuya.
—Gracias —murmuro nerviosa —, tengo que irme. —Camino alejándome de él. Me detiene.
—Me gustaría volver a verte —agrega.
—Yo creo que mejor no —inquiero.
—No es bueno huir de lo que la vida nos pone delante —afirma—. Todo lo que vivimos, tiene un motivo y yo, encontraré otro para volver a verte, pequeño zafiro —reitera.
Ya tienen el capítulo de hoy. Ha aparecido un nuevo personaje. ¿Será importante? Pronto lo sabrán.
Nos leemos mañana en el último capítulo de la semana.
Besitos, Kya.
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¿Cómo Ella? ¡Ninguna!
ChickLitJaqueline Villegas se convirtió en madre a los 16 años por culpa de la inexperiencia y los tabúes de sus padres que nunca hablaron con ella del tema. Como era de suponer, el jovenzuelo que la embarazó, se esfumó del mapa dejándola con el gran proble...