Seguí la camioneta de Chase; él había decidido tomar la ruta más corta desde el hospital hasta el edificio en el que yo estaba viviendo. Buscamos lugares libres en el estacionamiento y bajamos de nuestros vehículos. Me costó caminar al mismo ritmo que Chase y Tyler.
Encendí las luces y la calefacción de mi departamento y me quedé mirando a los chicos con cara de «¿y ahora qué?». Tyler puso los ojos en blanco y me ordenó que fuera a afeitarme la barba de pocos días que tenía y que me cambiara de ropa. Tyler y Chase me acompañaron por todos los rincones de mi departamento por los que anduve mientras me preguntaban por mi familia. Al principio me mostré renuente a contarles en detalle, pero estaban preocupados de verdad, por eso intenté no sonar esquivo. Igual no tenía mucho para decir; las cosas seguían relativamente igual de mal.
—No pensé que quisieras ir al cumpleaños de Lizzy —me dijo Tyler cuando salí de mi habitación ya cambiado y «aseado».
Cerré la puerta e hice una mueca.
—Yo tampoco —murmuré—. Ethan me pidió que lo hiciera.
Busqué las llaves del auto y del departamento, que había dejado encima de un estante blanco de la sala. Chase y Tyler me siguieron.
—¡Ah, él también ha sucumbido ante los encantos de la enana malvada!
Reí entre dientes y metí las llaves en el bolsillo de mi abrigo.
—Varios lo han hecho, Lowell. Hasta tú, que te quejas de lo «malvada» que es contigo —apostillé.
—Y tú también, aunque seas su esclavo —replicó Tyler, burlón.
—Hay cosas que no sabes —mascullé en voz baja.
Los insté a salir para no llegar tarde. Tyler apretó los labios, descontento porque no pudo preguntarme a qué me había referido. La sagacidad en los ojos de Chase me confirmó que me diría bastantes cosas.
—Yo te llevo, así ahorras gasolina.
Lo miré desconfiado. Pero tenía razón, me convenía; por eso acepté.
Saqué las llaves de mi auto de mi abrigo y volví a dejarlas sobre el estante. Les hice una seña a los chicos para salir de mi departamento, luego de apagar las luces y la calefacción.
Durante los primeros minutos del viaje lo único que se escuchó fue la música que Chase había puesto y el ruido del motor de la camioneta. Me había apoyado contra la ventanilla y estaba tratando de entrar en calor.
Observé a Chase, receloso.
—Me asusta lo silencioso que estás.
Encogió los hombros y me miró de reojo.
—Noto que estás cansado y no quiero molestarte.
Le enarqué una ceja. Al único al que le costaba respetar mis silencios era a Tyler, pero en ocasiones Chase también me insistía para que hablara.
—Sé que quieres decirme algo, o varias cosas, tal vez.
Chase frunció los labios para no esbozar una sonrisa.
—Me alegra que hayas decidido ir. —Cambió de marcha y su expresión se volvió cautelosa—. ¿Sabes?, cuando hablé con Lizzy en el hospital...
Tragué nervioso al reparar en su indecisión de hablar.
—Te da seguridad, ¿verdad?
Escondí las manos en los bolsillos de mi abrigo y posé la mirada en la guantera.
—Eso creo —murmuré.
Mi respuesta parca no le sorprendió a Chase.
No hablamos hasta que frenó en un semáforo en rojo y me encaró.
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¿Una estrella que no se apaga? (Lost Souls #1)
RomanceWill Gallagher ama la música. Se ha convertido en su refugio después de que un accidente le dejara cicatrices en el alma difíciles de sanar. Ahora una noticia desgarradora amenaza con desbaratar sus sueños y poner en riesgo sus ambiciones. Pero una...