Dos horas después estamos montadas en un taxi rumbo a un bar que no tengo idea de cuál es. Triz chilló en cuanto Janisse le mencionó el nombre. Tardamos bastante en salir porque las dos señoritas no sabían que ponerse mientras yo agarré lo primero decente que vi.Mi hija usa un bonito vestido negro pegado al cuerpo que marca su esbelta figura. Su cabello corto del mismo color que el mío en unas ondas que le hice con las tenazas y un maquillaje cargado por ser noche de fiesta. Triz, usa unos shorts a medio muslo que marca su redondo trasero, según ella, su mejor arma de conquista y debe resaltarlo, con una blusa con un escote profundo, pero es bastante plana en la zona y maquillada por Janisse. Finalmente yo opté por un vestido ajustado, hasta las rodillas de color violeta y unos tacones negros.
El taxi nos deja frente al bar y mi cara de fastidio es evidente al ver la inmensa cola que hay en la entrada para poder pasar. Janisse me toma del brazo y junto a Triz pasa de largo a todas las personas y muestra al gigante de la puerta tres entradas que en dorado dicen VIP y abre la puerta para nosotras. Ni siquiera se dio cuenta de que mi hija puede ser menor de edad.
—¿De dónde sacaste las entradas VIP? —grita Triz a Janisse pues desde el pasillo se escucha la música altísima.
—Lo contactos tía, los buenos contactos —sonríe pícara mi hija.
Janisse parece conocer el lugar como la palma de su mano. Triz y yo la seguimos sin mediar palabra atravesando toda la pista para llegar a las mesas. Escucho como alguien grita su nombre y al parecer, no estaremos solas. Los amigos de mi hija del instituto se han unido y yo miro a Triz sintiéndome extraña, sin embargo, a mi amiga, parece darle igual que estemos entre adolescentes de 17 años.
—Chicos, esta noche traje a alguien que ustedes no conocen. —Janisse toma mi mano para ponerme frente a los muchachos y todos se me quedan viendo con curiosidad—. Les presento a mi madre, Jackeline —Todos y cada uno de ellos abre sus ojos sorprendidos. No sé si de mala o buena manera.
—Pero, que guardadito te lo tenías, Janisse. Podrían pasar por hermanas ustedes, con todo respeto, señora Jackeline —dice un trigueño que me parece bastante salsoso.
—Nada de señora, mi madre no es tan vieja —me defiende.
—Dios nos libre de decirle vieja a tu mamá con lo hermosa que es. Un gusto, Jackeline. Soy Sebastián, el ama de este grupo —dice risueño haciendo que todos comiencen a reír.
—Oye, no intentes ligar con mi madre, ella va a ligas mayores.
—Janisse, por dios. Bájale dos rayas.
—Y está otra señorita a mi lado es Beatriz, mi tía postiza. Es la mejor amiga de mi madre —Todos la saludan alegremente y comentan lo guapa que nos vemos. Algunas de las chicas nos preguntan el secreto para mantenernos tan bellas a pesar de pasar los 30 años.
Observo a un joven que no ha mencionado palabra alguna desde que llegamos. Al ser el más callado, ha captado mi atención sobre todo por la forma que está mirando a mi hija y esta parece no notarlo, o si lo hace, lo disimula muy bien. El chico se da cuenta que lo agarré con las manos en la masa y me pide disculpa con la mirada. Le hago un gesto con la mano, para restarle importancia. Ya le preguntaré a Janisse quien es y qué sucedió entre ellos.
Janisse va con Triz a por bebidas y dejo la mía a su elección puesto que no sé nada sobre el tema. Ambas llegan con una bebida de color rosa que me la tienden, la huelo y ambas esperan pacientes a que la pruebe. Tomo la pajita de la copa y es una bebida con fresa, es dulce y a pesar del alcohol, se siente bien bajando por mi garganta.
—Está delicioso —afirmo mirándolas a las dos.
—¡Sí! Sabía que te gustaría mamá. Esa, es mi bebida favorita. No somos muy amantes a la fresa, pero no existe este trago de chocolate, si no, no hubiera dudado en pedírtelo.
Voy por el segundo trago y ya comienzo a sentir ese mareo del que escuché tantas veces, pero jamás experimenté. Mi cuerpo se siente liviano, relajado como hace mucho tiempo no lo estoy. Casi todos están bailando. Yo aún no me animo porque nunca he bailado y no quiero hacer un show del que mañana me sienta avergonzada.
Me levanto de la cómoda silla del VIP donde he permanecido toda la noche para ir con las chicas. Esta noche es mi noche de disfrutar. Mi hija está haciendo todo esto por mí y no voy a dejar que su esfuerzo sea en vano.
—¿Es la primera vez que bebe, cierto? —me pregunta el chico que vi mirando a Janisse.
—Se nota mucho, ¿verdad? —comienzo a reí a carcajadas el chico me acompaña. Por dios desde cuando me río tanto. Creo q son los dos tragos.
—Solo un poco. Supongo que el tener a Janisse tan joven la privó de estos placeres —dice con cautela, temiendo que me enfade.
—No cambiaría nada. Si volviera el tiempo atrás, quisiera que este fuera el mismo resultado. Esa niña es lo más grande que tengo —le señalo a Janisse.
—Es una mujer increíble que me ha pateado las bolas más de una vez —Noto desilusión y tristeza en su voz a pesar de la música.
—En la vida todo tiene solución —le brindo una sonrisa conciliadora —. Solo no le hagas daño a mi niña porque entonces no seré tan amable —aclaro.
—De eso no tengo duda, Jackeline.
—Ahora voy a bailar, con tu permiso.
—Adelante —dice sonriendo.
El sonido de la música inunda mis oídos y a medida que camino comienzo a mover mi cuerpo de un lado a otro. No tengo idea de lo que estoy haciendo, pero se siente bien.
—Mamá, vamos a bailar —grita Janisse cuando estoy a menos de dos metros de ella.—Muéstrame como se hace —le pido con pena. Ella sonríe y asiente.
—Chicas, mostrémosle a mi madre como se baila para dejar a todos con el ojo cuadrado.
Las chicas hacen un círculo a mi alrededor y en ese momento, comienza a sonar una canción de quien creo es Ariana Grande, la cantante favorita de Janisse y por lo que veo muchas de las demás porque comenzamos a bailar y enseguida cojo el ritmo y algunos pasos. Me uno a ellos feliz de poder disfrutar una noche por primera vez.
—Tía, cuidado — dice Janisse riéndose de Triz que no puede mantener sus ojos abiertos. Por poco se cae y me arrastra con ella.
—Voy a dormir, chicas. Gracias por esta noche, sobrina hermosa —dice para subir como puede los pequeños escalones para llegar a mi diminuta habitación. Hoy tendré una roommate.
—No sabes lo feliz que estoy de saber que disfrutaste la noche —me abraza Janisse por la espalda.
—Gracias a ti, mi cielo. Te agradezco mucho todo lo que estás haciendo por mí.
—Lo haría las veces que sean necesarias. Te amo, mami.
—Yo también te amo, mi tesoro. Ahora vamos a dormir, que estoy muerta, aunque mañana no te libras de contarme sobre ese joven.
—Sí, mañana te cuento sobre él. No se te escapa una.
A la mañana siguiente, un sonido me saca de mi delicioso sueño. Cuando harta, levanto la cabeza de la almohada, me doy cuenta que tocan la puerta con mucha insistencia. Me levanto modo zombi para despachar rápido al que sea que este tocando. Si hay algo sagrado para mí, son mis horas de sueño, nadie me las puede interrumpir.
—¿Quién diablos eres? —Abro la puerta molesta porque no deja de tocar y parece que un balde de agua fría me quiere caer.
Yo, recién levantada, con la almohada marcada en mi cara, con mi pelo castaño alborotado, un pijama minúsculo, estoy frente a Debrain Sarmientos.
Jajaja. Que pena que te agarren recién levantada.
¿Qué creen que hará Jackie?
Besitos, Kya❤
ESTÁS LEYENDO
¿Cómo Ella? ¡Ninguna!
Literatura FemininaJaqueline Villegas se convirtió en madre a los 16 años por culpa de la inexperiencia y los tabúes de sus padres que nunca hablaron con ella del tema. Como era de suponer, el jovenzuelo que la embarazó, se esfumó del mapa dejándola con el gran proble...