Cierro la puerta de un tirón rogando no haberle dado un golpe al ver sus intenciones de entrar a mi casa, y yo con semejantes fachas. ¿Por qué tiene que ser él? Bajé con la intención de abrir sin importar mi vestimenta porque tenía pensado mandar muy lejos a quien quiera que fuera, pero, a este hombre no puedo hacerle eso.
—Jackeline, no se avergüence. Ya la vi, ábrame la puerta —hace silencio —. Por cierto, se ve usted hermosa recién levantada —Si como no, a otro perro con ese hueso.
—Siento haberle cerrado la puerta en la cara, señor Sarmientos —digo tras la puerta, sin abrirle—. No estoy correctamente vestida para recibir visitas —digo lo obvio.
—Si me permite pasar, puedo esperar a que usted se arregle —me pide —. ¿O está considerando dejarme parado en la puerta de su casa hasta que lo haga? —buena pregunta. Me gustaría hacer lo que dice, pero no puedo. No puedo ser tan mala y menos después de cerrarle la puerta en las narices.
Abro la puerta a paso lento y me recibe con una sonrisa ante la situación. De veras que siempre es algo diferente con nosotros. Una vez que entra a mi departamento, con la mirada le indico que tome asiento.
—Enseguida estoy con usted. Con permiso.
—Adelante, la espero aquí —Vuelve a darme una repasada a mi vestido de pijama de pies a cabeza. ¡Qué vergüenza!
Observo el lado izquierdo de la cama vacío al entrar a mi cuarto, pensé qué al despertar, Triz aún estaría rendida, tal parece que a la que más se le pegaron las sábanas, fue a mí. En el cuarto de Janisse no se escucha nada, aunque con el sueño tan profundo que tiene, ni un tractor despierta a esa niña.
Agarro una bermuda, junto a una blusa negra y entro al baño a darme una ducha. Mientras el agua cae sobre mi cuerpo me pregunto que trae a este hombre a tener que visitar mi casa. No lo vi con ningún portafolios con un contrato para Janisse. Salgo de la ducha vestida, me calzo unas sandalias bajas, me hago una coleta desordenada y salgo del cuarto.
Paso por el cuarto de Janisse y me sorprende ver que no está por todo el lugar, incluso, su cama está perfectamente hecha. ¿A dónde habrá ido tan temprano un sábado? Miro el reloj que usa como despertador y me sorprendo al ver que es cerca de mediodía. Dormí demasiado.
—Perdón la tardanza —llamo su atención. Al parecer el señorito se entretuvo en mi sala mientras me estaba bañando. Estaba observando todas las fotografías con las que he adornado la sala. La mayoría son fotos de Janisse desde que nació y otras donde salimos Triz y yo. Siempre hemos sido las tres.
—¡Qué niña más hermosa! —exclama tomando una fotografía de Janisse con 4 años.
—Sí, era y es una niña preciosa. —afirmo.
—Tienes razón. Es una niña muy autentica. Enamora con esa sonrisa —me carcajeo —. No lo digo yo, son mis clientes.
—Me alegra que mi hija haya encontrado algo que la apasione.
—Sí, ha tenido suerte. Con su edad, muchos no saben lo que quieren. —En eso tengo que darle la razón.
—Mi hija no está en casa. No la sentí irse en la mañana —le anuncio a ver si vamos directo al punto de su visita.
—Mejor, vine porque quiero hablar primero contigo antes de contarle a ella. —Eso me sorprende.
—¿De qué se trata? —pregunto, curiosa.
—Janisse tiene trabajo el próximo fin de semana. El tema es que necesito que viajen a Cancún —Wao. Dentro de mí, la niña que habita está brincando en un pie. Nunca hemos salido del DF desde que llegué aquí embarazada. A Janisse la pondrá muy feliz la noticia. Cancún es famoso por sus magníficas playas y mi hija ama el agua, aunque odie el calor.
—Vaya, no pensé que tendría trabajo tan pronto —admito, bajando la mirada—. En estos momentos yo no estoy en condiciones de costear un viaje—explico la situación muerta de pena—. No tenemos pasaportes en regla para viajar y…—posa su dedo sobre mis labios para mandarme a callar. ¿En qué momento llegó a estar a cinco centímetros de mi cara?
—Jackeline, no vine a decirte esto para que pienses que tienes que costear algo. Tú no correrás con ningún gasto del viaje. Todo lo cubre la campaña. Tu viaje también está incluido —aclara viendo mis intenciones de refutar—. De sus pasaportes, yo me encargo—al parecer tiene todo muy bien pensado para que no me niegue—. ¿Le das permiso de ir? —pregunta, nervioso. Es chistoso ver a un hombre como él en ese estado. Supongo que los proyectos son importantes y que Janisse es la pieza fundamental para la agencia.
—Sí. No voy a detener la carrera de Janisse —le aseguro.
—Me alegra, Jackeline.
—Puedes llamarme Jackie, Jackeline es demasiado largo —decido que podemos dejar las formalidades. Al final, vamos a tener que vernos más veces de las que ambos pensamos.
—De acuerdo, Jackie. Aunque espero que muy pronto pueda llamarte mi pequeño zafiro —Para mí, no pasa desapercibido que ha añadido el pronombre posesivo mi, por
Dios, que locura con este hombre. Esto va demasiado rápido para mí. Tiene ese apodo muy presente del día del centro comercial.—Señor Sarmientos…yo —no sé qué decirle.
—No digas nada. No si es para negarte a esto. Danos la oportunidad de ver a donde nos lleva —me pide.
—Hagámoslo, pero, necesito que por el momento esto se mantenga solo para nosotros. No quiero que mi hija se vea afectada si algo no sale bien —aclaro —. Necesito que entienda que ella es lo primordial para mí.
—Eso me quedó claro desde el primer momento. No te preocupes, será como tú desees. Por favor, llámame por mi nombre, no me gusta escuchar que me llamas señor.
—Así será, Debrain.
Finalmente, he decidido escuchar a Triz. No tengo nada que perder y aunque me he dedicado a mi hija, ya no soy aquella jovencita que no sabía que la maldad, existe. La he conocido y vivido en carne propia.
Y aquí está el primer caps de la semana. Subiré el siguiente mañana.
Espero que le den mucho amorcito al capix.
Besos, Kya❤
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¿Cómo Ella? ¡Ninguna!
Chick-LitJaqueline Villegas se convirtió en madre a los 16 años por culpa de la inexperiencia y los tabúes de sus padres que nunca hablaron con ella del tema. Como era de suponer, el jovenzuelo que la embarazó, se esfumó del mapa dejándola con el gran proble...