Narra Janisse
La última noche en este paraíso merece una despedida a su nivel. Mientras hacía yoga en la playa, unos trabajadores del hotel repartieron entradas para una fiesta que se haría cerca de las instalaciones del mismo. Llamé al chico más cercano y pedí dos, justo a tiempo, ya se le estaban terminando.
Pedí dos invitaciones con la intención de que mi madre me acompañará. Sé que disfrutó la fiesta que fuimos hace unos días. Por primera vez había visto a mi madre más jovial, sin pensar en los problemas de casa que han sido su pan de cada día desde hace mucho tiempo.
Mis planes cambiaron al ver al sexy camarógrafo llamado Lucas. Es como un lobo solitario. Es un chico muy centrado que solo vino hacer su trabajo. Me di cuenta que no suele intercambiar mucho con sus compañeros, él es el tipo que va más a lo suyo.
Desde que lo conocí en la audición para el comercial de cosméticos puse mi mirada en él. Que un chico diferente a Cristián llamara mi atención fue algo sorpresivo para mí y la verdad, es que no le di una segunda mirada porque en aquel momento las cosas con Cristian estaban bien mas, nunca perfectas.
Lo vi en la tarde, cuando regresaba de la playa, sentado en una de las mesas más alejadas de la multitud. Me acerqué algo dudosa. Antes de decir una palabra fue como hubiese escuchado mis pasos. Me dio una pequeña repasada por mi cuerpo enfundado en un traje de baño color mostaza, amo ese color.
Armándome de valor, le invité a la fiesta de esta noche aun sin saber si mi madre me daría permiso, locura mía, aunque sé que me dejará. Su mirada desconcertada me dio mucha risa, después de un silencio que para mí fue bastante largo, aceptó.
Le pedí autorización a mi madre, contándole todos los detalles. Me dio la misma charla de siempre cada que iba a salir. Lo típico, el discurso no varía demasiado, solo cambia el juego de palabras y el doble sentido de muchas frases.
Me arreglé sexy, luego de tomar un relajante baño de espumas en la espectacular bañera. En casa no teníamos y siempre quise hacerlo como en las películas. Son tonterías, pero para mí, fue un pequeño placer.
Había acordado con Lucas que nos reuniríamos en el lobby del hotel para llegar juntos. Cuando lo encontré entre la multitud, casi me caigo por andar viéndole. Lucas a pesar de ser un chico solo dos años mayor, en el trabajo, viste de traje, no sé si por políticas de vestimenta de la empresa o por gusto personal, pero definitivamente ese pantalón con camisa de mangas, le queda mucho mejor.
—Estás muy guapo —parpadea, sorprendido ante mis palabras.
—Gracias, tú luces hermosa —¡Qué galante!
—Espero que sepas bailar. —Había olvidado preguntar ese detalle. Hombre que no sepa bailar, no es divertido.
—Tendrás que comprobarlo —me guiña un ojo. Miren a este, que coqueto me ha salido el lobo solitario.
—De eso no tengas duda. Soy de las que cuando no hay nadie en la pista, rompo el hielo.
—Me encantará ver eso. ¿Cenaste?
—La verdad no. Muero de hambre, comamos algo, con el estómago vacío no puedo beber.
—Eres menor de edad, no deberías hacerlo. —Lo miro retadora.
—Cariño, eso ya pasó de moda. Además, hoy no tengo de que preocuparme, tú me cuidarás si me paso de tragos —aseguro.
—No lo dudes, preciosa.
Tuvimos que ir a comer a un restaurant cerca de donde se realizará la fiesta porque el del hotel, había cerrado. Tal parece que el personal que trabaja allí termina su turno a las nueve de la noche. Me dio pena, pero él no le dio importancia y me invitó la cena.
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¿Cómo Ella? ¡Ninguna!
ChickLitJaqueline Villegas se convirtió en madre a los 16 años por culpa de la inexperiencia y los tabúes de sus padres que nunca hablaron con ella del tema. Como era de suponer, el jovenzuelo que la embarazó, se esfumó del mapa dejándola con el gran proble...