Capítulo 14

30 2 0
                                    

Narra Janisse

Salí temprano en la mañana de la habitación. Necesito estar sola un rato. No hay motivo en específico, simplemente las ganas de tener unos momentos de soledad que a veces son necesarios para reflexionar, liberar la mente de aquellas cosas que preocupan con una buena sesión de yogas, es muy bueno para la mente y el cuerpo.

Estoy tomando un café con leche en el lobby del restaurante con vista a la playa, cuando una silueta oscura cubre mi panorama. Al verlo, es Luis Ángel, me sonríe genuinamente y con la mirada me pide permiso para sentarme junto a mí.

—¿Puede compartir un café contigo? —pregunta, dudoso. Asiento sin entender el trasfondo de su invitación. No creo que me mezcle en lo que sea que pase con mi madre.

—¿A qué se debe la invitación? —La curiosidad nunca ha sido buena, pero yo soy una chica que no se queda callada cuando quiero saber algo.

—Solo quiero conocer un poquito más a la jovencita que hará que mi marca sea un éxito gracias a su protagonismo —responde. Su respuesta me parece simple.

—De acuerdo. —No me convence del todo, pero iremos sobre la marcha.

—¿Has pensado qué carrera vas a cursar cuando acabes el instituto? —Inicia su interrogatorio —. Tengo entendido que estás el último año. —Demasiado bien enterado está.

—Así es. Estoy a punto de graduarme en unos meses. Con respecto a la carrera, aún no tengo algo definitivo. Son temas que tengo que tratar con mi madre —me observa, extrañado.

—¿Con tu madre? ¿Acaso ella influye en tu decisión? —luce sorprendido y puedo adivinar, sin equivocarme lo que está pensando.

—El tema es el dinero, Luis. No se trata de que mi madre me diga que es lo que tengo que estudiar. Ella me apoya en mis deseos y mis decisiones. Ella se ha esforzado mucho por mí y tengo que contar con ella.

—Por ese tema no te preocupes —Lo miro sin entender —. Quiero decir —se nota nervioso —, ganarás muy bien trabajando con Debrain en los comerciales de las campañas. Estoy seguro que tendrás muchos contratos. Tienes talento y deberías considerar una carrera relacionada con el ámbito en el que te estas desenvolviendo muy bien—se justifica, pero algo no me cuadra.

—Lo pensaré. —Es todo lo que digo.

—¿Lo dices por tu madre?

—¿Por qué tanto interés en ella? —Solo sonríe.

—Fuimos compañeros de colegio. No supe de ella durante muchos años. Me gustaría saber que fue de su vida.

—¿Conoces a la que fue su mejor amiga?

—Supongo que debes hablar de Cloe —asiento —Sí, aún conservo su contacto, se lo daré a tu madre.

—Ya veo, busca cualquier oportunidad para acercarse a ella.

—Eres una chica demasiado ágil —me dice, negando con su cabeza a la vez que suspira.

—Me está dando la razón, ¿no? —asevero.

—Solo hice una observación.

—¿Qué está pasando aquí? —De la nada, veo a mi madre frente a nosotros. No me di cuenta en que momento llegó.

—¿Te encuentras bien, mamá? —digo, pues la noto algo nerviosa e inquieta.

—Sí, cariño. Todo está bien —dice mientras me acaricia el cabello suelto. No le creo nada. Conozco a mi madre y sé cuándo algo le preocupa.

—¿A dónde ibas, mamá?

—A buscarte, pero ya que te encuentro, acompáñame a desayunar —No sé si soy yo que está loca o ella quiere alejarme de Luis.

—De acuerdo, vayamos.

Durante el desayuno mi madre se mantiene en silencio. No logro sacar ningún tema de conversación porque me responde con puros monosílabos y aunque sabe que lo detesto, sé que su cuerpo está conmigo, pero su mente, está en algún lugar alejado. A penas termina se despide y yo decido no hacer preguntas, cuando esté lista, me lo dirá.

Salgo del restaurante algunos minutos después de mi madre. No sé a dónde ha ido, pero no importa, que disfrute hoy, porque mañana nos vamos y creo que es la primera vez que tenemos el lujo de estar en un lugar así.

En el camino al salón de juegos, me encuentro a Debrain en la entrada. Me observa con algo de recelo y pena. Suelto una gran carcajada al verle así por una tontería sin importancia. No tiene nada de malo ser adulto y que te gusten los videojuegos. A mí me encantan, cuando hago pijamada con Sofía son horas frente al televisor.

—Debrain, no te avergüences. Que seas adulto no te imposibilita que puedas jugar videojuegos. Cada cual se puede divertir a su manera.

—Eres la primera persona que me descubre —soltamos una risita cómplice —. Es como mi pequeño secreto.

—Pues yo te guardaré el secreto solo si aceptas entrar y jugar un partido conmigo.

—Trato hecho, señorita —chocamos las manos para sellar la promesa y entramos. La chica de la recepción de la sala nos pregunta y ella se va a preparar la máquina, quedándonos en su escritorio.

—¿Y tú madre? —rompe el silencio.

—Debe de estar dando un paseo —le respondo, pero no dice nada —. Noto una tensión entre ustedes por causa de Luis.

—Eres muy observadora y astuta.

—Sí de verdad te interesa mi madre, no te alejes, no le dejes el camino libre a Luis —asiente.

—Gracias por la idea del restaurante italiano.

—De nada. Mi madre disfruta de los pequeños placeres. No intentes sorprenderlas con cosas demasiado exageradas, la espantarás.

—Lo detalles más simples…

—Son los más especiales —finalizo la frase por él.

—Desde que las conocí lo supe. Ustedes son así, dos joyas hermosas, puras y especiales.

—Gracias, Debrain. Le dices eso a mi madre y se derrite.

—Ni tanto. Tu madre es…como decirle, complicada; cerrada —suspira, parece pensar lo próximo que va a decir —. Ella teme una reacción de tu parte. Eres demasiado valiosa para ella. Piensa en ti en primer lugar que en cualquier otra cosa.

—Ella es igual de valiosa para mí. No te preocupes, tú solo, no te alejes de ella. Sigue el camino que tenías pensado que sí es para ti, eso ya está escrito.

¿Cómo Ella? ¡Ninguna!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora