Capítulo 25

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Llevamos varios minutos en silencio. Debrain está completamente serio, supongo del shock por la noticia. No sé qué tan cercana sea su relación. No sé si son amigos o todo va directo a lo laboral. El caso es que su silencio me alarma, simplemente está bebiendo su café con leche sin mirarme, dentro de nada me saco sangre del labio de tanto morderlo por mis nervios.

Lo más importante es que no quiero que en su cabeza se formen ideas equivocadas acerca de que esta realidad pueda cambiar nuestra situación. Si se lo estoy diciendo es precisamente por eso. Él me abrió su corazón, se merece que yo le abra el mío poco a poco.

-Por eso te pusiste pálida cuando lo viste -asegura, hablando finalmente y asiento-. Siempre estabas tensa a su alrededor -sigue enumerando mi comportamiento -, y por eso subió el pago del contrato de Janisse. Por dios, nunca pensé que Luis Ángel fuera tan canalla -Ahora si estoy sorprendida.

-¿Por qué lo dices? -Ha sido muy brusco su cambio.

-No es difícil deducir que te abandonó, Jackie. La matemática no falla. Tuviste a Janisse a los 16 y se nota que este idiota era o más bien es un pendejo. -Es cierto.

-En eso tienes razón. Ha crecido de cuerpo, pero no de mente -agacho la mirada.

-¿Qué te hizo? -Es demasiado bueno para darse cuenta que hay algo más que no le he contado.

-Me amenazó con inventarle cosas a Janisse si no te dejo. Me dijo que tú solo me querías para divertirte. -Da un golpe en la mesa levantándose de rabia-. Por favor, tranquilízate, siéntate. -Me obedece y seguidamente tomo sus manos por encima de la mesa.

-Por favor, salgamos de aquí. Te necesito a solas, para perderme en tu calidez y pensar con claridad -asiento ignorando el hecho de que le acabo de contar algo serio y él quiere sexo.

Conduce en silencio hasta no sé dónde después que recogimos el auto en donde lo habíamos dejado. Estar tan callados me alarma. Aprieta con fuerza el volante. Tiene mucha rabia y no entiendo por qué. Sé que perder a su polvo de diversión le afecta, pero no creo q sea para tanto.

Como era de esperarse, se estaciona en un complejo de apartamentos. Me abre la puerta, dándome la mano como un caballero y le lanza las llaves al hombre sin mirarlo para seguir dentro sin soltarme. No se detiene a mirar a nadie. Llegamos a una lujosa habitación y yo me siento pequeña.

-Ven, por favor -dice él quitándose el saco, sentándose en el sofá inmenso. Es un sofá cama que no tiene nada que ver con el minúsculo mío. Me siento a su lado y cuando pienso q va a besarme, se acuesta sobre mi pecho y comienza acariciar mi cabello.

-¿Qué te pasa? -Está actuando muy extraño.

-Necesitaba esto. Abrazarte, saber que estas aquí, conmigo. Necesito que me confirmes que no vas a dejar que nos separe. -Dios mío, ahora me siento la estúpida más grande de la cuidad.

-No lo haré. -Se me llenan los ojos de lágrimas. Yo como siempre, pensando mal y él solo necesitaba un abrazo, un consuelo.

-Con que tú no lo dejes. Yo estoy dispuesto a todo.

Su afirmación solo puedo responderla con actos. No quiero darles más palabras que le reafirmen, quiero que hablen nuestros cuerpos, demostrando los sentimientos que cada uno tenemos dentro del otro. Giro mi cuerpo, cambiando de posición para acabar sobre él quien no duda en responderme a pesar de la brusca acción de mi parte.

-Hoy no será en el sofá de nuevo, preciosa. -Me levanta en peso, aún encima de hoy, agarra algo que no veo en ese momento y camina por el lugar, entra a la habitación y sigue recto hacia el cuarto de baño.

Me quedo maravillada con la vista. Esto solo se ve en las pelis. El cuarto de baño es posiblemente más grande que el cuarto donde duermo. A un lado tiene una ducha con las puertas de cristales transparentes, sería un gran espectáculo verlo darse una ducha. Me sonrojo solo del pensamiento. Del otro lado, hay una tina gigante donde cabemos perfectamente para el conocido baño de espumas, pero lo que me tiene flipando es el yacusi.

Mientras yo me he quedado tonta viendo el baño, él ha llenado el yacusi y me muero por meterme y saber que quiere que hagamos. Me toma de la mano, acercándome a él mientras bebe un sorbo de un vaso que por el color y olor de su boca tan cerca de la mía, intuyo que es wiski.
Sin decir una palabra, comienza a desnudarme de forma lenta, una vez ha dejado el vaso muy cerca del yacusi. No me toca de forma inapropiada como quiero que haga y eso no hace más que excitarme.

Hago lo mismo que él, lo desnudo con lentitud, pero yo si lo provoco, rozando sus zonas más sensibles, alguna vez leí que los pezones de los hombres es un punto erógeno olvidado, pues con Debrain bastó un simple roce de mi mano, para hacer que se erizaran, y entre sus piernas, no hubo necesidad de levantar lo que ya está más que preparado.

Entramos al yacusi y el agua caliente se siente divino, aunque aumenta mucho el calor de mi cuerpo. Debrain me arrincona contra una esquina y me besa, más bien me devora como si las ganas lo sobrepasaran.

-¿Sabes cuantas veces quise tenerte aquí? -inquiere, para seguidamente, subirme al borde y abrir mis piernas, ¿qué está haciendo? -y devorarte como estoy a punto de hacerlo ahora. -No me da tiempo a reaccionar porque su cabeza se hunde en mi feminidad para empezar a danzar con su lengua de una forma magistral.

Siento su lengua recorrer cada lugar de mi sexo como si estuviera muy hambriento. Lame, chupa, succiona y yo solo logro sostenerme del borde del yacusi. La intromisión de uno de sus dedos más su tortura a mi clítoris desencadena un orgasmo que me deja temblando tanto, que me sostengo a él por miedo a caer.

Se coloca a mi altura, sacando parte de su cuerpo del yacusi para mostrarme lo despierto que está su amigo. Estoy cansado, pero verlo tan excitado ha hecho que eso pase a un segundo plano y que solo quiera más.

Debrain toma un hielo del vaso de wiski que estaba bebiendo y lo coloca en su boca con una sensualidad que me hace tragar. Mi inexperiencia me exaspera, no sé qué va hacer con eso.

Comienza a pasar sus labios con el hielo sobre mi piel caliente y la sensación de calor-frío se siente divina. Al igual que hice yo, se dirige a mis pezones con el cubito de hielo y aquello me hace ver estrellitas.

Sin esperármelo, me voltea de espaldas a él, esta vez con las rodillas dentro del yacusi y entra en mi de una estocada firme. Sentirlo tan profundo dentro de mí, me excito demasiado. Esta posición da una profundidad que antes no sentí. Comienza a moverse tras de mí y cada una se siente más que la anterior y el orgasmo comienza a crecer y ambos gritamos el nombre del otro, acabando.

¿Cómo Ella? ¡Ninguna!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora