Narra Jackie.
Desde que le conté a Janisse de su padre, estuve muy preocupada de lo que podría suceder y como este hecho iba a influir en su vida. Mi niña demostró una gran madurez y enfrentó muy bien la situación.
Cuando me llamó que quería hablar con los dos me sentí extraña y perdida. No entendí que tenía que ver yo ahí. Luis Ángel tiene que construir una relación con Janisse, no conmigo, pero el objetivo de mi hija era lograr el perdón entre sus padres y lo logró.
Nunca he sido una mujer de guardar rencores. Admito que, al principio de mi vida como madre soltera, maldecí a Luis por dejarme sola, fueron momentos de rabia y desesperación, que quizás juntos, hubiera podido sobrellevar de otra manera, sin embargo, aquí estamos.
Estamos en paz. Él solo debe de concentrarse en tener una relación con Janisse que lo sigue llamando Luis Ángel y aunque disimula, sé que le duele y todos en la sala los dimos cuenta.
Otro hecho que no pasó desapercibido fue el intercambio que hubo entre Triz y él cuando mi amiga le pegó aquella cachetada dejándonos a todos con el ojo cuadrado. Y eso sin contar, las veces que los vi mirándose mientras Janisse hablaba. Algo se está cocinando aquí y yo me voy a enterar antes de que salga en el plato.
Lo único malo de todo esto es la mención de Luis Ángel sobre lo que me dijo de Debrain, solo le dije que Luis Ángel me dijo que lo dejara, el resto, lo omití. Se sintió perdido al no saber de qué estamos hablando pues todos en la sala, incluida Triz, lo saben. Supongo q a Janisse se lo dijo el mismo Luis.
Su mirada es indescifrable. Se ve serio, ausente. Puedo darme cuenta que las palabras de Luis rondan su cabeza, tratando de descifrar de qué está hablando.
Todos se habían ido hacer diferentes cosas. Supongo que también para dejarme a solas con Debrain que parecía no querer decir nada en presencia de ellos, quienes supieron captar el mensaje de inmediato.
Cerré la puerta después de que Triz salió tras unas palabras de aliento. Entre Debrain y yo está todo tan bien, tan perfecto, que no quiero que se arruine por esto.
Cada momento a su lado es único. Cada vez que me mira, que me besa, yo siento que vuelo cada minuto un poco más alto. Me hace sentir que estoy más viva que nunca, que sigo siendo una mujer que puede sentir y que puede y debe ser feliz.
—Tal parece que fui el único pendejo que no sabía a qué se estaba refiriendo Luis Ángel. Un asunto que me involucra y del cual, no tengo no me contaste en su totalidad —suena molesto —. ¿Me explicas?
—Primer que nada, cálmate. Te siento muy alterado, estresado —digo acercándome a él. Me siento en sus piernas e intento masajear sus hombros tensionados, pero para mi sorpresa, aparta mi mano, me quita de encima suyo y se levanta de su lugar.
—Dime que fue lo que te dijo, Jackeline —exige.
—Que estabas jugando conmigo. Que solo querías diversión y acostarte conmigo y que andas con varias al mismo tiempo. —Se voltea furioso y estrella el puño contra la pared con fuerza. No sé cómo diablos no se quebró la muñeca—Por dios, tranquilízate —digo tratando de tomar su mano para revisarla, pero no me deja.
—¿Le creíste? —pregunta tomándome por mis brazos. Hago silencio en shock por su comportamiento —Sí, si le creíste. No me lo puedo creer. —Se da cuenta tras un minuto de verme.
—Claro que no le creí, Debrain. Suéltame —me alejo de su agarre.
—Tardaste en responder —alega.
—Me tiene nerviosa el comportamiento que estas adoptando. Estas perdiendo la cabeza.
Esa tarde fue la última vez que lo vi. El tiempo siguió su curso, tres semanas para ser más exactos y yo, seguí en mi monótona vida a pesar de tener a mi hija, a Triz e incluso a Luis, al que considero un amigo, me siento completamente sola, fría por dentro.
Aquella tarde me refugié en mi soledad. En la decepción de mi misma porque Debrain tiene su parte de razón. Fueron muchas trabas que le puse y nunca le demostré que confiaba en él lo suficiente.
Lloré, todo lo que pude, con todas mis fuerzas. Cuando mi hija llegara yo tenía que mostrarme fuerte, aunque por dentro estés hecha triza.
Cuando lo supo, quiso ir hablar con Debrain, pero no la dejé. No tenía caso. Con todo esto me di cuenta que simplemente, esto del amor no se hizo para mí. Yo había renunciado a eso cuando Janisse nació y así debió continuar de no ser porque ella y Triz me animaron, pero ya quedó demostrado que no es para mí. Mi vida es mi hija, mi mejor amiga, mi casa y ahora mi trabajo soñado que se lo tengo que agradecer a él.
Había olvidado por completo que se había llevado unas copias de mis diseños. Me sorprendió mucho recibir dos llamadas de dos importantes boutiques de la cuidad para una entrevista y aunque al principio, me negué a ir, Triz me convenció que es una oportunidad para poder dejar este trabajo en que vivía explotada por mis clientas que se aprovechaban de mi necesidad.
Ahora trabajo para ambas boutiques, como diseñadora. Tengo un lindo espacio que ambas dueñas me ofrecieron para que trabajara cómoda. Tenía un gran número de costureras experimentadas que se encargarían de llevar mis diseños a las telas. Esta vez no eran telas sencillas, si no telas sofisticadas, de bellos materiales que costaban una fortuna.
Quise ir agradecerle, pero no sabía si me recibiría y preferí no hacerlo. Nuestra última charla no acabo bien y sé que, si lo veo, me derrumbaré. El dolor está latente dentro de mí todavía. Por tanto, solo le mandé un mensaje de agradecimiento.
Mi hija había dudado de regresar con él a trabajar por mí. No permití que lo hiciera. Ella se siente feliz allí y yo no acabaré con eso. Le firmé el permiso para viajar. Iría con Lucas y con él, confió en que ambos la cuidaran.
Al regreso de Janisse, lo vi de lejos, oculta tras la cortina. Mi corazón se aceleró, pero no salí de allí. Enseguida que bajó las maletas de Janisse, le dio un beso en la frente y se fue con rapidez.
Por ella me enteré de que está bien. Que solo ha cambiado el hombre risueño que Janisse recuerda. Ahora es serio y se la pasa trabajando, así como yo. Ambos nos refugiamos en eso. Es lo único que nos queda.
El chico seguía molestando a Janisse. Acordamos que Luis pondría una discreta seguridad por causa de este chico. Ha resultado ser bastante peligroso. No veo la hora de que acabe el maldito curso lo cual será muy pronto. Gracias a mi nuevo salario, espero por primera vez, poder darle a mi hija, unas buenas vacaciones de verano.
—¡Mamá! —escucho como grita Janisse desde su cuarto y salgo corriendo asustada.
Me la encuentro dando vueltas en el cuarto. jalándose su cabello y llorando con temor en sus ojos.
—¿Qué pasa, mi amor? ¿Por qué gritas?
—Mamá, perdóname. Nunca quise decepcionarte. No sé cómo pasó. Siempre seguí tus consejos.
—Tranquila, mi amor. Tú no me decepcionas. ¿Qué pasa?
—Creo que estoy embarazada.
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¿Cómo Ella? ¡Ninguna!
Chick-LitJaqueline Villegas se convirtió en madre a los 16 años por culpa de la inexperiencia y los tabúes de sus padres que nunca hablaron con ella del tema. Como era de suponer, el jovenzuelo que la embarazó, se esfumó del mapa dejándola con el gran proble...