Narra Jackeline.
Salimos de aquel restaurante y yo creo que al llegar, voy a vomitar el almuerzo de cómo están mis nervios en este momento. Ni en mis peores pesadillas imaginé que volvería a tenerlo en frente alguna vez y, sobre todo, el efecto que causa en mí. No soy muy creyente de esas cosas del destino, una vez le puedo llamar coincidencia, pero dos veces en el mismo día, ya no sé ni cómo llamarle.
El que sea el jefe de mi hija me obliga a estar en constante contacto con él por Janisse. Me sentí sumamente culpable al ver el rostro de mi hija cuando me negué con respecto a los viajes. Janisse nunca ha estado más lejos de mí que los kilómetros de la escuela o alguna fiesta. No quiero destruir lo que puede significar el inicio de la carrera de Janisse. Como bien dijo Debrain, es una jovencita brillante y por eso sus clientes la quieren. Mi hija tiene la oportunidad de hacer algo que le guste y yo no quiero ni voy a detenerla, aunque tenga que usar todo mi autocontrol con Debrain.
Se ve que es un hombre determinado. Un hombre que sabe lo que quiere y demostró mucha insistencia conmigo y no sé por qué. No me conoce más allá de lo poco que Janisse reveló de mí, que sino la silencio, hubiera dicho mucho más. No tengo nada del otro mundo. Soy una mujer diferente a él en muchos sentidos. Algo entre nosotros, sencillamente, no es posible.
No tengo ni la más mínima idea de cómo lidiaré con todas las emociones que ese hombre provoca en mí, pero por el bien y la felicidad de Janisse, lo haré. Al final de cuentas, puede que solo sea un entretenimiento para él y yo no soy ninguna niña para andar haciendo esas cosas. No busco nada de esto.
…
El resto de la semana, Janisse se le nota feliz. No dejaba de hablar sobre su nuevo empleo. Había estado mirando muchos videos en internet. Quería aprender, para impresionar a Debrain y que este no se arrepienta de la oportunidad que le está dando y sobre todo, los clientes que la quieren a ella. Le habló con mucha emoción a Triz sobre el tema y se puso muy feliz. Notó algo en mí, pero no dijo nada por estar mi hija presente, sé que en cuanto me agarré sola, me acribillará a preguntas que no sabré como responder.
Es viernes y finalmente estoy acabando dos encargos que tenía atrasados. Las clientas, como buscan la tela, me detienen en mi trabajo y luego vienen exigiendo una rapidez que a veces es difícil cumplir, pero si no lo hago, dejan de hacerme encargos y eso significa menos ganancias para mí. Ojalá algún día pueda tener suficiente para montar un pequeño atelier, pero por más que lo he intentado, no me da. Es mi gran sueño frustrado.
La falta de estudios o cursos de diseño me han impedido encontrar empleo en una de las tantas casas de moda de esta ciudad. No me dan la oportunidad de una prueba para demostrarles e incluso he llevado mi portafolio y se niegan a verlo pensando que será una pérdida de tiempo al ser una persona sin estudios.
—Hasta que al fin estás sola —dice Triz entrando por la puerta, suelta su bolso y se tira en el pequeño sofá de la cama.
—Estoy trabajando —digo desviando mi atención de ella y concentrándome en las puntadas que tengo que dar a mano en el dobladillo de la falda de fina tela.
—Tú y yo tenemos algo de qué hablar. —Se coloca frente a mí, tapándome la luz que se filtra por las ventanas.
—¿De qué se supone que tenemos que hablar?
—El señor Sarmientos. —ante la mención de ese hombre, me pongo nerviosa —. Dios mío, Jackeline se pone nerviosa ante la mención de un hombre. No creí vivir para presenciar esto —asegura haciendo como si fuera una reportera.
—Sí te vas a burlar de mí, no te cuento nada —afirmo seria.
—Vale, vale. Te escuchó.
Durante los próximos quince minutos me dispongo a contarle todo sobre el hombre que me salvó de un ladrón y que finamente terminó siendo el jefe de Janisse en un trabajo que disfruta. Le cuento el como el hombre no aceptó mi negativa y la seguridad que vi en él cuando dijo que me haría cambiar de opinión con respecto a conocernos. La parte más difícil, fue hablar o más bien admitir que algo hay, algo sentimos, algo me hace sentir. Me hace sentir que no estoy realmente muerta por dentro como lo creí tiempo atrás.
—No sé qué hacer. No sé lidiar con esto ni menos con lo que me hace sentir —confirmo, aunque sé que lo sabe. Me conoce muy bien.
—Déjate llevar —me aconseja Triz —¿ Qué tienes que perder?
—¿Y si pasa algo y la agarra con Janisse? Yo no me perdonaría eso. —Ese es uno de mis más grandes miedos. No podrá soportar que algo le afecte a Janisse por yo intentar algo con él.
—¿Te parece ese tipo de hombre? —me pregunta. La verdad, no lo conozco lo suficiente para dar nada por sentado.
—No lo sé, Triz. Algo me dice que no, pero es un hombre rico, no tiene nada que ver conmigo. Voy a desencajar a su alrededor. Además, no sé qué opine Janisse de todo esto.
Como si por arte de magia fuera, la silueta de mi hija se hace presente frente a nosotras. Su rostro evidencia que nos ha vuelto a escuchar o que algo le pasó. Camina hacia mí, ignorando a Triz, se pone a mi altura de rodillas porque estoy sentada.
—¿Por qué no confías en mí? Siempre me has dicho que te cuente todo sin importar que tan malo sea. ¿Por qué no puede ser mutua esa confianza? —pregunta, molesta.
—No lo sé, hija. —le acaricia el rostro—. Supongo que está mal que yo me vea involucrada con él.
—Eso no tiene nada de malo, mamá —dice ella negando con la cabeza—. Eres joven, una mujer hermosa que se merece ser feliz y si ese hombre es mi jefe, por mí no hay problema.
—¿Segura que no te molesta? —reitero.
—No, mamá. ¿Qué quiere contigo exactamente? —dice directa.
—Solo habló de conocerme.
—Él busca algo más —asegura Janisse.
—Concuerdo con mi sobrina —Janisse le guiña un ojo a Triz. Estas dos son tremendas.—¿Ahora ustedes me quieren enseñar a ligar?
—Sí —responden al unísono.
—¡Qué graciosas! —comenzamos a reír las tres.
—Ahora vamos a ponernos más guapas de lo que somos. Nos vamos de fiesta —afirma Janisse y Triz chilla como colegiala—. Y por favor madre, ni te espantes viéndome a mí. Hoy vas a saber lo que es ligar de verdad.
Siento la tardanza. Me fue imposible publicar ayer. En un ratito subo el capítulo 8 que es el que corresponde hoy.
Sin más, disfruten la lectura..
Besitos, Kya❤
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¿Cómo Ella? ¡Ninguna!
Chick-LitJaqueline Villegas se convirtió en madre a los 16 años por culpa de la inexperiencia y los tabúes de sus padres que nunca hablaron con ella del tema. Como era de suponer, el jovenzuelo que la embarazó, se esfumó del mapa dejándola con el gran proble...