16|Ancla

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Por fin llegamos al primer piso y deposité a Lizzy en el suelo con cuidado. Se sentó en un banco alargado al lado de la sala y estiró las piernas mientras yo me frotaba la clavícula y el hombro izquierdo. Respiré hondo y me dije que estaban bien, que solo era un malestar por el esfuerzo.

—¿Te sientes mejor?

Lizzy guardó su celular dentro de su mochila.

—Me sigue doliendo, pero ya pasará. ¿Tú estás bien? —Señaló mi brazo con el mentón—. Soy pesada —murmuró avergonzada—. No deberías volver a cargarme.

—No lo eres. Mi hombro y mi clavícula suelen doler. No importa. —Hice una mueca, contrariado—. ¿Estás segura de que quieres practicar ahora?

—Sí, será mejor que empecemos cuanto antes.

No me parecía una buena idea que ensayáramos si ella no se sentía bien, pero abrí la puerta de la sala. Subí al escenario y la esperé. Ella ascendió, precavida.

La ayudé a sentarse en el banquillo, me ubiqué a su lado y, como siempre, me perdí en la magnificencia de la sala; Lizzy, también.

—No sé qué tiene esta sala, pero es uno de mis lugares favoritos —comenté, jugando con el cable de mis auriculares.

Lizzy giró la cabeza hacia mí.

—¿Vienes seguido? —me preguntó sonriente.

Dejé de ver el techo y la observé a ella. Un borde de mi boca tiró hacia arriba.

—Por lo general, sí. Es como si aquí me sintiera en paz, y la acústica es mejor que en otras salas.

La tensión alrededor de los ojos de Lizzy se disipó y...

Tragué en secó y miré el piano de cola negro. Me dio la impresión de que había visto en mi interior; que le había abierto una puerta, sin darme cuenta, y ella se había dado cuenta de que ese lugar me transmitía la paz que no sentía en otro sitio.

—Eh... —carraspeé—, ¿empezamos?

Lizzy suspiró con anticipación y afirmó con la cabeza.

—A mí me sirvieron algunas técnicas a la hora de prepararme para mis primeras audiciones.

«Y siguen ayudándome», agregué en mi cabeza. No había dejado de ensayar con el tío Neal. Primero me sacaba las dudas que tenía y después me hacía visualizar las audiciones; también tendría algunas evaluaciones de diagnóstico en octubre. Me hacía imaginarme el momento que me generaba ansiedad y que le ganara a mis miedos e inseguridades.

No estaba muy seguro de que esa táctica funcionara con Lizzy, pero, cuando cruzamos miradas, supe que aceptaría casi todo lo que le dijera. Confiaba en mí, o al menos eso trataba.

—Primero tendremos que intentar quitarte, al menos de manera parcial, ese temor de que te van a salir mal las cosas. Para eso, es necesaria la relajación y la visualización del momento.

Le pregunté si tenía las partituras. Elevé las cejas cuando señaló su mochila. Moví la cabeza, divertido, y ella encogió los hombros.

Me paré a su lado. Colocó las partituras en su regazo y las analizó. Se llevó una mano a la barbilla, pensativa.

—Estaré detrás de ti. Empecemos con la audición de Piano, que te genera más ansiedad. El profesor Brooks te mira atento. Concéntrate en ese momento y toca. No importa cómo lo hagas o lo que suceda ahora, solo hazlo.

Lizzy apretó los párpados, respiró profundo e intentó tocar tres veces seguidas, en vano. Se irguió e intentó relajar los brazos y los hombros.

Le eché un vistazo. Tenía una curvatura al final de la espalda, como Ethan, y la espalda se le desviaba un poco hacia la derecha, no sabía si porque su cadera izquierda estaba más arriba que la otra o porque su columna estaba desviada. Sin embargo, se estaba esforzando para mantener una postura correcta y visualizar el momento de la audición.

¿Una estrella que no se apaga? (Lost Souls #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora