Narra Janisse
Mi día está resultando ser un completo asco. Llegué esta semana con mucha energía después de un fin de semana de trabajo productivo y realmente hoy, no me estaba yendo como yo esperaba.
Para comenzar, me expulsaron de dos materias en plena clase, en frente de todos los estudiantes haciéndome pasar vergüenza. En la vida me habían expulsado de un aula y resulta que hoy fueron dos.
Lo de menos son las materias, lo que me jode es que no fue mi culpa. En esas dos materias, Cristián y yo coincidimos en el salón. No me dejaba en paz y eso provocó más de un regaño por parte de los profesores antes de expulsarme del aula. Parece que su nuevo pasatiempo es hacerme la vida imposible en lo que queda de preparatoria.
Salgo una hora antes del colegio por motivos razonables. En la última materia del día también está el innombrable y no tengo intenciones de ir por tercera vez a la dirección en un día, dos fue el colmo, no más.
-Estamos tan conectados, que hasta para faltar a la última clase, coincidimos -dice arrogante. Para mi mala suerte, estamos solos en el estacionamiento pues todos deben estar en la última clase como ya mencioné.
Queriendo ignorarlo sin importar que meesté hablando, paso de largo a su lado, deseando que me dejé en paz. Cada día me convenzo más de que alejarme de él es la mejor decisión que puedo tomar en este momento.
-¿Qué mierda estás haciendo? -chillo, tratando de no demostrar lo asustada que estoy. Me ha jalado del brazo con fuerza para arrinconarme en la pared del estacionamiento. Cualquier persona que pase a la salida, no nos ve. - Suéltame, Cristián -Intento escapar de su agarre, pero se me hace imposible y menos cuando vuelve a empujarme contra la pared, provocando que me golpeé la cabeza. Los mareos llegan a mí.
-No prestaste atención a mis palabras, Janisse -me amenaza -. Te advertí que te alejarás de ese idiota con el que te vi el fin de semana. Tienes que entender que eres malditamente mía y de nadie más.
-Yo nunca seré tuya -declaro. En una fracción de tres segundos, donde baja la guardia, le doy la clásica patada en las pelotas y salgo corriendo.
Cuando me he alejado lo suficiente, que compruebo que no logró seguirme, me detengo, agitada. Agarro el celular del bolsillo de mi pantalón y llamo a mi madre, pero no responde el celular. La otra persona que viene a mi mente es Lucas, busco sus contactos para probar suerte, es posible que esté trabajando.
-¿Janisse? -responde con sorpresa.
-Sí, soy yo. Eh, ¿estás ocupado?, ¿te interrumpí en algo? -pregunto en primer lugar. Lo que menos deseo es molestarlo.
-No, para nada. Y para ti, menos aún -admite y me parece muy tierno.
-Gracias. ¿Te importaría pasarme a buscar en el instituto?
-Claro que no. Mándame la ubicación, pero, ¿no deberías estar en clases?
-Ven a buscarme y te cuento. Necesito salir de aquí -La línea se queda en silencio por unos segundos.
-Mándame la ubicación -reitera -, que tan pronto pueda, llego por ti.
-De acuerdo. Nos vemos -enseguida que cuelgo la llamada, le mando la ubicación y me responde en un mensaje que ya salió.
Llega por mí en aproximadamente quince minutos. Me subo al auto y sin decir nada, arranca. Me pierdo en la vista de la ventana sin preguntar a dónde vamos. Se estaciona frente a un edificio. Me abre la puerta del auto una vez entramos al estacionamiento y subimos el elevador. Me sorprendo cuando marca el piso del ático con contraseña y todo. Esto solo lo he visto en pelis.
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¿Cómo Ella? ¡Ninguna!
ChickLitJaqueline Villegas se convirtió en madre a los 16 años por culpa de la inexperiencia y los tabúes de sus padres que nunca hablaron con ella del tema. Como era de suponer, el jovenzuelo que la embarazó, se esfumó del mapa dejándola con el gran proble...