Capítulo 16

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Narra Jackie

¡Qué oportuna la persona que nos haya interrumpido! Por muy loco que parezca, quiero ese beso, lo deseo. Sentirlo tan cerquita de mí, me dieron ganas de romper la lejanía y hacer lo que deseamos porque sé que él quiere ese beso tanto o más que yo.

Al abrir la puerta me encuentro a la persona que desestabiliza mi mente de la peor manera. Debrain lo hace de otra forma por lo que me hace sentir, sin embargo, con Luis Ángel, experimento otro tipo de sentimientos que en nada se compara con Debrain.

—Hola, Jackie. ¿Estás ocupada? Me gustaría invitarte a cenar.

—Nosotros ya tenemos planes —interviene Debrain dejándose notar por Luis para que sepa que estamos juntos en mi cuarto y a solas. Me vale lo que sea que interprete.

—Le pregunté a Jackie, Debrain. —La voz de Luis se siente molesta. No entiendo a que está jugando, pero no le voy a dar pie a que siga haciéndolo. Ya no somos adolescentes y no estoy para sus idioteces.

—Interrumpiste algo importante, Luis —Veo la sonrisa triunfal de Debrain y la rabia en los ojos de Luis—. Mañana regresamos a la cuidad, podremos hablar después —Nuevamente los rostros de ambos se transforman y decido ignorarlos. Yo si no puedo volverme loca por culpa de ellos dos. No, señor.

—De acuerdo, preciosa —No sé de qué me sorprende su galantería. Hay cosas que nunca cambian.

—Adiós —sin darle tiempo a responder cierro la puerta en su cara.

—Auch. Eso debe de haber dolido —dice Debrain cuando yo aún estoy recostada a la puerta —. Conozco la sensación.

—Fueron momentos diferentes. A ti te cerré la puerta por pena y al él para que se largara y dejara de hablar.

—Increíble, un conocido mío interesado en la mujer que quiero para mí. Me dará bastante guerra.

—Hablas muchas tonterías, ¿te lo habían dicho? —se carcajea en mi cara y yo me pongo seria, cruzándome de brazos.

—Sé de lo que hablo, pequeño zafiro. —Es que yo me derrito cuando me dice así —. Está más interesado de lo que quiere demostrar.

—Él tiene que haber rehecho su vida —menciono lo obvio. Ha pasado demasiado tiempo. Es un hombre bien parecido. Bueno, era la joyita del instituto en aquel momento.

—Estuvo comprometido —era de esperarse. No me importa en lo absoluto.

—¿Y qué sucedió? —pregunto, curiosa.
—¿Por qué quieres saber? ¿tanto interés se debe a...?

—Nada de lo que puedes estar pensando, Debrain —le digo, al notar su voz más ronca de lo que ya es. Le ha molestado mi pequeño interrogatorio cuando se lo puedo preguntar al mismo Luis.

—Entonces, ¿qué es? Y para saciar tu curiosidad, la dejó unas semanas antes de la boda, los motivos, los desconozco —habla con ironía.

—Debrain —tomo su rostro entre mis manos, tal y como él me tenía segundos antes de que Luis llamara a la puerta. Lo veo directamente a los ojos. Necesito que me crea —, no me interesa Luis Ángel de esa manera. No quiero nada que no sea más allá de un trato cordial con él. —Se queda observándome y de momento, la acorralada en el tocador, soy yo.

—Y por mí, ¿qué sientes por mí? —su aliento cerca de mi boca, me tiene obnubilada.

—Nos…estamos conociendo —la boca se me seca, al sentirlo más cerca, solo unos centímetros nos separan.

—Hagámoslo —Es todo lo dice, para luego sentir como su boca, se une a la mía.

Su boca es suave, su tacto delicado, sus labios se mueven en sincronía a pesar de mi torpeza inicial que parece no importarle en lo absoluto. Su lengua invade mi boca con premura, ya no es tierno, es necesitado. Sus manos no se quedaron quietas en mi rostro, se deslizan desde mi cuello, hasta el medio de mi espalda, llegando a mi cintura para pegar su cuerpo al mío si es que eso es posible.

Mis manos se mueven solas, intensificando lo que se podría llamar para mí, un buen beso.

¿Han sentido alguna vez esa sensación de calentura solo con un beso?

Yo no, con Luis Ángel un beso jamás fue tan explosivo. Todo lo que sentía eran las pequeñas maripositas del estómago que no son más que pequeñas ráfagas que al terminar sientes que lo disfrutas mas no que deseas seguir besándole.

Después de tantos años, que me besen así es como volver aprender a besar. No recordaba la sensación tan placentera. Todo acto inicia con un beso en el lugar correcto y Debrain, solo había besado mi boca logrando un efecto más que deseado, no quiero ni pensar, si me besa en otro lugar o avanzamos mucho más.

Se detiene suavemente, abro mis ojos después de ese tiempo que, para mí, fue corto, quiero más y no me refiero a más besos.

—Te has sonrojado. ¿En qué estabas pensando?

—En lo bien que me siento a tu lado —Me abraza con fuerza, feliz de escucharme admitirlo por primera vez.

—Le he dicho a Luis que saldríamos, pero me gustaría compartir solos tú y yo, sin estar rodeados de personas. Podemos ver una película y pedir servicio de habitación —dice, mirando mis labios.

—Sí, me encantaría. Lo prefiero de la forma que propones.

—Tus labios están enrojecidos por nuestro beso —los acaricia, primero el inferior y luego el superior.

Intentando ser coqueta, llevándome por el momento de deseo, chupo su dedo con suavidad. Lo acaricio con mi lengua como si fueran sus labios. Su mirada se escurece, parece tomar aire con pesadez y retira su dedo de mi cavidad.

—Voy a pedir servicio de habitación —se aclara la garganta —¿Qué te gustaría cenar?

—Yo quiero una pizza hawaiana con batido de chocolate —le digo. Ha cambiado de tema. Me ha gustado provocarle. Me gustan las facetas que saca de mí.

Debrain decide acompañarme pidiendo una pizza para él también después de aclararle que puedo terminarme una yo sola. Pusimos una comedia para comer y por primera vez, pensé en mí, disfruté de una noche, una cena con alguien con quien verdaderamente me siento feliz y sé que este si es un inicio que puede tener un buen final.

        
            ¡¡¡¡Amo a estos dos!!!!

¿Cómo Ella? ¡Ninguna!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora