PREPARATE PARA ESTE CAPÍTULO PORQUE ES LARGO Y PASAN COSITAAAAAS *guiño, guiño*
Alrededor de media hora después, mi celular sonó de nuevo. El corazón se me subió a la garganta y las manos me temblaron mientras lo desbloqueaba. Era Jessica. Me saludó con voz calma, pero no supe por qué no pude dejar de estar en guardia. Me preguntó cómo estaba comportándose Brianna, si habíamos cenado y si todo estaba en orden. «Sí a todo», le respondí, y le pasé el teléfono a mi sobrina.
Una fuerza extraña me subió hasta la garganta y amenazó con salir en forma de gruñido, pero me forcé a retenerla. Estaba intranquilo, mi mente estaba susurrándome que las cosas no marcharían bien.
Intenté relajar la tensión de mi cuerpo y comí la última porción de pizza, aunque tenía el estómago contraído.
Lizzy y yo reímos al escuchar cómo Brianna atestaba a Jessica a preguntas. Además, le relató lo bien que la estaba pasando conmigo y con Lizzy. Un cosquilleo se adueñó de mis brazos y se me calentaron el rostro y el cuello. Busqué a Lizzy con la mirada y esbocé una sonrisa; yo también estaba pasándola de maravilla.
Recogí las cosas cuando Brianna cortó la llamada y las llevé a la cocina. Apoyé las manos sobre la encimera y me balanceé sobre mis pies mientras cerraba los ojos. Debía mantener la esperanza. Ethan tenía que mejorar.
Me aventuré a salir de la cocina, y las chicas y yo nos sentamos en el sofá.
Brianna le mostró a Lizzy sus muñecas y le contó la historia de cada una. Lizzy la oyó con atención mientras un tinte divertido le bordeaba los ojos y los labios; claro que las conocía.
Mi celular volvió a sonar cuando a Brianna le quedaba la última muñeca para presentar. Era Peter.
Recordé que tenía algo que darle a Lizzy, así que le pedí que me acompañara.
Qué iluso fui al pensar que solo sería darle el regalo y ya.
Entramos en mi habitación. Le dije que se sentara —optó por el borde de mi cama— y que cerrara los ojos. Busqué la cajita y se la coloqué en el regazo. Abrió los párpados y la miré expectante mientras le quitaba la tapa. Entreabrió los labios y sacó con cuidado la cadenita de plata. Alzó la cabeza y me observó con una hermosa sonrisa.
—¿Me... me ayudas?
Asentí y abrí una puerta del armario para que Lizzy se viera en el espejo pegado en su interior. Me senté a su lado y, entonces, me topé con su mirada a través del espejo. La piel se me puso de gallina y el estómago se me contrajo. Tragué duro y le corrí el cabello con suavidad. Se estremeció cuando le rocé la nuca con los dedos, y algo se desplazó dentro de mí, una necesidad que no supe controlar.
Volví a buscar sus ojos a través del espejo y me percaté de que su pecho subía y bajaba. Atinó a correr el rostro. Me acerqué más a ella y le susurré al oído:
—Mírame, Lizzy.
Tragó con dificultad y me obedeció. Un sinfín de descargas eléctricas pasaron por mi cuerpo y esa necesidad comenzó a abarcarlo todo.
Agarré la cadenita y la pasé por su cuello. Ella contuvo la respiración y sentí un pinchazo en el vientre al ver en el espejo que se le oscurecieron los ojos.
Entonces, algo se activó dentro de mí. Abroché la cadenita y le recorrí el cuello con la nariz. Me concentré en la suavidad de su piel y me dejé embargar por su perfume floral y el aroma del champú con el que se lavaba el cabello. Nuestras miradas se conectaron a través del espejo. Inclinó ligeramente el cuello y su respiración se aceleró un poco. La mía también, en especial cuando su perfume entró en cada rincón de mis pulmones. Sonreí y llevé los labios al lóbulo de su oreja. Lizzy amagó a moverse. Yo también, pero para quedar bien cerca de su cuerpo. No sabía qué estaba haciendo, pero no quería detenerme. No podía hacerlo, en realidad.
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¿Una estrella que no se apaga? (Lost Souls #1)
RomanceWill Gallagher ama la música. Se ha convertido en su refugio después de que un accidente le dejara cicatrices en el alma difíciles de sanar. Ahora una noticia desgarradora amenaza con desbaratar sus sueños y poner en riesgo sus ambiciones. Pero una...