¿Cómo Ella? ¡Ninguna!

Capítulo 24

—Bueno, ya todos se han ido. —Doy inicio a la conversación —¿Qué fue lo que te dio tanta pena contar frente a Debrain y Lucas?

—Bueno, mamá, supongo que por pudor.

—¿Qué está pasando con este muchacho Lucas?

—Me gusta mucho —se sonroja.
—¿Más que Cristian?

—Cristian desde el comienzo fue un error —admite y la miro, esperando una explicación —. Fue algo muy forzado el inicio de todo entre nosotros. Me dejé manejar por él y su grupo de amigos dejando mis deseos a un lado. —Niego con la cabeza. Eso está muy mal —. No me regañes, ya me di cuenta, estoy lejos de él y Lucas no se parece en lo más mínimo.

—¿Qué lo hace diferente?

—Siento que todo lo que pasa con él es correcto.

—¿Cómo así?

—Sí, con Cristian, sentía que nuestra relación o lo que sea que tuvimos fuese correcto. Me negué acostarme con él y creo que ese es el motivo por el que se encapricho en mí. Con Lucas puedo expresarme como guste porque le gusta escucharme, tenemos muchas cosas en común y besarlo, es el cielo.

—Vale, mi amor. Solo te pido que vayas despacio. No quiero que te decepciones nuevamente.

—Prometido, mami.

—Mañana iremos a la escuela. Todo saldrá bien y ese chico debe dejarte en paz —afirmo.

Al día siguiente nos dirigimos los tres al colegio, Debrain me avisa con un mensaje la noche anterior que pasará a buscarnos en la mañana para ir juntos y ambas les damos las gracias por el apoyo en el auto mientras vamos en camino a la escuela

Al llegar, la directora nos recibe sin ningún problema. Janisse comienza a relatar los hechos de los últimos tiempos, recalcando el suceso de ayer que fue donde más sacó a relucir su verdadera personalidad. Me enfurezco al notar que la directora no hace caso a las palabras de mí hija alegando no cree que el joven tenga ese comportamiento, que lo más seguro es que todo tratara de un juego del chico.

—Señora directora, le reitero que lo que le estoy explicando es real —vocifera Janisse al borde de perder el control viendo que la mujer sigue sin tomar sus palabras en serio—. Las dos veces que pisé está oficina ayer fue por su causa. Dígame usted, ¿cuándo en tres años que estudio en el centro he pisado su oficina?

—Es cierto —admite la mujer —. Eres una de las alumnas estrellas del último año, pero aun así...

—Señora directora —interviene Debrain que se ha mantenido en silencio hasta el momento—, no pienso seguir permitiendo que dude de Janisse, con los antecedentes que ella tiene es para que usted no dude de su palabra. Por tanto y demás, le diré cuáles son sus opciones. —Ambas lo miramos sorprendidas, como si de un loco se tratara por hablarle así a la máxima autoridad de la institución. Él no parece titubear y continúa —. La primera es cambiar a Janisse en las materias que coincide con este chico y evidentemente darle una advertencia de que no puede acercarse a ella bajo ningún concepto o la segunda opción es sacar a Janisse del colegio y realizar una denuncia por su poca falta de autoridad como directora.

—¿Me está usted amenazando, caballero? —vocifera la mujer muy molesta.

—Le estoy comunicando lo que puede suceder si usted no toma cartas en el asunto. No quiero usar mis influencias. Soy Debrain Sarmientos, señora directora. Estoy segura que ha escuchado hablar de mí. Conozco a muchas personas importantes y esta queja puede llegar hasta los lugares que usted nunca ha conocido. —El rostro de la directora se torna completamente pálido después de todo lo que ha dicho.

—Así será, señor Sarmientos. Mañana mismo Janisse será cambiada de salón en las materias que coincidan y hablaré con Cristian.

—Gracias por su comprensión —digo al tiempo que me levanto para darle la mano y los tres salimos de la oficina.

—Gracias por todo, Debrain —le dice Janisse —. De no ser por tu amenaza, no hubiera accedido. A ella no le importa lo que suceda con los estudiantes. Aquí se han dado casos de estudiantes que sufren de bulling y maltrato físico por parte de grupos de estudiantes y jamás ha hecho nada.

—Hija, ¿por qué nunca me dijiste eso? Te hubiera buscado otro instituto.

—Madre, desde el primer día que llegué aquí me hice respetar cuando unas muñecas de Barbie quisieron acorralarme en el baño para hacerme la novatada de inicio de curso. —Yo no tenía idea de nada de esto —. No me regañes, suficientes preocupaciones tenías y mientras yo pueda lidiar con los problemas yo misma, no pienso involucrarte. Tienes que dejar que yo resuelva las cosas como pueda, si dejo que todo me lo pongas en las manos voy a vivir en una burbuja que me enseñará nada de la vida.

—Tienes razón, mi amor. —Sus palabras tan sabias me llenan de orgullo.

—Me voy a clase. —Me da un beso en la mejilla, otro a Debrain —Te amo, mami. —Se pierde en los pasillos para ir a su clase que viendo la hora ya debe de estar al empezar la segunda.

—Vamos a desayunar algo. Conozco una cafetería cerca de aquí.

Caminamos uno al lado del otro y llega un momento donde con pena, Debrain une su mano con la mía. Dejamos su auto en el estacionamiento del instituto. Volverías por él al salir. Al entrar, está casi vacío. Es bastante temprano y la mayoría de las personas en este horario estamos trabajando. Yo misma debería estar en casa cosiendo. Ayer me atrasé y sigo haciéndolo. Escucho las palabras d Debrain sobre lo de la escuela, de cómo le sorprendió la actitud de la directora sumando a lo que Janisse nos contó, pero mi mente solo piensa en que lleva días sin saber de Luis Ángel.

—¿En qué piensas? —inquiere. Observo como la camarera acaba de irse con la orden y supongo que Debrain lo hizo por los dos.

—Problemas. —Esa palabra y Luis Ángel son sinónimos.

—¿Necesitas ayuda? —dice, preocupado. —¿Es algo relacionado con tu trabajo?

—No es algo que este en tus manos resolver —respondo la verdad. La única capaz de solucionarlo soy yo.

—¿Quieres contarme? —pregunta, dudoso.

—Sí te espantas, disimúlalo —le advierto ante lo que estoy a punto de revelarle.

—Vaya, es algo serio. A ver... —me presta especial atención después que una camarera ha dejado en la mesa el desayuno que ordenó Debrain.

—Luis Ángel es el padre de Janisse.