Solo hice unos comentarios cuando los chicos y Lizzy me miraron para que hablara. Y lograron su cometido: reí y les seguí las bromas.
En algún momento todos empezaron a sacarse fotos, a pedir una foto grupal y a hacer payasadas. Mi risa fue más fuerte, genuina. Lizzy me observó y le dio un último sorbo a su trago con frutas; sin embargo, vi la sonrisa que intentó esconder. No pude controlar las emociones que me arañaron la piel al advertir que le alegraba verme reír.
Tyler, Chase e Ian se levantaron y me sobresalté cuando me apretaron en un abrazo. Hannah retrató el momento con su celular. Luego, nos observó a Lizzy y a mí y nos pidió, con una sonrisa demasiado amplia, que posáramos. Nos acercamos más. Lizzy levantó el rostro y me observó con ojos brillantes. Le sonreí de lado con cariño. De repente, escuchamos que Hannah sacó la fotografía y que Jasmine exclamaba: «¡Qué hermosos!». Nuestros amigos se acercaron a verla, como los chismosos que eran, y coincidieron. Desvié la vista por un momento.
Hannah nos pidió otra foto. Lizzy se estremeció cuando la envolví con el brazo, pero se amoldó a mí, relajada. Mi barbilla quedó casi sobre su cabeza. Le sonreímos a la cámara del celular; yo, con más incomodidad que Lizzy. Hannah nos dijo que eso era todo y suspiramos aliviados, también nos sonrojamos.
De repente, luces de diferentes colores iluminaron el escenario e impactaron en las mesas cuando un hombre bajito abrió la puerta contigua al escenario.
-¡Buenas noches! -Acomodó el micrófono a su altura-. ¿Me oyen bien? -Todos respondieron que sí-. Prepárense para cantar a todo pulmón. Tengo el honor de presentarles a... ¡Lost Souls! -Nos hizo una seña a los chicos y a mí para que subiéramos.
Los nervios me palpitaron en el pecho y sentí un sacudón en el estómago cuando mis amigos y yo nos miramos. Ellos también estaban nerviosos, pero se levantaron. Por un segundo mis piernas se negaron a hacer lo mismo, pero logré pararme.
La gente aplaudió al presentador.
Inhalé y exhalé en cuanto estuve frente a los escalones del escenario y los subí después que mis amigos. Las luces me cegaron. Parpadeé hasta que me acostumbré a ellas y caminé hasta el piano de cola marrón, a la derecha del escenario; había un micrófono al lado.
Los nervios me cerraron la garganta y las manos me sudaron. Me las limpié en el pantalón y le eché un vistazo al escenario, a mis amigos, a las mesas llenas de gente, y...
Entonces vi a Lizzy en el sofá. Estaba grabando con su celular y seguía mis movimientos con la mirada. Su sonrisa me transmitió la confianza que necesitaba.
Mis amigos y yo nos ubicamos en nuestros lugares. Chase tocaría su bajo color bordó, en el centro del escenario. Ty, a su izquierda, traía su guitarra. Ian tenía las baquetas de su batería listas, detrás de nosotros. Respiramos profundo y exhalamos nerviosos. Chase saludó al público y dijo que el primer cover sería de Way down We go, de Kaleo.
El lugar prorrumpió en aplausos, por segunda vez. Chase se alejó del micrófono y nos preguntó si estábamos listos. Me tembló el cuerpo, pero me uní al asentimiento de mis amigos.
Sentí el pulso en los oídos y los latidos de mi corazón enloquecieron. Me vi las manos, luego miré las teclas, y el momento me pareció irreal. Pero la expectativa me aleteó en el pecho y ansié tocar, así que lo hice. Asenté las manos en las teclas del piano y toqué notas lentas y melancólicas. Tragué duro y me envalentoné para despegar los labios. «Estás para grandes cosas», repetí en mi mente, y empecé a cantar con voz suave, lenta y un tanto rasposa:
-Oh, padre, dime, ¿tenemos nuestro merecido?
Tenemos nuestro merecido.
La piel se me puso de gallina y la expectativa me recorrió las venas mientras cantaba con la garganta:
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¿Una estrella que no se apaga? (Lost Souls #1)
RomanceWill Gallagher ama la música. Se ha convertido en su refugio después de que un accidente le dejara cicatrices en el alma difíciles de sanar. Ahora una noticia desgarradora amenaza con desbaratar sus sueños y poner en riesgo sus ambiciones. Pero una...